Mark no estaba pasando por su mejor momento; últimamente, todo parecía salirle mal. Después de deambular en círculos durante lo que parecieron horas, finalmente decidió dirigirse a su antigua casa. Alzó la vista al cielo, inhaló profundamente, como si el solo acto de respirar le costara, y continuó avanzando, casi como si estuviera en piloto automático.Al llegar, se quedó inmóvil. Jay estaba allí, de pie en la entrada de la casa donde habían crecido, ese lugar que guardaba tantos recuerdos compartidos. La sorpresa y el peso de la nostalgia lo golpeó de inmediato y por un instante, sintió que el tiempo se detenía en aquel rincón lleno de historias sin terminar.
Cuando Mark volvió en sí, desvió la mirada hacia la puerta de la casa, esa puerta que había cruzado cientos de veces en su infancia. Pero, en lugar de entrar, optó por seguir caminando. No estaba listo para enfrentar esos recuerdos, no ahora, cuando tantas emociones estaban aún sin resolver. Desde que Jay se había ido al extranjero hacía siete años, Mark había decidido vivir en los dormitorios de la escuela, y después, al ser admitido en una de las mejores universidades, evitaba las visitas a su madre y se limitaba a enviarle mensajes de texto.
Jay lo observó en silencio, sin necesidad de palabras, lo entendía todo. Entonces, acompaso su paso al de Mark y juntos comenzaron a recorrer el viejo camino que bordeaba la propiedad.
Mark lo miró de reojo y aceleró el paso, intentando poner algo de distancia. Pero, para su frustración, Jay también aumentó su velocidad, manteniéndose a su lado. Esto no era lo que quería, pensó Mark, sintiendo cómo se le escapaba el control de la situación.
Soltó un suspiro al aire, resignado y continuó caminando sin volverse a mirar a Jay. Lo dejaré seguirme hasta que se canse y se vaya, pensó, intentando convencerse de que esa sería la mejor opción. Su mente estaba ya saturada; los últimos días le habían dado suficiente en qué pensar. Ahora, más que nunca, sentía la necesidad de hacer las cosas bien. Tenía una relación estable con Mei Ling, una mujer increíble que lo había apoyado y a quien había llegado a querer. Quería dejar atrás el caos de sus sentimientos por Jay, que seguían persiguiéndolo a pesar de sus esfuerzos por seguir adelante. Quería enfocarse en su vida actual, en su relación y seguir el camino que todos esperaban de él: el de una familia y un futuro tranquilo. Pero cada vez que Jay regresaba a su vida, esos planes tambaleaban y ahora, más que nunca, debía tomar una decisión firme.
— Mei Ling y yo vamos a comprometernos — soltó de golpe Mark mientras caminaban, su voz firme, aunque su corazón latía aceleradamente.
Las palabras resonaron en el aire, llenando el vacío de la conversación que habían mantenido hasta ese momento. Jay sintió que el mundo a su alrededor se detenía. Sabía que Mark estaba con ella, pero escuchar esa frase lo golpeó de una manera que no esperaba. El compromiso era definitivo, una decisión que cambiaría todo. No supo qué decir en ese momento, pero las emociones comenzaron a agolparse en su pecho.
Jay lo miró, intentando procesar lo que acababa de escuchar. —¿Eso es lo que quieres realmente? —preguntó, sin poder contenerse. Su voz reflejaba una mezcla de dolor y desesperación, pero intentaba mantener la compostura.
Mark evitó la mirada de Jay por un momento, mirando al suelo, como si las pequeñas piedras bajo sus pies pudieran ofrecerle una respuesta. Sabía que esa pregunta era inevitable, pero eso no hacía que fuera más fácil de responder. Después de lo que pareció una eternidad, levantó la vista y se enfrentó a Jay.
— No lo sé, Jay. Siento que estoy haciendo lo correcto, lo que todos esperan de mí. Mei Ling es increíble, y me siento afortunado de tenerla, pero... — suspiró profundamente, buscando las palabras—... cuando estoy contigo, todo eso parece desvanecerse. Me confunde, me hace cuestionar todo. —admitió finalmente sin pensarlo, las palabras solo habían salido.
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Forbidded Hearts
Teen FictionEn la bulliciosa China moderna, Mark y Jay, dos hermanastros, descubren un amor prohibido que desafía las expectativas familiares y las convenciones sociales. Tras un beso inesperado que cambia todo, se ven atrapados en un torbellino de emociones, s...