Félix había decidido salir el fin de semana. Despejar su mente le vendría bien.
Félix pasea por las salas del museo, admirando cada obra con detenimiento. Se detiene frente a un cuadro abstracto, sumergiéndose en la vibrante paleta de colores y las formas en constante movimiento. De repente, una voz familiar lo saca de su ensimismamiento.*
—¡Félix! ¿Qué haces aquí?
Félix se gira, sorprendido. Hyunjin luce igualmente asombrado.
—¡Hyunjin! No esperaba verte aquí. ¿No sabía que te gusta el arte?
Hyunjin sonríe.—Siempre me ha gustado perderme en los museos. Veo que a tí también.
Félix asiente con entusiasmo.—¡Es verdad! Me encanta cómo los artistas pueden expresar tanto a través de sus obras.
Ambos se quedan mirando el cuadro abstracto, como si buscaran encontrar un significado oculto en cada pincelada.
—¿Cuál es tu obra favorita?-prengunta Hyunjin
Félix señala un cuadro realista que representa un paisaje bucólico.—Me encanta la tranquilidad que transmite. Es como si pudiera sentir la brisa en mi rostro.
Hyunjin asiente, y luego señala un retrato expresionista.—Y a mí me fascina la intensidad de las emociones que se pueden captar en una sola mirada.
A partir de ahí, inician una conversación apasionada sobre arte. Hablan de sus artistas favoritos, de las diferentes técnicas y estilos, y de cómo el arte los hace sentir. Descubren que tienen un gusto muy similar y comparten una profunda apreciación por la belleza.
—Nunca pensé que tendríamos tanto en común.-confiesa Félix.
Hyunjin sonríe.—Yo tampoco. Pero ahora que lo pienso, siempre hemos tenido una conexión especial.
Félix se queda pensando en las palabras de Hyunjin. Se siente feliz y relajado. Se da cuenta de que quizás, después de todo, haya una posibilidad de reconciliación.
— ¿Quieres seguir viendo el museo?
Félix asiente con entusiasmo.—¡Claro!
Ambos continúan su recorrido por el museo, disfrutando de la compañía del otro y de la belleza del arte.
La tarde se adentraba en el museo, bañando las obras de arte en una suave luz dorada. Félix y Hyunjin caminaban lentamente, sus pasos resonando suavemente en el suelo de mármol. El ambiente era tranquilo y propicio para la reflexión.
Félix decidió romper el silencio. — Me duele tanto todo lo que está pasando con Minho.
Hyunjin se detuvo, mirando fijamente un cuadro abstracto. —Para ser sincero, me siento culpable. Nunca quise que las cosas llegaran a este punto.
Félix asintió con la cabeza, entendiendo perfectamente sus sentimientos. —Yo también me siento mal. Extraño a Minho, pero... todo lo que hizo fue muy doloroso.
Hyunjin suspiró. —Sé que sí. Y lo peor es que yo contribuí a que las cosas empeoraran.
Félix tomó su mano. —Hyunjin, ¿crees que podamos hacer algo para arreglarlo?
Hyunjin miró a Félix a los ojos. —No sé, Félix. Pero creo que es importante que hablemos con él.
Félix sonrió. —Tienes razón. No podemos seguir así.
Los chicos salieron del museo rumbo a la casa de Félix ya que Hyunjin se ofreció acompañarlo.
Caminaron unos minutos en silencio, disfrutando de la brisa fresca de la tarde. Hyunjin rompió el silencio—¿Qué te parece si un día de estos pintamos juntos? No soy ningún artista, pero se me da bien dibujar.
Félix sonrió ante la propuesta. —Me encantaría. Podríamos pasar una tarde en mi casa, tengo un montón de pinturas y pinceles que nunca uso.
Hyunjin asintió con entusiasmo.—¡Perfecto! Así podemos relajarnos y dejar volar nuestra creatividad.
Mientras caminaban, conversaron sobre diferentes técnicas de pintura y compartieron sus artistas favoritos. Félix se dio cuenta de que Hyunjin tenía un gran talento artístico, y estaba emocionado de explorar esa faceta de su amigo.
Al llegar a la casa de Félix, Hyunjin se detuvo en la puerta. —Bueno, creo que ya es hora de que me vaya.
Félix lo miró — Gracias.
Hyunjin sonrió. —Prometo que te llamaré pronto para que podamos planear nuestra tarde de pintura.
—¡Está bien!
Antes de despedirse, Hyunjin se acercó a Félix y lo abrazó. Fue un abrazo cálido y reconfortante, que les hizo sentir que su amistad estaba volviendo a los viejos tiempos.
Félix observó cómo Hyunjin se alejaba, sintiendo una sensación de paz y felicidad. Había sido un día maravilloso, y estaba ansioso por pasar más tiempo con él.
Félix entró a casa con una sonrisa que no podía ocultar. Su mamá lo recibió con una mirada inquisitiva.
—¡Qué alegría verte así! ¿Qué te ha pasado? Estás radiante.
Félix se sentó en el sofá y suspiró de felicidad. —Me encontré con Hyunjin en el museo. No me lo esperaba para nada.
—¡Ah, sí! Hyunjin, me parece un chico muy agradable.
Félix asintió, un poco avergonzado.—Sí, es muy simpático. Hablamos mucho sobre arte y descubrimos que tenemos muchas cosas en común.
— ¿Y cómo te sientes al respecto?
Félix se encogió de hombros, tratando de disimular sus sentimientos. —Bueno, es un buen amigo. Nada más.
con una sonrisa pícara—¿Seguro que nada más? Me parece que a Hyunjin le gustas bastante.- dice con una sonrisa pícara
Félix se sonrojó.—¡Mamá! ¡Por favor! Solo somos amigos.
—Está bien, hijo. No te preocupes. Solo quiero que mi hijo sea feliz.
Félix sonrió, pero no pudo evitar pensar en las palabras de su madre. ¿Sería posible que Hyunjin sintiera algo más que amistad por él? La idea era rara, pero también un poco aterradora. Decidió dejar de pensar en ello por el momento y concentrarse en su próxima cita de pintura con Hyunjin.
— ¿Y qué me dices de Minho? ¿Han hablado?-dice sacando a Félix de sus pensamientos.
Félix se puso un poco nervioso.—Aún no, pero lo haremos. De hecho, Hyunjin y yo acordamos que intentaríamos arreglar las cosas con él.
—¡Me parece muy bien! Es importante resolver los conflictos. Ya sabes lo que dicen, el tiempo cura todas las heridas.
Félix sonrió. —Tienes razón, mamá.
— Bueno, me alegro de que estés tan contento. Ahora ve a descansar, que mañana tienes un largo día. Últimamente te has estado sintiendo muy mal. Cuídate.
Félix asintió y se despidió de su madre y se dirigió a su habitación. Mientras se acostaba, no pudo evitar pensar en Hyunjin y en Minho. Se sentía esperanzado de que pronto todo volvería a la normalidad. Realmente lo quería.
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I LOVE YOU
RandomAmar en silencio es como llevar una piedra en el corazón. Y más aún cuando esa piedra es tu mejor amigo. Minho lo sabía bien. Desde hacía tiempo, sentía algo más que una simple amistad por Félix, pero el miedo a perder su valioso vínculo lo mantenía...