La conversación que cambió todo

8 0 0
                                    

[19 de noviembre, 2012]

Era una noche fría, el viento soplaba ligeramente a través de las ventanas abiertas de la habitación de Mark, mientras él se encontraba en su escritorio, fingiendo leer un libro. Pero su mente estaba pensando en lo sucedido en la cena, el tono autoritario que había usado el papá de Jay para dirigirse a él lo estaba poniendo nervioso. Aunque las cosas entre ellos habían estado intensas, como siempre, pero también estaban rodeadas de una nube de incertidumbre. Mark sabía que algo no estaba bien, que algo más estaba en juego, y esa sensación lo había estado inquietando desde hacía días.

El sonido de pasos suaves en el pasillo lo sacó de sus pensamientos. Levantó la mirada justo a tiempo para ver la figura de su madre aparecer en la puerta. Su madre, siempre elegante, siempre controlada, llevaba una expresión que Mark no podía descifrar del todo. Había algo en sus ojos que le hizo sentir que la conversación que estaba a punto de tener no iba a ser nada fácil.

- ¿Puedo entrar? - preguntó su madre, aunque ya estaba cruzando el umbral de la puerta.

Mark asintió, dejando su libro a un lado, sintiendo un nudo formarse en su estómago. Su madre rara vez entraba en su habitación sin motivo, y esta vez no parecía una excepción.

- Mark, tenemos que hablar de algo importante. - dijo, sentándose en el borde de la cama y mirando a su hijo con una mezcla de preocupación y algo más oscuro que Mark no podía identificar del todo.

- ¿De qué se trata? - preguntó, aunque ya sentía en sus huesos hacia dónde se dirigía esta conversación.

Su madre lo miró detenidamente antes de responder, como si estuviera calculando cada palabra cuidadosamente.

- Sé que tú y Jay han estado... - hizo una pausa, buscando la palabra adecuada-.. cercanos. Muy cercanos.

Mark mantuvo su mirada firme, pero el latido de su corazón se aceleró. No era algo de lo que quisiera hablar con su madre, no ahora, no nunca.

- No es lo que crees, mamá. - respondió rápidamente, tratando de desviar el tema antes de que fuera demasiado lejos.

- No me tomes por tonta, Mark. - La voz de su madre era suave, casi maternal, pero había un filo afilado en sus palabras - Lo que tienes con Jay no es algo que puedas ocultar para siempre. Pero te estoy diciendo esto por tu propio bien, y por el suyo.

Mark apretó los labios, sintiendo una mezcla de frustración y miedo. Él sabía lo que venía, y lo odiaba.

- Mamá... - comenzó, pero ella lo interrumpió.

- Escúchame. - dijo, su tono aún calmado, pero ahora cargado de una seriedad que hizo que Mark se sintiera pequeño - El señor Cheng es un hombre ambicioso. Tiene planes, grandes planes, y tú sabes tan bien como yo que no va a permitir que nada se interponga en su camino. Incluyéndote a ti... o a Jay.

La mención de Jay hizo que Mark sintiera un escalofrío recorrerle la espalda. Su madre lo estaba mirando, con esa mirada severa pero afectuosa que solo una madre podía tener. Había amor en sus ojos, pero también había una advertencia oculta.

- ¿Qué estás diciendo exactamente? - preguntó Mark, su voz ahora más fría, defendiendo a Jay sin siquiera pronunciar su nombre.

- Estoy diciendo que lo que tienes con Jay debe terminar. - su madre finalmente soltó, con una frialdad disimulada bajo una capa de preocupación- No porque no lo quiera para ti, sino porque no quiero que esto destruya todo lo que ambos han logrado. Tú y Jay tienen un futuro brillante, pero no juntos.

- No puedes estar hablando en serio. - Mark sacudió la cabeza, sintiendo que su corazón se rompía con cada palabra de su madre- Lo amo. No puedo simplemente... dejarlo.

- Mark, escúchame. - insistió ella, inclinándose un poco hacia él, sus ojos ahora más serios, con un brillo peligroso que no había estado allí antes - Jay ha pasado por mucho. Ha perdido a su madre, ha tenido que adaptarse a esta vida, y ahora... está bajo la protección de su padre. El señor Cheng hará todo lo que esté en su poder para asegurarse de que el futuro de Jay no se vea comprometido, y si eso significa deshacerse de cualquier cosa que él vea como un obstáculo, lo hará. Y créeme, hijo, tú eres ese obstáculo.

Mark sintió que la sangre se le helaba. Sabía que el señor Cheng era un hombre poderoso, implacable, pero escuchar a su propia madre decirlo de esa manera lo golpeó de una forma que no esperaba.

- ¿Me estás diciendo que él nos... haría daño? - preguntó Mark, con incredulidad.

- No físicamente. - dijo su madre con una sonrisa tensa, casi como si la idea fuera ridícula - Pero hay otras formas de destruir a las personas, Mark. Si sigues con esto, si insistes en estar con Jay, te aseguro que él hará que ambos paguen el precio. Y tú, más que nadie, sabes lo que eso significaría para Jay.

Mark bajó la mirada, sus manos temblando ligeramente. Todo lo que quería era estar con Jay, protegerlo, amarlo. Pero su madre estaba describiendo un futuro que era oscuro, lleno de peligros que no podía ignorar.

- Esto no es solo una advertencia, hijo. - continuó su madre, su voz bajando un tono - Si realmente amas a Jay, lo dejarás ir. No quiero verte sufrir, y no quiero que Jay sea arrastrado por el caos que podría venir. Tú sabes que el señor Cheng no se detendrá ante nada para lograr lo que quiere. Y si te considera una amenaza para el futuro de su hijo... - Se detuvo, dejando que el silencio hablara por ella.

Mark apretó los dientes, luchando contra las lágrimas que se acumulaban en sus ojos. Se sentía atrapado, impotente. Amaba a Jay más de lo que había amado a nadie, pero ahora parecía que su amor era una condena para ambos.

- No puedo hacerlo. - susurró Mark, mirando a su madre con desesperación- No puedo dejarlo.

- Tienes que hacerlo. - respondió ella, su tono más frío ahora, casi como si fuera una orden- A veces, Mark, el mayor acto de amor es saber cuándo dejar ir a la persona que amas. Hazlo por él. Hazlo por ti.

Mark se quedó en silencio, sintiendo que su mundo se desmoronaba a su alrededor. Sabía que su madre tenía razón, pero eso no hacía que la decisión fuera menos dolorosa.

Con una última mirada compasiva, su madre se levantó y salió de la habitación, dejándolo solo con su dolor y la difícil decisión que tendría que tomar

Forbidded HeartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora