Capítulo 30: El camino de la Bestia

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Al día siguiente, uno de los sirvientes (el hombre-koala) nos ofreció una excursión por todo el pueblo, a lo cual aceptamos fácilmente.

Durante esa excursión, pudimos ver el Palacio, algunas casas del pueblo (hasta le pudimos hacer visita a Koisu, quien nos recibió con galletas) y hasta el Tribunal que no lo consideraba relevante en esos momentos. En lo único que estaba pensando era en el rastro que vimos en el cielo.

Cuando terminó el recorrido, íbamos directo al hotel para continuar con la tonta elección de sirvientes, pero lo que no habíamos visto que yo quería ver era el rastro de tierra despejada. Traté de avisar, incluso insistí, pero el mayordomo insistía en hacer todo menos eso, a lo cual Minako también se enteró de que faltaba eso. Discutimos tanto, que al final resultó una pérdida de tiempo, pues ahí llegó el momento del intercambio de sirvientes.

La siguiente fue la sirvienta-pantera, la cual sabemos su faceta masoquista. Por eso, Minako y yo decidimos reservar nuestra petición, puesto que ella iba a insistir en un castigo mientras nosotros íbamos a insistir en la visita al "rastro". Eso sí, buscar utilidades para una sirvienta es complicado...

Al pasar el rato, por fin llegó la que podría ser tanto nuestra salvación como nuestra perdición: La mujer-gato, la cual al llegar mientras la mujer-pantera se iba, nos saludó cordialmente y nos pidió disculpas directamente por lo que había hecho el día anterior.

-Descuida... La verdad, queríamos hablar con usted sobre otro tema- dije sutilmente para tratar de ganar su apoyo (además de que no quería intentarlo con nadie más que con ella).

-Oh... ¿Y cuál es, amo?- preguntó, a lo cual Minako respondió a mi favor...

-Verás... nos preguntábamos si nos llevarías a cierto lugar que no nos han enseñado en el tour de la mañana-

-¿Tour? ¡Ah! Hablas de la excursión del otro sirviente. ¿Y a qué lugar se refieren ustedes, amos?-

-Un rastro en medio del bosque...- traté de continuar, pero ella ya había tomado la idea.

-¡Ah! Ya sé cuál es. ¿Quieren que los lleve allá, mis amos?-

-Claro... pero insisto en que dejes de llamarnos "amos" todo el tiempo- dije por enésima vez (ya lo había dicho a CADA sirviente que me había tocado).

Y así, partimos los tres al rastro. Tenía una minúscula esperanza de que Azena estuviese allí, pero al final no la encontré.

-Mis amos... ¡oh! Lo siento. Otra vez volví a decirlo...- dijo por fuerza de la costumbre. Era entendible, por lo que la dejamos pasar. -¿Es éste el rastro al que ustedes se referían?-

-Sí. Gracias, eh... ¿cuál es su nombre?- dije, ya que ella me importaba más que el resto de los sirvientes (y mucho más que esa mujer-víbora).

-Eh... Komondai. Pero ustedes pueden llamarme como quieran- dijo ella, un poco nerviosa.

-Preferimos tu nombre real, Komondai...- dijo Minako, lo cual también apoyé. -...Por cierto, ¿qué pasó aquí?-

-Eh... esto... lo provocó la Bestia de Zafiro- confesó Komondai.

-¿La Bestia de Zafiro? ¿Y quién es esa "bestia"?- preguntó Minako.

-Aquella bestia es la mayor amenaza de nuestra tierra. Una vez llegó, supimos al instante que era peligroso. Tratamos de enfrentarlo, pero esa criatura lastimó a todo aquel que se le enfrentase. Tanto era su poder, que el mismísimo Emperador tuvo que desterrarlo de nuestra tierra a punta de armas extranjeras.-

-Mmm... ¿y hace cuánto llegó aquella "Bestia de Zafiro"?- preguntó Minako por curiosidad.

-A ver... hace más o menos una semana- dijo Komondai, dándome una sorpresa. Es decir, hace más o menos una semana fue propuesto el Torneo de Kihei. Vaya coincidencia...

-Espera... ¿esto lo hizo la "Bestia de Zafiro" en una semana?- siguió preguntando Minako.

-Pues sí. También me sorprende a mí...-

-Entonces... ¡tenemos que enfrentarnos a él!- propuso Minako.

-¡Esperen! Y-yo no lo sugiero para nada. Es muy fuerte, ¿recuerdan?-

-¿Lo olvidas? Tienes ante ti al ganador del Torneo de Kihei- dije, gozando el momento de alardear.

-Sí, sí... pero también tienes a una poderosa apren... ejem. Digo... guerrera frente a tus ojos- apoyó Minako, teniendo muy en cuenta que no podía decir en público que era la Aprendiz de los Elementos. Estaba en el trato.

-Buf... supongo que tienen razón. Pero en esto no los podré acompañar. Lo siento, pero tendrán que ir solos- en cierto modo, esas fueron palabras de alivio de parte de Komondai.

-Muy bien... ¿lista para enfrentarte a la Bestia de Zafiro, Minako?- pregunté, aprovechando que íbamos a enfrentarnos a un nuevo enemigo. Esta vez, para ayudar en cierto modo a Pánida.

-Deberías saber que siempre estoy lista- respondió Minako, preparada para una nueva lucha.

-Les deseo suerte- dijo Komondai a nuestro favor... tal vez iba a tomar en cuenta lo que Sentsu y Blade iban a hacer con la sirvienta.

Así, nos afrontamos en una nueva ruta, mientras teníamos la sensación de que alguien nos estaba vigilando.

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