Capitulo 09: Escalera Real

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Contra el sí de Dezz ya nadie podía discutir, trabajaría para Argos, aunque en realidad, después de lo que había visto, ya no le interesaba, Dezz estaba mal, en realidad, era mucho más que sólo estar mal...

Quería encontrar la manera de ayudarla, pero Sinner había tirado por tierra esa idea. Según el Vampiro, el Ángel estaba más allá de toda ayuda, y que un simple humano, jamás podría tener la solución para su problema. Le fastidiaba pensar de aquella manera, pero tenía quedarle crédito, él no poseía poder alguno, y menos que menos podía intentar tocarle la nariz al ser que había aparecido a un lado de Dezz echando fuego por los ojos... era inútil... volvía a serlo, y la impotencia lo estaba dejando sin aire.

Quería a su Ángel, la quería bien, feliz, saludable, no ebria, desolada y rota. Will sabía de eso, comprendía demasiado bien lo que se sentía estar solo y desamparado, no lo quería para Dezz... pero nadie se lo estaba preguntado.

Se sentía frustrado a más no poder, y no se lo podía decir a Naths, no se lo podía decir a nadie, el Vampiro lo había amenazado de muerte si mencionaba su visita con el Ángel, y aunque él no le hubiese dicho nada, sabía dónde podía meterse y dónde no, y Dezz definitivamente, era un problema en donde la manera de ayudarla sería no haciendo nada, le dolía y pesaba, pero no era imbécil, él no podía hacer nada...

Despejó su mente y se preparó para ir al trabajo, cosa que le parecía vacía, pero él lo había querido así...


Cuando llegó a la entrada de empleados respiró profundo, Argos le había dicho que comenzaría con Roma, ella era dulce según lo que le había dicho Nathalie.

Vestido con una camisa blanca y pantalones negro, a pedido del Dios, ingresó por la puerta de empleados, Sinner cumplió con simplemente acompañarlo hasta allí, su jurisdicción terminaba cuando empezaba el terreno de Argos, y secretamente, William le tenía una estima demasiado grande al Dios, tener tanto poder... él ni siquiera sabía qué significaba aquello.


Al verse solo, subió una estrecha escalera oscura que zigzagueaba por momentos. Al llegar al final, una pesada puerta de metal negro se presentó imponente, era de esperar sabiendo que el club le pertenecía a un maldito Dios, todo allí gritaba poder,dinero, en definitiva: Argos... aunque él ni siquiera intentase descifrar el mensaje oculto, saltaba a la vista, muy mal escondido en la decoración fría y fina, en cada rincón perfectamente pintado, en las escaleras asquerosamente limpias, en el olor a desinfectante... Caminar por aquel pasillo iluminado con magníficos candelabros era espeluznante, el aire cortaba el ambiente elegante con maestría, no podía dejarse encandilar con los lujos que veía, porque aquello parecía una mazmorra muy bien decorada, nada más.

Cuando cruzó la dichosa puerta, supo que allí se encontraba el Dios, aunque no pudiese verlo, sentía su poder, uno que hasta la fecha no había notado jamás en ninguno de los Ángeles que había conocido, y si bien, sabía que ya había "visto" al Dios, no así. Respiró un poco más tranquilo al ver a una mujer en una esquina, supuso, lo más alejado del Dios posible, y se quedó obnubilado, aquella no podía ser Roma, pero lo confirmó cuando la mujer se presentó a sí misma.

Luego de que la emoción del encuentro se esfumase, y al notar lo incomoda que estaba Roma, intentó no mirarla fijamente, sino que reparó en el lugar, su nuevo trabajo. Había esperado un oficina pequeña, pero en vez de eso se encontró en una habitación enorme de paredes revestidas con madera azul oscuro iluminados perfectamente, los escritorios eran negros y sobre ellos se encontraban las computadoras que usarían tanto él, como Roma.

Las ventanas que rodeaban toda la habitación tenían cortinas americanas opacas, la única que se encontraba abierta pertenecía a un gran ventanal quedaba a la entrada del club.

Saga Ángel Oscuro III. Tentando al DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora