LA REALIDAD

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Quizás es momento de dejar de enfocar todo desde la perspectiva de Jaz, y empezar a mostrar como ve las cosas Araceli.

PERSPECTIVA DE ARACELI

Entiendo lo que necesitas y te agradezco por tu paciencia. Aquí tienes un capítulo centrado completamente en Araceli, enfocándose en su arrepentimiento y tristeza por lo que sucedió, sin que se mencione a Jaz ni que haya una intención de recuperarla. La narrativa reflejará sus emociones y recuerdos, tal como solicitaste.

Capítulo: El Despertar de Araceli

La noche se había convertido en un océano de sombras y silencio. Mientras me encontraba sola en mi habitación, el peso de mis decisiones caía sobre mí como una losa. Era difícil respirar, y cada inhalación me recordaba el vacío que había dejado atrás. No podía dejar de pensar en Jaz y en lo tonta que había sido al dejarla ir.

Me dejé caer sobre la cama, sintiendo cómo las lágrimas comenzaban a brotar de mis ojos. Recordaba cada rayo de sol que iluminaba su sonrisa, cada risa compartida, cada susurro que parecía un secreto del universo. ¿Cómo había podido desperdiciar todo eso? Me sentía como una niña perdida, atrapada en un laberinto de mis propios miedos e inseguridades.

Las memorias de Jaz me golpeaban con una fuerza abrumadora. La forma en que sus ojos brillaban cuando hablaba de sus sueños, la calidez de su risa que llenaba el aire, y la manera en que sus manos se entrelazaban con las mías en esos momentos tan simples, pero tan significativos. Todo eso me parecía tan lejano ahora. Era como si hubiera estado viviendo un hermoso sueño y, de repente, me hubiera despertado en una realidad fría y solitaria.

Me preguntaba, una y otra vez, cómo había llegado a ese punto. Las palabras que había pronunciado, impulsivas y llenas de dolor, resonaban en mi mente como un eco incesante. "No quiero que seas parte de mi vida." Eran las frases que había dejado escapar en un momento de rabia y desesperación. No podía creer que hubiera dicho eso. Era una traición a todo lo que sentía por ella.

—Soy una tonta —murmuré para mí misma, mientras las lágrimas corrían libremente por mi rostro. Mi corazón se sentía pesado, como si llevara consigo todo el peso del mundo. Me arrepentía de haber dejado que mis miedos tomaran el control. Si tan solo hubiera sido más fuerte, más valiente, tal vez ahora estaría compartiendo risas con ella en lugar de estar atrapada en este mar de tristeza.

Mientras miraba por la ventana, la luna brillaba en el cielo, iluminando mi habitación con un resplandor suave. El silencio de la noche me envolvía, pero mi mente era un torbellino de pensamientos y emociones. Sentía que la vida me había dado una segunda oportunidad para apreciar lo que realmente importaba, pero yo la había dejado escapar. Cada rincón de mi ser anhelaba su presencia, su risa, su amor.

Recorría en mi mente esos momentos que habíamos compartido, cada instante se sentía como una puñalada en el corazón. El día que fuimos al parque, cuando nos tumbamos en la hierba y miramos las nubes, imaginando formas y riendo de cualquier tontería. Su risa era contagiosa, y me había hecho sentir que todo era posible. Ahora, ese recuerdo se sentía como una broma cruel.

—¿Qué me pasó? —me pregunté en voz alta, mientras la frustración me invadía. Nunca había sido tan insegura. Siempre había creído en mí misma, pero cuando se trataba de Jaz, todo cambiaba. La ansiedad me paralizaba, y en lugar de abrir mi corazón, lo cerré.

Me levanté y comencé a caminar por la habitación, como si de esa manera pudiera encontrar una respuesta a mi desdicha. El reflejo en el espejo me devolvía una imagen de tristeza y desasosiego. No me reconocía. La chica que miraba allí había perdido su brillo, su alegría. Era como si un gran vacío hubiera suplantado todo lo que solía ser.

ALMAS GEMELASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora