𝙳𝚎𝚊𝚌𝚝𝚒𝚟𝚊𝚝𝚎

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La mañana había comenzado como cualquier otra, pero para Jimin, el simple hecho de abrir los ojos la sumergió en un remolino de emociones que apenas podía controlar. El recuerdo de lo sucedido en Japón con Minjeong golpeaba su mente una y otra vez, haciéndola sentir cada vez más sofocada.

Estaba sentada en la cama, mirando su teléfono como si fuera un arma que no podía dejar de sostener. El brillo de la pantalla parecía amplificar el dolor. Había evitado las redes sociales desde que regresó a Corea, pero algo en ella le impulsó a mirar, a revisar los comentarios. Tal vez era la esperanza de encontrar algo que le diera paz. Pero lo que encontró fue todo lo contrario.

"No puedo creer que le hicieras eso a Jaewook", decía un comentario que había obtenido cientos de likes. "Él te dio todo, y tú solo lo utilizaste para tu carrera."

Otro comentario le saltó a la vista, uno que le hizo contener el aliento: "Siempre supe que no lo querías. Solo estabas jugando con él. Qué cruel puede ser la gente como tú."

Las palabras perforaron su corazón. Trató de desviar la mirada, de dejar el teléfono de lado, pero era como si estuviera atrapada en un ciclo sin fin, uno que no podía detener. Mientras más leía, más crecía esa sensación de ahogo.

El aire comenzó a faltarle. Su pecho se comprimía, su respiración se volvía más rápida y superficial. De repente, todo en su alrededor parecía demasiado abrumador, como si las paredes de la habitación se estuvieran cerrando sobre ella.

¿Qué... qué me está pasando? —murmuró entrecortadamente, llevando una mano a su pecho, intentando recuperar el control.

Se levantó torpemente de la cama, tambaleándose hasta el baño, donde salpicó su rostro con agua fría. Pero nada parecía ayudar. El miedo se apoderó de ella.

No puedo respirar... no puedo... —jadeó, su vista comenzando a nublarse. Sabía que algo no estaba bien.

En pánico, tomó su teléfono nuevamente, pero esta vez no para revisar redes. Marcó el número de emergencias con manos temblorosas, luchando por mantener la calma.

Por favor... necesito ayuda —logró decir cuando la operadora respondió. —No puedo... no puedo respirar bien... no sé qué me pasa...

El tiempo pareció alargarse de manera infinita mientras esperaba a que llegara la ambulancia. Jimin se sentó en el suelo de la sala, abrazando sus rodillas y tratando de concentrarse en su respiración, tal y como le habían enseñado en sesiones de meditación. Pero los pensamientos seguían bombardeando su mente, recordándole una y otra vez las palabras de los comentarios, el recuerdo de Minjeong, el fracaso de su relación con Jaewook.

Finalmente, el sonido de sirenas se hizo eco en la distancia.

En el hospital, Jimin yacía en una cama de observación, conectada a un monitor cardíaco que marcaba un ritmo ahora más estable. Había médicos y enfermeras a su alrededor, revisando su pulso y haciéndole preguntas, pero el ruido en su mente apenas le permitía escuchar.

Un doctor joven, de expresión calmada, se acercó a su lado y le ofreció una sonrisa tranquilizadora.

Jimin, ¿puedes decirme cómo te sientes ahora?

Ella respiró profundamente, sus manos temblaban levemente, pero estaba más calmada.

No sé... me sentía como si me faltara el aire. Pensé que iba a... —hizo una pausa, incapaz de decir la palabra "morir".— No sabía qué hacer.

El doctor asintió con comprensión.

Has experimentado un ataque de ansiedad bastante fuerte. Tu cuerpo estaba reaccionando al estrés emocional que has estado acumulando. ¿Has pasado por algo estresante recientemente?

Jimin soltó una risa amarga.

No sé por dónde empezar —admitió, con una mezcla de tristeza y agotamiento en su voz.

El doctor le escuchó atentamente mientras ella hablaba, pero pronto otra persona entró en la habitación: el psicólogo del hospital. Era un hombre de mediana edad, con una expresión calmada y reconfortante. Tomó asiento junto a ella, permitiéndole espacio para relajarse.

Hola, Jimin —comenzó el psicólogo. —Escuché que has tenido un momento difícil. Me gustaría que hablaras conmigo un poco sobre lo que sientes.

Jimin dudó por un segundo, pero había algo en la calidez del hombre que la hacía sentirse segura de hablar. Las palabras comenzaron a salir, primero tímidamente, y luego, como una cascada.

He estado bajo mucha presión... no solo con mi carrera, sino también en mi vida personal. Terminé una relación recientemente, y todo el mundo está... bueno, la gente en redes sociales me culpa por eso. Dicen que no lo quise nunca, que solo lo usé. —Se frotó las manos, nerviosa. —No puedo dejar de pensar en eso... y lo que pasó en Japón, con alguien que... con alguien a quien realmente amo.

El psicólogo asintió lentamente, escuchándola con empatía.

Esas son muchas cosas que lidiar al mismo tiempo, Jimin. Y las redes sociales pueden amplificar todo, haciendo que el estrés sea mucho más difícil de manejar. —La miró a los ojos. —Mi consejo sería que te alejes un tiempo de las redes. Permítete espacio para sanar y no te sometas a la presión de los comentarios.

Jimin bajó la mirada, reflexionando sobre lo que él decía. Sabía que tenía razón. Los comentarios, los juicios de gente que ni siquiera la conocía, estaban destruyendo lo poco que le quedaba de estabilidad emocional.

Tienes razón —susurró. —No puedo seguir viviendo así.

El psicólogo sonrió levemente.

Hazlo por ti. Date el tiempo que necesites. Las redes siempre estarán allí, pero tu bienestar es lo más importante ahora.

Más tarde ese mismo día, Jimin se encontraba en su apartamento en Seúl, sentada en el sofá con el teléfono en las manos. Los consejos del psicólogo resonaban en su mente mientras miraba las aplicaciones de Instagram y Twitter en la pantalla.

"Desactívalas."

Sabía que era lo correcto, pero había una parte de ella que se resistía. Era difícil alejarse, dejar de estar al tanto de lo que la gente decía. Pero, después de lo ocurrido esa mañana, entendió que su salud mental estaba en juego.

Finalmente, tomó aire y, con determinación, desactivó ambas cuentas. El alivio fue inmediato, como si un peso gigantesco se hubiera levantado de sus hombros.

Jimin dejó el teléfono a un lado y cerró los ojos, permitiéndose un momento de paz. Quizás, por primera vez en mucho tiempo, podría empezar a sanar.

𝘙𝘪𝘨𝘩𝘵 𝘱𝘦𝘳𝘴𝘰𝘯, 𝘞𝘳𝘰𝘯𝘨 𝘵𝘪𝘮𝘦 2 - 𝘖𝘶𝘳 𝘛𝘪𝘮𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora