El frío de la distancia

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[Finales de 2012]

Jay llegó a Estados Unidos una mañana nublada y fría. El avión aterrizó suavemente en la pista, y mientras veía por la ventana el cielo gris y el suelo cubierto de escarcha, se sentía como si esa frialdad externa se estuviera apoderando de su propio corazón. Apenas tocó suelo, sintió que cada paso lo alejaba aún más de Mark, como si cada kilómetro añadido a esa distancia debilitara un poco más su resistencia.

Al principio, la emoción de estar en un país nuevo y desconocido le dio algo de impulso. Miraba los rascacielos y las calles con asombro, tratando de distraerse, de convencerse de que esta era una oportunidad única, pero por dentro no dejaba de pensar en él. En Mark, en sus sonrisas y sus charlas, en cómo no estaría allí para compartir estos momentos con él.

Durante los primeros días, Jay trató de adaptarse. Fue a la escuela, conoció a nuevos compañeros e intentó enfocarse en sus estudios. Sabía que estaba aquí por una razón: su padre le había repetido incansablemente que esto era por su propio bien, que necesitaba concentrarse en su futuro. Pero el vacío que sentía era constante, como un eco que resonaba en su interior. Todo le recordaba a Mark, a sus bromas, a sus miradas, a la complicidad que habían compartido desde que se conocieron.

Algunas noches, Jay tomaba su celular y miraba el número de Mark, con el dedo temblando sobre el botón de llamada. Podía imaginarse el sonido de su voz, la forma en que probablemente diría su nombre al contestar. Sin embargo, siempre se detenía. Recordaba las palabras de su padre y la promesa que había hecho, aunque le doliera con cada fibra de su ser. Terminaría guardando el celular, y pasaría el resto de la noche mirando el techo, incapaz de dormir mientras la nostalgia lo carcomía.

El tiempo pasaba, y Jay comenzó a recibir mensajes y llamadas de sus amigos de la escuela. Tian Wei, su amigo de toda la vida, le enviaba mensajes para saber cómo le estaba yendo, preguntando si se estaba acostumbrando a la vida en Estados Unidos. Sus antiguos compañeros, incluso algunos que apenas conocía bien, le enviaban saludos, recordándole lo mucho que lo extrañaban y deseándole lo mejor. Pero Jay apenas contestaba. No tenía fuerzas para hablar de cómo se sentía realmente, de lo solo y desorientado que estaba.

Hubo una noche en particular en la que Tian Wei lo llamó, y Jay, después de ignorar varias llamadas, finalmente atendió. La voz de su amigo le sonaba tan familiar, tan reconfortante, pero también trajo consigo una ola de tristeza que casi lo desbordó.

— Jay, ¿estás bien? —preguntó Tian, su voz llena de preocupación— Todos te extrañamos aquí. Sabes que puedes llamarnos, ¿verdad?

Jay tragó saliva, tratando de mantener la compostura. No quería que Tian supiera lo perdido que se sentía, lo mucho que le dolía estar lejos de su hogar y de Mark.

— Estoy bien, Tian. Solo... he estado ocupado, eso es todo. — Su voz sonó distante, incluso para él mismo.

Tian guardó silencio por un momento, como si estuviera evaluando las palabras de Jay.

— Escucha, sé que esto es difícil, pero tienes que recordarte a ti mismo por qué estás allí. Tienes una oportunidad increíble, y todos aquí estamos apoyándote, ¿sabes?

Jay asintió, aunque sabía que Tian no podía verlo. Le agradeció las palabras y, después de una breve conversación superficial, colgó. Pero esa noche se dio cuenta de que no estaba solo en su dolor, que incluso sus amigos sentían su ausencia, y eso solo lo hacía sentir peor. La distancia no solo lo separaba de Mark, sino de todo lo que había sido importante para él. Sentía que estaba perdiendo no solo a la persona que amaba, sino a sí mismo en el proceso.

Con el tiempo, Jay se volvió cada vez más reservado. Apenas contestaba mensajes, y evitaba las llamadas tanto como podía. Antes Mark y él solían enviarse canciones, pequeñas notas o fotos divertidas durante el día, y ahora todo eso había desaparecido, el silencio era ensordecedor. Su celular estaba lleno de notificaciones, pero las ignoraba todas. No podía soportar la idea de recordar lo que había dejado atrás, de revivir el dolor de haber tenido que dejarlo todo.

Forbidded HeartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora