En mi camino, lleno de altos y bajos, siempre ha estado ella. Sin importar la hora ni la situación, en cada recaída, en cada ataque de disforia, en cada momento en que me he sentido perdido o desesperado, ella ha sido el punto constante, la mano que me ha tendido siempre, sin dudar.
En cada momento, ella ha estado ahí, en silencio o en palabras, simplemente estando presente. Desde el momento en que le conté quién soy, no hubo dudas en sus ojos, no hubo preguntas que buscaran justificar o cuestionar mi identidad. En un mundo lleno de miradas que a veces me hacen sentir como si tuviera que dar explicaciones, ella me miró y me aceptó sin reservas, con un amor y una sinceridad que pocas veces se encuentran en la vida.
Ella es mi refugio, la persona a la que puedo acudir sin miedo, porque sé que en sus ojos siempre seré yo, sin adornos ni disfraces. En los días difíciles, cuando el peso de la incomprensión y la invalidación me agobia, ella es la voz que me recuerda quién soy y lo lejos que he llegado. Sin esperar nada a cambio, sin pedirme que sea alguien que no soy, ha estado a mi lado, dándome la fuerza que a veces me falta y recordándome que no estoy solo en este camino.
No puedo imaginar este proceso sin ella, porque su apoyo ha sido más que compañía; ha sido una prueba de que el amor verdadero existe en la forma de una amistad que no necesita condiciones ni explicaciones. Ella es una de las personas que más adoro en la vida, y su presencia me ha enseñado que la amistad también es un tipo de amor: uno que se ofrece de manera desinteresada, que se da sin reservas.
A veces, siento que no hay palabras suficientes para expresar lo que significa tener a alguien como ella en mi vida. Su apoyo ha sido una bendición, un ancla que me ha mantenido firme en los momentos en que las dudas me invaden. No solo ha aceptado mi identidad; la ha celebrado, ha reconocido cada parte de mí sin cuestionar, y eso es un regalo que nunca podré agradecer lo suficiente.
La vida es compleja, y este camino de autodescubrimiento y transición está lleno de retos. Pero saber que tengo a alguien a mi lado que me respalda incondicionalmente hace que todo sea un poco más fácil, que cada paso que doy se sienta más firme. Ella es más que una amiga; es una hermana, mi confidente y mi mejor aliada. Tenerla a mi lado es una de las cosas más hermosas que me han pasado, y espero que sepa cuánto significa para mí y cuánto la valoro.
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Fragmentos de un YO Silenciado © ✓
De TodoEste libro es un viaje a través de mis pensamientos y emociones, un espacio donde comparto la lucha por afirmar mi identidad. Cada relato es un fragmento de mi vida, una ventana a mis experiencias de rechazo y anhelos de aceptación. Sin filtros ni a...