Capitulo 7: Silencio

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Siete años habían pasado desde el día en que Jay abordó ese avión, dejando atrás su vida en China. Ahora, con 24 años, era un hombre de negocios exitoso en Estados Unidos. Había cumplido con las expectativas de su padre: un título en administración de empresas, una posición clave en la expansión internacional de la compañía familiar, y una vida llena de prestigio y responsabilidad. En la superficie, lo tenía todo. Pero debajo de esa fachada de éxito, su corazón seguía atado a un lugar distante y a una persona que nunca pudo olvidar.

Había noches en las que, después de una reunión de negocios o de una larga jornada en la oficina, se encontraba solo en su apartamento de Nueva York. Era en esos momentos, cuando la ciudad estaba en silencio, que su mente volvía inevitablemente a China, a los recuerdos que trataba de enterrar. El rostro de Mark seguía apareciendo en su mente, como un fantasma que lo atormentaba, una imagen que ni el tiempo ni la distancia podían borrar.

Jay revisaba las redes sociales de Mark en secreto, buscando señales de su vida actual. Las fotos que Mark publicaba mostraban a alguien que parecía feliz, rodeado de amigos, colegas y familiares. Sonreía en cada imagen, pero había algo en esa sonrisa que a Jay siempre le parecía distante, vacío. Mark nunca compartía detalles personales, lo que hacía a Jay preguntarse si realmente había seguido adelante o si, como él, todavía cargaba con el peso de un pasado que nunca pudo resolverse. Se preguntaba si Mark alguna vez pensaba en él, o si lo había borrado completamente de su vida.

Por su parte, Mark también había cambiado. A sus 24 años, era un ingeniero respetado en una importante empresa de tecnología en Beijing. Su carrera era prometedora, y sus logros profesionales lo habían colocado en una posición envidiable. Sin embargo, detrás de su éxito, había un vacío que ningún logro podía llenar. Desde el día en que Jay se fue, Mark había enterrado sus sentimientos en lo más profundo de su ser, optando por centrarse en su carrera y en construir una vida que, en teoría, debería hacerle feliz. Pero por mucho que lo intentara, el hueco que Jay había dejado seguía ahí, un dolor constante, aunque cada vez más sutil.

Había noches en las que Mark se quedaba trabajando hasta tarde, no porque lo necesitara, sino porque temía lo que su mente le recordaría si se detenía. El recuerdo de Jay seguía siendo su mayor debilidad. Durante los primeros años después de la partida de su hermanastro, había esperado que el tiempo lo curara, que el dolor se desvaneciera. Pero no lo hizo. Aunque ya no lo paralizaba como antes, la herida seguía abierta, y Mark sabía que no importaba cuánto tiempo pasara, siempre habría una parte de él que estaría esperando un regreso que probablemente nunca sucedería.

Mientras tanto, sus padres vivían en la ignorancia, sin comprender completamente el impacto de su separación. Cheng, el padre de Jay, estaba convencido de que su plan había funcionado. Había obligado a su hijo a estudiar en el extranjero para "superar" cualquier confusión que tuviera. Creía que, al mantenerlos separados, había protegido la reputación y estabilidad de la familia. Para él, los lazos entre Jay y Mark eran cosa del pasado, una fase que su hijo había dejado atrás.

La madre de Mark, aunque más perceptiva, había decidido no intervenir. Sabía que algo profundo había ocurrido entre los dos jóvenes, pero eligió guardar silencio, creyendo que era mejor dejar que el tiempo lo resolviera. Los años habían pasado, y aunque a veces notaba la tristeza en los ojos de su hijo, prefería pensar que él estaba bien, que había seguido adelante.

Sin embargo, ninguno de ellos entendía la verdad. Ninguno de ellos sabía que, a pesar de los años de silencio, Jay y Mark seguían conectados por ese lazo invisible, una mezcla de amor, arrepentimiento y deseo no correspondido. Era una conexión que ninguno de los dos podía romper, aunque el mundo intentara hacerlo.

Mientras ambos continuaban con sus vidas, sus corazones latían en sincronía, aunque en diferentes hemisferios. Jay, atrapado en su éxito, no podía evitar soñar con lo que podría haber sido si hubiera tenido el valor de quedarse. Y Mark, aunque intentaba llenar su vida con logros, sabía que había una parte de su corazón que siempre pertenecería a Jay.

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