Lidiar con el rechazo de una madre hacia algo tan íntimo y profundo como mi identidad de género es un dolor que se va clavando, lento pero profundo, en cada rincón de mi ser. Mi madre, la persona que debería aceptarme y apoyarme sin condiciones, me sigue viendo como algo que no soy, como alguien que nunca fui, y lucha contra la idea de verme como su hijo, insistiendo una y otra vez en que soy "su hija".
No es solo una palabra. Ese "hija" que ella repite, cada vez que lo pronuncia, es una negación de lo que soy y lo que siento, una anulación de mi existencia tal como la vivo. Cada vez que me lo dice, se siente como si estuviera ignorando lo que he compartido con ella, todo lo que he tratado de expresar con la esperanza de que lo entienda, de que vea lo mucho que esto significa para mí, lo que representa en mi vida. Pero parece que, para ella, esas palabras no valen nada. Parece que la historia que construí, la historia que he ido descubriendo poco a poco, es invisible para ella, una madre que se niega a ver a su hijo y que, por alguna razón, solo logra ver a una hija.
Es un peso en mi pecho que se acumula y se hace más difícil de llevar, porque la familia debería ser el lugar seguro, el espacio donde uno encuentra apoyo cuando el mundo se pone demasiado duro, donde la gente que te ama te cuida y te respalda. En lugar de eso, siento que tengo que defender mi identidad, justificar mi existencia, e incluso encontrar el valor para resistir el rechazo, sabiendo que nunca podré ser, para ella, ese hijo que realmente soy. No importa cuánto lo explique, cuánto insista en lo que siento; cada conversación parece llevarnos de vuelta al mismo punto, a la misma pared que me separa de ella.
Y aunque en algún momento pensé que el tiempo ayudaría, que a medida que me viera en mi esencia y se diera cuenta de que esto no es una fase ni un capricho, sino algo tan esencial para mí como respirar, ahora dudo que eso pase. Ese "hija" que repite constantemente, es un recordatorio de que, en sus ojos, nunca seré lo que soy.
Es frustrante, doloroso y, muchas veces, agotador. Quiero ser capaz de vivir sin tener que lidiar con la tristeza de que una parte de mi familia no me acepte, de que mi propia madre, a quien debería contarle mis miedos y esperanzas, me niegue en algo tan fundamental. Es como si ella tuviera una imagen en su mente de quién soy y se aferrara a ella con todas sus fuerzas, sin querer ver que ese "yo" que ella imagina, no es quien soy ni quien quiero ser.
No es fácil aceptar que quizás ella nunca entienda, que tal vez nunca vea al chico que soy. Y aunque intento ser fuerte, siento que a veces me desmorono, que esta falta de aceptación se va acumulando y se convierte en una carga tan grande que ya no sé cómo llevar.
Sigo luchando, sigo tratando de aceptar esta situación, de entender que su rechazo no define quién soy, y que mi identidad es válida y real, incluso si no tengo el apoyo de mi madre. Porque ser yo mismo es lo único que puedo ser, y merezco ser aceptado y amado como el chico que soy, sin importar quién decida ver otra cosa.
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Fragmentos de un YO Silenciado © ✓
RandomEste libro es un viaje a través de mis pensamientos y emociones, un espacio donde comparto la lucha por afirmar mi identidad. Cada relato es un fragmento de mi vida, una ventana a mis experiencias de rechazo y anhelos de aceptación. Sin filtros ni a...