Examen

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[1 de junio, 2012]

Era una mañana caótica. Jay había dormido apenas unas horas la noche anterior, atrapado en su juego favorito hasta altas horas de la madrugada. No se preocupó demasiado; después de todo, confiaba en que su alarma lo despertaría a tiempo para el examen de matemáticas.

Pero, para su mala suerte, su teléfono no sonó. Se despertó sobresaltado, confundido, cuando escuchó que alguien lo llamaba insistentemente. Al principio, pensó que era un sueño, hasta que finalmente abrió los ojos lo suficiente como para ver la pantalla de su teléfono parpadeando con el nombre de Mark.

- ¡Jay! ¡El examen empieza en diez minutos! ¿Dónde estás? - la voz de Mark sonaba frenética al otro lado de la línea.

Jay miró el reloj y su corazón se detuvo por un segundo. - ¡Mierda!- exclamó, saltando de la cama y buscando desesperadamente su uniforme.

No tuvo tiempo para desayunar, ni siquiera para revisar si llevaba todo lo que necesitaba. Salió corriendo de su casa, cruzando las calles a toda velocidad. Cuando llegó a la escuela, ya estaba sudando y, para su horror, la puerta del aula donde se realizaba el examen ya estaba cerrada.

Mark estaba dentro, sentado en su lugar, pero al ver la desesperación de Jay a través de la ventana, le hizo un gesto con la mano, indicándole que se acercara.

- Ven, rápido - murmuró Mark, mientras Jay se deslizaba por la puerta abierta apenas un centímetro.

Jay se movió sigilosamente hasta el asiento vacío al lado de Mark, tratando de no hacer ruido. Estaba sacando su cuaderno cuando escuchó una voz firme desde el otro extremo del aula.

- ¿Señor Cheng? - era el director de la escuela, con una mirada severa que hizo que Jay se encogiera en su asiento. - Llegar tarde a un examen y tratar de colarse... Parece que necesitamos una charla después de clases.

Mark no pudo evitar reprimir una risa, y cuando Jay lo miró, ambos intercambiaron una mirada cómplice.

- Mark, sabes que está prohibido usar el teléfono en clase - dijo el director, señalando con firmeza su carpeta. El aludido borró de inmediato la sonrisa socarrona de su rostro.

- Los espero a ambos en mi oficina después del examen - añadió antes de girarse para escribir en la pizarra el inicio y fin del examen.

Se volvió una vez más, esta vez dirigiéndose a Tian Wei, el monitor de clase: - Haz que te entregue su teléfono y revisa las carpetas de todos tus compañeros - ordenó con voz firme.

Sabían que estaban en problemas, pero en ese momento, lo único que les importaba era que habían logrado entrar juntos, aunque fuera para compartir el castigo.

Forbidded HeartsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora