[10 de noviembre, 2012]
Era un día caluroso en 2012, pero Mark no podía dejar de tiritar. La fiebre le había golpeado fuerte desde la mañana, y para cuando la escuela terminó, ya apenas podía mantenerse en pie. Jay, a su lado, lo notó de inmediato. Aunque no sabía mucho de primeros auxilios, algo en su interior le decía que debía actuar rápido. Los padres de ambos estaban de viaje, y el solo pensamiento de estar solos le puso aún más nervioso.
-Estás ardiendo. -dijo Jay, colocando la mano en la frente de Mark, tratando de sonar calmado, pero su voz temblaba-. Vamos a casa, te llevaré conmigo.
Mark, demasiado débil para resistirse, asintió y dejó que Jay lo ayudara a sentarse en el sofá de la sala. Sabía que debía hacer algo para bajarle la fiebre, pero no tenía idea de cómo cuidar a un enfermo. Se sentía perdido y asustado, pero la idea de que Mark empeorara lo motivó a actuar.
-Espera aquí, buscaré algo de agua fría. -dijo Jay, más para calmarse a sí mismo que a Mark, quien apenas podía mantenerse consciente.
Jay fue a la cocina, llenó un balde con agua fría y tomó una toalla pequeña. Regresó a donde estaba Mark y comenzó a pasarle la toalla por el rostro, el cuello y los brazos, como había visto hacer a su madre alguna vez cuando él era niño. Sin embargo, la fiebre no parecía bajar. Jay sintió una creciente desesperación, pero trató de mantener la calma.
-Creo que necesitas un baño. -murmuró, más para sí mismo, mientras ayudaba a Mark a ponerse de pie y lo llevó al baño.
Jay llenó la tina con agua fría, mientras Mark se sentaba al borde, su mirada perdida, claramente agotado. Con cuidado, Jay lo ayudó a quitarse la camiseta y los pantalones, tratando de no pensar demasiado en la intimidad del momento. Lo colocó en la tina, el agua fría haciendo que Mark soltara un pequeño gemido de incomodidad, pero rápidamente comenzó a sentir alivio en su cuerpo febril.
Jay se quedó sentado al lado de la tina, observando a Mark con una mezcla de preocupación y ternura. Nunca había sentido tanta responsabilidad en su vida, pero algo en el hecho de cuidar a Mark lo hacía sentir que estaba haciendo lo correcto, aunque no tuviera experiencia.
-No te preocupes. -dijo Jay en voz baja, más para sí mismo que para Mark-. Te pondrás bien, solo tienes que descansar.
Mark, medio dormido, abrió los ojos solo un poco y murmuró algo que Jay no pudo entender del todo, pero que sonaba como un "gracias".
Después de un rato, Jay ayudó a Mark a salir de la tina, secándolo cuidadosamente con una toalla. Lo llevó de vuelta al sofá y lo cubrió con una manta. Jay se sentía agotado, pero se negó a dejar solo a Mark. Se sentó a su lado, acariciándole suavemente el cabello hasta que ambos, sin darse cuenta, cayeron dormidos uno al lado del otro.
.
.
.Al día siguiente, los primeros rayos de sol entraron por la ventana, iluminando la sala. Mark abrió los ojos primero, sintiéndose mucho mejor. La fiebre había bajado considerablemente. Cuando se giró, vio a Jay dormido a su lado, su rostro relajado por primera vez en toda la noche. Mark sonrió, conmovido por el esfuerzo de su novio por cuidarlo.
Antes de que pudiera moverse, la puerta de la sala se abrió silenciosamente, revelando a una de las empleadas de la casa, quien los observó con sorpresa. Mark y Jay seguían juntos en el sofá, Jay con una mano sobre el pecho de Mark, como si lo hubiera estado protegiendo toda la noche.
-Joven Mark... -murmuró la mujer, claramente confundida al verlos así.
Mark, reaccionando rápido, se levantó ligeramente sin despertar a Jay, y le dirigió a la empleada una mirada seria pero tranquila.
-Por favor, no digas nada. -le pidió con un tono suave-. No es lo que parece.
La mujer, aunque sorprendida, asintió sin hacer preguntas. Era leal a la familia y no iba a causar problemas. Mark le agradeció con una pequeña sonrisa, sintiendo un alivio que no había esperado. Cuando la empleada se retiró, él volvió a recostarse, sintiendo el calor reconfortante de Jay a su lado.
Aunque aún no sabían cómo iban a manejar todas las complicaciones que conllevaba su relación, en ese momento, mientras los rayos del sol calentaban suavemente la sala, Mark supo que no quería estar en ningún otro lugar más que allí, con Jay a su lado, enfrentando el mundo juntos, pase lo que pase.
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Forbidded Hearts
Teen FictionEn la bulliciosa China moderna, Mark y Jay, dos hermanastros, descubren un amor prohibido que desafía las expectativas familiares y las convenciones sociales. Tras un beso inesperado que cambia todo, se ven atrapados en un torbellino de emociones, s...