¿Perfección?

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Los días pasaban, y aunque Jaehyun y Doyoung estaban cada vez más unidos, una sombra comenzaba a rodearlos. Era un susurro en las reuniones de sociedad, miradas frías de personas influyentes, y un ambiente de desaprobación que Doyoung notaba cada vez que Jaehyun se alejaba de su lado.

Sin embargo, el golpe llegó en una tarde tranquila, cuando el padre de Jaehyun lo llamó a su oficina. La vista desde las enormes ventanas mostraba la ciudad desde las alturas, y todo en el lugar transmitía poder y autoridad, recordándole a Jaehyun el peso de la familia a la que pertenecía.

—Jaehyun, —empezó su padre, sin preámbulos—, hemos tenido demasiada paciencia contigo.

Jaehyun lo miró en silencio, esperando escuchar el reproche al que estaba acostumbrado. Sin embargo, esta vez, su padre fue directo.

—Se acabó el tiempo para tus caprichos, —continuó con frialdad—. Hemos tomado una decisión. Tu madre y yo ya estamos hablando con la familia Lee para formalizar tu compromiso con Ten.

Jaehyun sintió que el aire abandonaba sus pulmones. —¿Cómo que ya lo decidieron? ¿Acaso mi opinión no importa?

Su padre frunció el ceño, como si la idea de que Jaehyun pudiera oponerse fuera absurda. —Hijo, eres un alfa y miembro de esta familia. No puedes comprometer nuestra reputación con… —hizo una pausa antes de añadir con desprecio— alguien de nivel tan bajo y con un pasado manchado. Ese omega no tiene lugar aquí.

La furia se encendió en Jaehyun. —¿Crees que puedes decidir a quién amaré? ¿Que solo por ser “puro” o de “nivel alto” alguien merece estar conmigo? Doyoung es mucho más que eso, y me importa más que cualquier opinión de “prestigio” que tengas.

Su padre mantuvo una expresión impasible. —Nosotros solo estamos haciendo lo que es mejor para ti y para esta familia. Tu vida es un reflejo de nuestro legado, y esa… relación tuya, con un omega que fue usado y abandonado, no tiene lugar en la vida que hemos planeado para ti.

La rabia de Jaehyun se mezcló con un dolor profundo. Ver cómo su padre hablaba de Doyoung con tanto desdén le hizo darse cuenta de cuán frágil era la aceptación que había creído ganarse en el mundo en el que nació. Sin decir más, se levantó y salió de la oficina, dejando atrás la fría autoridad de su padre.

 Sin decir más, se levantó y salió de la oficina, dejando atrás la fría autoridad de su padre

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Esa misma noche, Jaehyun visitó a Doyoung en el restaurante. Aunque intentaba ocultarlo, Doyoung notó la tensión en su rostro.

—¿Todo bien? —preguntó Doyoung mientras le servía un té.

Jaehyun dudó un momento, pero terminó por contárselo todo. Las palabras dolían, cada una como un recordatorio de la fría mirada de su padre. Doyoung lo escuchó en silencio, sus manos apretadas en su regazo. Sabía que no sería fácil, pero escuchar que la familia de Jaehyun lo despreciaba, no solo a él, sino también a su hijo, era como recibir una herida que no esperaba.

—Doyoung, no quiero que creas que esto cambia algo para mí, —dijo Jaehyun, buscando sus ojos—. Estoy contigo, con tu hijo, sin importar lo que mi familia diga.

Doyoung sonrió débilmente, aunque sus ojos reflejaban una tristeza profunda. —Agradezco que quieras estar conmigo, Jaehyun, pero no puedo evitar pensar en lo que esto significará para ti. No quiero ser la razón por la que tu vida se vuelva más difícil.

Jaehyun tomó sus manos entre las suyas, sin apartar la mirada. —Te amo, Doyoung. No me importa si el mundo entero se pone en mi contra. Nada cambiará lo que siento por ti.

Sin embargo, en el fondo, ambos sabían que las palabras de los padres de Jaehyun ya habían sembrado una semilla de conflicto, algo que no sería fácil de ignorar.

La situación llegó a un punto crítico una semana después, cuando Doyoung recibió una invitación inesperada para encontrarse con la madre de Jaehyun en un café de lujo

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La situación llegó a un punto crítico una semana después, cuando Doyoung recibió una invitación inesperada para encontrarse con la madre de Jaehyun en un café de lujo. Aunque Yuta le aconsejó que no fuera, Doyoung sentía que debía escuchar lo que ella tenía que decir, incluso si ya podía anticipar las razones de la invitación.

Al llegar, fue recibido con una mirada de desdén por parte de la señora Jung. Su porte elegante y expresión fría no dejaban espacio a ninguna amabilidad.

—Doyoung, seré directa, —empezó la madre de Jaehyun sin rodeos—. Tú y tu hijo no pertenecen a la vida de mi hijo. Estás arrastrando a Jaehyun hacia un mundo de problemas y escándalos, y eso no lo permitiré. Él tiene un destino y una familia que proteger, y tú solo eres un obstáculo en su camino.

Doyoung respiró hondo, sintiendo cómo cada palabra era como una bofetada. —No estoy obligando a Jaehyun a estar conmigo. Si él quiere irse, le daré la libertad de hacerlo. Pero tampoco pienso renunciar a lo que hemos construido juntos, solo porque a usted no le parezca suficiente.

La madre de Jaehyun soltó una risa sin alegría. —Qué ingenuo eres. Solo por ser un omega que cayó tan bajo, crees que puedes desafiar a una familia como la nuestra. Si no te retiras por las buenas, haremos que lo hagas por las malas.

Con esas últimas palabras, se levantó y salió, dejando a Doyoung sumido en una mezcla de dolor, rabia y, sobre todo, impotencia.

Esa noche, cuando Jaehyun llegó al restaurante, encontró a Doyoung mirando fijamente un rincón de la cocina, como si su mente estuviera muy lejos

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Esa noche, cuando Jaehyun llegó al restaurante, encontró a Doyoung mirando fijamente un rincón de la cocina, como si su mente estuviera muy lejos. Al verlo, Doyoung sintió que todo el peso de lo ocurrido en el día caía sobre él.

—Tu madre solicitó verme y acepté —declaró con voz temblorosa.

Jaehyun lo miró con preocupación y tristeza. Sabía lo que su familia estaba dispuesta a hacer y cuán lejos llegarían para separarlos. Se acercó y tomó las manos de Doyoung.

—No dejaré que nadie nos separe, Doyoung. Ni mi familia, ni su dinero, ni sus amenazas.

Doyoung asintió, pero en su corazón seguía sintiendo el miedo y la duda. Porque aunque Jaehyun estaba dispuesto a luchar por él, la sombra de la poderosa familia Jung seguía siendo una amenaza, y sus palabras seguían resonando en su mente, recordándole cuán frágil podía ser la felicidad que había encontrado.

El Destino de los Alfas [Jaedo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora