Día 11: Entrelazar manos (Lucemond)

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Lucerys estaba asustado

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Lucerys estaba asustado.

Corrección, Lucerys estaba aterrado.

Caminaba de arriba a abajo por los jardines de la Fortaleza Roja, pensando una y otra vez en lo que iba a hacer, sin hallar ninguna solución clara. Solo le quedaba esperar la llegada de Aemond. Tal vez él sabría qué hacer.

Por fortuna, no tuvo que esperarlo mucho tiempo. Apenas terminó sus lecciones con el maestre, el rubio había corrido al encuentro de su pequeño sobrino. Sabía que Orwyle le contaría a su madre de su casi huida de la biblioteca y descubriría que la razón era por el segundo hijo de Rhaenyra, ese niño que, en sus propias palabras, era igual de demandante y egoísta que su madre. Aemond ya se sabía el discurso. Y a Aemond le daba igual.

Una vez hubo llegado con su sobrino, se le quedó mirando por varios minutos, sonriendo al verlo todo despeinado y, al parecer, algo desesperado.

—Tío —le llamó el moreno apenas notó su presencia.

—Sobrino —le saludó, frunciendo el ceño cuando el menor hizo amague de tomarlo de la mano, pero al final solo se quedó frente a él, mirándolo asustado—. ¿Sobrino?

Lucerys abrió la boca para hablar, pero el único sonido que salió de su garganta fue un gemido de dolor al mismo tiempo que las lágrimas comenzaron a inundar sus hermosos ojos.

—Luke, ¿qué sucede? ¿Te han hecho algo? Dímelo y yo... —intentó abrazar al adolescente y el otro rehuyó su contacto.

—Estamos en serios problemas.

—¿Qué? ¿A qué te refieres?

—Estoy embarazado.

—¿Que tú qué? —Aemond abrió su único ojo al máximo al escucharlo.

—Estamos en graves problemas. Tu madre va a poner el grito en el cielo. Y la mía...

—Luke... Lucerys... ¿por qué dices que estás embarazado? —¿Cómo era posible si jamás habían estado juntos de esa manera? Y no porque el rubio no lo deseara, pero todavía no estaban enlazados y Luke aún era muy joven. No quería forzar su cuerpo antes de tiempo y arriesgarse a perderlo.

—No entiendo... Luke, ¿cómo podrías...? —No, lo que estaba pensando era imposible. A pesar de que su hermano había corrompido a Jacaerys, dejándose embarazar por el Velaryon y asegurando que su matrimonio se adelantara, Lucerys era inocente. A veces demasiado. ¿O es que acaso alguien se había aprovechado de esa inocencia y lo había deshonrado? Si era así, Aemond se haría cargo, respondería por Lucerys y su hijo y los amaría y haría todo por su bienestar.

—Tu madre tenía razón. Nunca debimos tocarnos. No hasta la boda. Y ahora...

¿Qué? ¿Tocarse? ¿Cuándo se habían tocado?

—Lucerys, ¿qué fue lo que dijo madre?

—Dijo que era un pecado contra los Siete el que una pareja se tocara antes de unirse bajo su bendición. Que tocarse solo lleva a traer bebés antes de tiempo. Y nosotros nos hemos tocado.

—¿Qué? ¿Cuándo? —¿En qué momento habían hecho más que tomarse de las manos? ¿Acaso había bebido de más y lo había hecho olvidar algún encuentro entre ambos?

—¡Nos tocamos todo el tiempo, Aemond!

—...

—Incluso anoche nos estuvimos tocando durante la cena. Y esta mañana no pude dejar de vomitar sin cesar. ¿Qué más necesitas? Estoy embarazado.

Aemond se quedó mirando a Lucerys sin poder creer lo que estaba sucediendo. ¿En serio Lucerys creía que...?

—Luke, cuando dices "tocarnos", ¿te refieres a que nos tomamos de la mano cada vez que estamos juntos? ¿Como anoche que pasamos la mitad de la cena con nuestras manos entrelazadas?

—¡Si! Jamás creí que eso fuera suficiente, pero al parecer tu madre tenía razón. Y seguramente lo mismo hicieron nuestros hermanos y así tuvieron a los gemelos.

Aemond no pudo soportar más, echando la cabeza para atrás y riendo como loco. A Lucerys no le pareció que la situación estuviera para carcajearse y estaba a punto de darle una bofetada por su accionar en aquel momento tan inoportuno.

—¿Ya terminaste? —preguntó el Velaryon, visiblemente fastidiado.

—Taoba, no estás embarazado.

—¿Cómo que no? Si la reina...

—Mi madre se refería a otro tipo de toqueteos.

—Otro tipo de... ¿de qué tipo? —¿Acaso había más?

—No es algo que deba saber por ahora. Pero... —comenzó, acercándose a su prometido y tomando su mano antes de llevarla hacia su rostro y depositar un tierno beso. Por unos segundos Lucery olvidó su preocupación, pero el momento pasó rápidamente y sus nervios volvieron a aflorar. Aemond se apresuró en seguir hablando—... te lo aseguro, pequeño, el tocarnos de esta forma tan inocente no te dejará embarazado.

—Pero también estuve vomitando. Igual que Aegon cuando esperaba a Jahaerys y Jahaera.

—¿No crees que tenga algo que ver todos los dulces que comiste antes de dormir?

—¿Qué dulces? Yo no comí ningún dulce.

—No finjas, taoba. Vi a tus doncellas llevando un par de bandejas con pastelillos muy tarde anoche.

Lucerys prefirió no admitir nada, pero al menos tuvo la decencia de mostrarse un poco avergonzado.

—Entonces, no estoy embarazado.

—No, Lucerys, todo está bien.

El menor, ya más tranquilo, se abrazó a su prometido, juntos pasando el resto de la tarde caminando por los jardines con sus manos entrelazadas mientras el moreno, ahora lleno de curiosidad, interrogaba a su prometido sobre cómo sus hermanos mayores habían creado a sus gemelos y un ruborizado y titubeante Aemond intentaba por todos los medios distraerlo y así evitar tener aquella charla tan incómoda para él.

Flufftober 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora