Es inevitable encontrarse con personas que, por alguna razón, dicen ser trans y luego cambian de parecer. Quizás están explorando su identidad o simplemente pasando por una fase de autodescubrimiento. Sin embargo, cuando estas personas, después de declararse trans, de pronto se retractan como si fuera algo tan simple como cambiarse de ropa, el impacto va mucho más allá de ellos mismos. Para aquellos de nosotros que vivimos a diario con la lucha y la realidad de ser trans, ver a alguien tratarlo con ligereza puede sentirse como una bofetada.
Recuerdo una vez, en particular, a alguien que decía ser un chico trans. Pasó un tiempo intentando encajar en el rol, buscando aceptación en la comunidad. Aunque al principio me alegré de que más personas encontraran el valor para expresar quiénes eran, pronto me di cuenta de que, para esta persona, parecía ser más un juego que una realidad. Fue cuestión de tiempo antes de que anunciara, de un día para otro, que ya no era trans, como si todo hubiera sido una moda pasajera. Esa experiencia me dejó una sensación amarga y una gran incomodidad.
Enfrentar esta situación me hizo cuestionarme muchas cosas. Es frustrante y doloroso ver cómo alguien puede tratar algo tan significativo como si fuera una moda o un experimento trivial. Para muchos de nosotros, ser trans no es una decisión momentánea o una fase; es una lucha diaria por ser reconocidos, respetados y valorados en nuestra identidad. Pasamos por momentos difíciles: la disforia, el rechazo, el juicio constante de quienes no entienden o no quieren entender. Ser trans, para nosotros, no es un juego.
Además, la experiencia me llevó a ver el impacto negativo que tiene este tipo de situaciones en nuestra comunidad. Cada vez que alguien se declara trans y luego se retracta de forma tan superficial, se alimenta el mito de que las personas trans estamos “confundidas”. La sociedad, ya de por sí incrédula y prejuiciosa, aprovecha estos casos para afirmar que ser trans es solo una fase o un error. No entienden el peso que esto tiene para quienes verdaderamente vivimos esta realidad. Las personas que utilizan nuestra identidad de forma pasajera nos arrebatan credibilidad y refuerzan el estigma de que nuestra lucha es, de alguna manera, menos válida.
Para mí, esa experiencia fue un recordatorio doloroso de que no todas las personas valoran lo que significa ser trans. Mientras algunos juegan con la identidad, muchos de nosotros enfrentamos la vida con valentía, desafiando los prejuicios y la ignorancia de una sociedad que rara vez nos comprende. Y aunque estos casos pueden hacernos sentir invisibilizados o invalidados, también me han enseñado la importancia de mantenerme firme en mi identidad y de recordar que, para quienes realmente vivimos esta experiencia, nuestra autenticidad es inquebrantable.
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Fragmentos de un YO Silenciado © ✓
DiversosEste libro es un viaje a través de mis pensamientos y emociones, un espacio donde comparto la lucha por afirmar mi identidad. Cada relato es un fragmento de mi vida, una ventana a mis experiencias de rechazo y anhelos de aceptación. Sin filtros ni a...