Minho llegó a casa con una sonrisa en los labios, aún pensando en la maravillosa velada que había pasado con Félix. Al entrar a su habitación, encontró a JeongIn sentado en su escritorio, navegando por su teléfono.
—¡Hey, JeongIn!-saludó Minho a su hermano, dejando su mochila en el suelo. —¿Cómo ha ido tu día?
JeongIn levantó la vista y le sonrió. —Bien, bien. Oye, tengo algo que contarte.
Minho se acercó, intrigado. —¿Qué pasa?
—Mamá ha llamado.- dijo JeongIn, con una expresión seria. Minho sintió un nudo en el estómago. Había pasado tanto tiempo desde la última vez que había hablado con ella. —¿Y qué te dijo?
—Que... que vendrán a Corea. Los dos. Mamá y nuestro padrastro.
Minho se quedó en silencio por un momento, procesando la información. No sabía qué sentir. Por un lado, estaba sorprendido. Por otro, sentía una mezcla de emociones: curiosidad, ansiedad y un poco de miedo.
"Padrastro", esa palabra le daba asco.
—En serio.-murmuró, más para sí mismo que para JeongIn.
—Sí, parece que quieren pasar más tiempo con nosotros.
Minho asintió lentamente. Sabía que esta noticia cambiaría muchas cosas. Su vida había sido relativamente tranquila desde que se había mudado a Corea, pero ahora todo estaba a punto de cambiar.
—Y... ¿cuándo vendrán?- preguntó, su voz apenas un susurro.
—No dijieron.-respondió JeongIn.
Minho se dejó caer en la cama y cerró los ojos. ¿Qué significaría esto para él? ¿Podría construir una relación con sus padres después de tanto tiempo separados? Todo había estado tan bien. ¿Por qué ahora todo tendría que volver a derrumbarse?
Tenía muchas preguntas y pocas respuestas.
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Minho había quedado en pasar a buscar a Félix como todos los días e irse juntos a la academia.
Ya listo para ir por su ahora novio, al abrir la puerta se encontró una sorpresa, una desagradable sorpresa diría yo.
La manija giró con un crujido, y la puerta se abrió de par en par. Minho, con la mochila colgada al hombro y la sonrisa a punto de florecer en su rostro, se detuvo en seco. Allí, en el umbral de su hogar, estaban ellos. Sus padres. Su corazón dio un vuelco. No los había visto en años.
Su madre parecía nerviosa, pero su padre... su padre tenía una mirada que Minho no reconocía. Era una mezcla de culpa y miedo.
Antes de que Minho pudiera decir algo, su padrastro habló. —Hijo, venimos a...- Pero su voz se apagó ante la mirada acusadora de Minho.
—A ¿qué? ¿A qué vienen? ¿A darme una sorpresa? ¡Vaya sorpresa!-Minho se acercó, su voz cargada de resentimiento. —¿Después de todo este tiempo? ¿Después de todo quieren volver aquí como si nada? ¿Cómo si nada hubiera pasado? Y tú - se refirió a su padrastro.- No me llames "hijo" porque no lo soy.
Su madre intentó intervenir, pero Minho la ignoró.
El padre de Minho bajó la mirada, incapaz de responder. Minho, sintiendo que necesitaba desahogarse, continuó: —¿Crees que unas simples palabras puedes borrar todo el dolor que me causaste? ¡Nunca!- su madre no sabía a qué se refería pero su padrastro sí, y perfectamente.
La discusión se intensificó, cada palabra lanzada como una flecha envenenada. La ira de Minho era un fuego que consumía todo a su paso.
Minho, sintiendo que la tensión era insoportable, puso un pies afuera. —Tengo que irme. Tengo una clase de baile.-Su voz era fría y distante.
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I LOVE YOU
RandomAmar en silencio es como llevar una piedra en el corazón. Y más aún cuando esa piedra es tu mejor amigo. Minho lo sabía bien. Desde hacía tiempo, sentía algo más que una simple amistad por Félix, pero el miedo a perder su valioso vínculo lo mantenía...