Estaba recordando los primeros pasos de este viaje, y es como si volviera a caminar por senderos llenos de preguntas y emociones contradictorias. Desde pequeño, sentía una desconexión, algo que no podía entender ni poner en palabras. Esa sensación de no pertenecer, de sentirme atrapado en una identidad que no era mía, empezó a hacerse más fuerte. Al principio, pensaba que eran solo ideas pasajeras, algo que con el tiempo desaparecería. Pero esos pensamientos se volvieron permanentes, un eco constante que no me dejaba en paz.
La confusión era inmensa. Me miraba al espejo y no entendía por qué no podía sentirme cómodo con lo que veía. Las palabras para describir lo que sentía no existían en mi vocabulario. Todo lo que sabía era que algo dentro de mí estaba tratando de decirme algo, aunque no sabía cómo escuchar.
Con el tiempo, comencé a buscar respuestas, a investigar, a leer historias de personas que describían una experiencia similar. Descubrir la palabra "transgénero" fue como encender una luz en un cuarto oscuro. Finalmente, alguien estaba poniendo en palabras lo que había sentido toda mi vida. Había otros como yo, personas que también luchaban con su identidad, que también sentían que el mundo los estaba viendo de una forma que no coincidía con quienes realmente eran.
Pero, aunque encontrar esa palabra trajo un alivio, también trajo miedo. Reconocer que soy trans no fue un momento de revelación instantánea; fue una mezcla de aceptación y resistencia. Tenía miedo de lo que esto significaría para mi vida. Me aterraba pensar en cómo reaccionarían los demás, en las posibles consecuencias de ser yo mismo en un mundo que a menudo no entiende ni acepta lo que no se ajusta a sus expectativas.
Al principio, intenté reprimirlo, decirme a mí mismo que tal vez estaba exagerando, que tal vez solo era una fase. Me forzaba a encajar en la imagen que los demás esperaban ver, esperando que, si jugaba el papel el tiempo suficiente, mi verdadero ser desaparecería. Pero con cada intento, la desconexión crecía. Era como vivir con una máscara que me asfixiaba, una máscara que me quitaba la oportunidad de conocerme realmente.
Aceptar mi identidad fue un proceso lento y lleno de altibajos. No fue un acto de valentía espontáneo, sino una sucesión de momentos en los que tuve que enfrentarme a mis propios miedos, a mis propias dudas. Poco a poco, fui construyendo la confianza para decir "este soy yo" y para luchar por ese derecho.
Ahora, al mirar hacia atrás, veo el proceso de autodescubrimiento como una serie de pequeñas revelaciones que, juntas, formaron una imagen completa. Es un camino que continúa cada día, porque seguir aceptándome y expresando mi identidad es un acto constante, una reafirmación de que merezco ser quien soy, sin importar las expectativas de los demás.
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Fragmentos de un YO Silenciado © ✓
RandomEste libro es un viaje a través de mis pensamientos y emociones, un espacio donde comparto la lucha por afirmar mi identidad. Cada relato es un fragmento de mi vida, una ventana a mis experiencias de rechazo y anhelos de aceptación. Sin filtros ni a...