Un momento romantico

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[2 de abril, 2012]

Era un día soleado, el tipo de día en el que los estudiantes normalmente preferirían estar fuera jugando en lugar de sentados en las aulas. Pero Mark y Jay se encontraban en la biblioteca de la escuela, ocupados con sus deberes. A pesar de la calidez del sol que se colaba por las ventanas, el ambiente entre ellos era tranquilo, casi sereno. Los dos se concentraban en sus propios trabajos, aunque, de vez en cuando, Jay lanzaba furtivas miradas a Mark desde el otro lado de la mesa.

El sonido de las hojas de los libros y los lápices rayando el papel era lo único que rompía el silencio entre ellos, pero para Jay, había algo más en el aire, una energía silenciosa que no podía ignorar. Mientras Mark garabateaba en su cuaderno, Jay se perdió en sus pensamientos, recordando el beso que compartieron días atrás, el momento que cambió todo entre ellos. Aún podía sentir la suavidad de los labios de Mark, el leve titubeo antes de que ambos se dejaran llevar.

De repente, la campana del final del día resonó, sacándolos de su concentración. Los estudiantes comenzaron a empacar rápidamente y a salir de la biblioteca, ansiosos por regresar a casa. Pero Mark no se levantó de inmediato. Se quedó sentado, mirando su cuaderno como si estuviera esperando algo.

Jay levantó una ceja, extrañado. -¿No te vas? - preguntó, intentando sonar casual, pero su corazón acelerado traicionaba su calma aparente.

Mark alzó la vista y sonrió de lado, esa sonrisa que hacía que a Jay se le olvidara todo por un segundo. - Pensé que podríamos caminar juntos a casa hoy.

Jay sintió un leve calor subir por su cuello, y aunque intentó disimular su emoción, no pudo evitar sonreír. Asintió sin decir nada, y ambos comenzaron a caminar juntos, en silencio, por los pasillos vacíos.

El sol de la tarde bañaba el patio escolar con una luz cálida, y mientras caminaban, sus manos rozaron accidentalmente. El contacto fue breve, pero lo suficientemente significativo como para hacer que ambos se detuvieran en seco. Jay miró sus pies, demasiado nervioso para levantar la vista, mientras Mark parecía congelado en el lugar, como si estuviera sopesando lo que acababa de pasar.

El silencio entre ellos se hizo más pesado, cargado de palabras no dichas, de sentimientos que aún no se atrevían a expresar abiertamente. Entonces, Jay, en un impulso repentino, alargó la mano y entrelazó sus dedos con los de Mark. Fue un gesto tímido, inseguro, pero en ese pequeño movimiento había una promesa silenciosa.

Mark apretó suavemente su mano en respuesta, y aunque no dijeron nada, ambos sabían que aquel momento marcaba el inicio de algo más profundo entre ellos. Mientras caminaban hacia su casa, con las manos entrelazadas, el mundo a su alrededor parecía desvanecerse. Por primera vez en mucho tiempo, Jay se sintió completamente en paz.

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