Capítulo 38: Noche de destellos y milagros

29 3 1
                                    

Cuando cayó la tarde, Sakura me llamó para salir afuera. Decidí aceptar, puesto que no tenía mucho que hacer... aparte de escuchar locuras de mis amigos sin poder tomar tranquilamente el té. Así, ambos fuimos al patio donde estaba el cerezo mayor, sentándonos allí. Hay que admitirlo: La tarde era hermosa cuando dejaba de nevar.

-¿Sabes, Sakura?- empecé la charla -He tenido una duda desde que llegué hasta aquí... Hasta Yumeiro, quiero decir. ¿Por qué dicen todos que soy el elegido si ni siquiera soy de aquí?-

-Eh... eso no lo sé.- respondió la jardinera -Cuando supe de ti, mi pájaro dijo que eras el elegido por alguna razón...-

-Espera... ¿Puedes hablar con los pájaros?-

-Sí... después de todo, soy heredera del símbolo del ave blanca.-

-¿Y por qué el sello del ave blanca es sólo la sombra de un ave?- dije, tratando de hacer una conversación más amena.

-El primero de la familia White... La imagen de la sombra de un ave blanca posada en un árbol fue lo que le encadenó al destino de ser un jardinero. O bueno, eso dice mi familia...-

-Vaya...- eso fue lo único que pude responder, antes de que Sakura continuase.

-...El ave lo envió hasta esta montaña, y él perseveró todo el trayecto. Al llegar a la cima, encontró este templo...- les dije que era un templo -...un poco cutre y desolado. Aún así, el ave continuó y White llegó hasta este cerezo, donde se supone que vio al espíritu de la flor de cerezo...-

-¿Y cómo ese espíritu llegó allí?- pregunté.

-No lo sé y no me importa. Lo único que debo hacer es tener la fe ciega...-

-Pero si mantienes una fe ciega, ¿cómo puedes saber que estás haciendo lo correcto en cuanto a proteger este árbol?-

-Bueno... la verdad es que lo único que sé es que el espíritu en vida protegió este árbol con su vida y falleció sobre él haciendo esa misma labor. Todo lo que le rodea ahora le honra, y el mismo cerezo rescató su alma para conservarlo y conservar a todos los demás.- Algo curioso es que a Sakura le encantaba contar esos cuentos.

-Con que no te importa, ¿eh?- está bien... admito que la idiotez me afectó un poco.

-Basta de hacer eso. ¿Vale?- Sakura estaba un poco orgullosa en frente mío. -Aunque... la razón por la que te llamé aquí era para desahogar un poco era para liberarme un poco de tanto detalle...-

-¿Cómo así?- y vuelvo a admitir lo de aquello.

-Bien... empiezo porque soy la primera mujer de la familia a la que se le encargó este trabajo.- Dijo, con aires que le quitaban el peso de encima.

-¿Ah, sí?-

-Sí... estoy como tú; sé que hacer, pero no sé por qué...- respondió, un poco triste por sus dudas.

-En realidad, tú vas mejor que nosotros. Es decir, Minako no sabe siquiera quién es, Akira jamás ha pensado qué hacer, y yo trato de pensar qué hacer, pero no sé siquiera por dónde empezar...- dije, mirando al cielo y contemplando las estrellas.

-...Son hermosas, ¿no?- Sakura se dio cuenta de lo que yo veía. -Las estrellas, quiero decir...-

-Sí... con sólo ver esto, sentí que había algo más en la vida que... mi propio mundo. Nadie jamás me creyó, pero creí hasta el incidente del águila, donde la realidad superó mis expectativas.-

-Y tuviste más aventuras que yo, siquiera. Vaya... qué suerte.-

-Y mañana, ¿qué va a ocurrir?- pregunté curioso.

El mundo de la magiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora