𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐂𝐮𝐚𝐫𝐞𝐧𝐭𝐚

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𝐌𝐀𝐑𝐀𝐓Ó𝐍 3/𝟑

⚠️𝐀𝐃𝐕𝐄𝐑𝐓𝐄𝐍𝐂𝐈𝐀⚠️
𝑬𝑺𝑻𝑬 𝑪𝑨𝑷Í𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑪𝑶𝑵𝑻𝑰𝑬𝑵𝑬:
𝙴𝚜𝚌𝚎𝚗𝚊 𝚍𝚎 𝚟𝚒𝚘𝚕𝚎𝚗𝚌𝚒𝚊.

⚠️𝐀𝐃𝐕𝐄𝐑𝐓𝐄𝐍𝐂𝐈𝐀⚠️𝑬𝑺𝑻𝑬 𝑪𝑨𝑷Í𝑻𝑼𝑳𝑶 𝑪𝑶𝑵𝑻𝑰𝑬𝑵𝑬:𝙴𝚜𝚌𝚎𝚗𝚊 𝚍𝚎 𝚟𝚒𝚘𝚕𝚎𝚗𝚌𝚒𝚊

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GANAS DE TI
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El día se sentía algo pesado, un poco raro. Por lo general, no solía ver a Drystan durante las horas del día si se encontraba en su labor; sin embargo, tenía ganas de verlo. Quería saber si podría encontrarme con él en donde sea que estuviera. Esa era la razón por la cual le dejaba un montón de mensajes, pero no respondía ninguno, ni siquiera los leía. Cada minuto que pasaba sin respuesta hacía que el tiempo se sintiera más largo, pero, aun así, no podía dejar de mirar el teléfono, esperando que vibrara.

—¿Arisha se encuentra por ahí?

Levanté la mirada al escuchar la voz de Ade a mi lado. La miré apenada; ella hablaba y yo no le prestaba atención.

—Perdón —susurré, dejando el teléfono sobre mis piernas.

—¿Qué sucede? Te ves perdida.

—Nada —sacudí la cabeza un poco—. ¿Qué decías?

—Davyna nos invitó al cine a ver una película. Sé que no te gusta, pero tal vez te apetezca venir.

Mis labios se torcieron en una mueca.

—Eso no suena para nada tentador. Además, veré a Drystan más tarde —mentí, aunque esperaba que me respondiera y que realmente llegara a ser así.

—Bien, pero mañana haremos cosas juntas tú y yo. Nada de novios ni otras personas.

Asentí con una sonrisa. Estaba más que de acuerdo con ella.

Ayudé a Ade a alistarse para su salida con Elowen y Davyna. Luego de peinarla, también le escribí a Astreyd. Me habían dicho que regresaría por la tarde, pero ya casi anochecía y no tenía noticias suyas. Dieter, por otro lado, me notificó que ya había llegado. Intercambié mensajes con él un momento y luego terminé de ayudar a Adelaida con su vestimenta.

Ella guardaba en su equipaje todo lo que había sacado y no utilizaría. El sonido familiar del timbre de mi teléfono interrumpió mis pensamientos, y al ver su nombre en la pantalla, el aire regresó a mis pulmones sin darme cuenta de que lo había estado reteniendo. Mi corazón dio un brinco de alegría. Me disculpé con Ade y salí de mi habitación, perdiéndome en la pequeña sala de estar, en la que aún estaba el árbol de Navidad, pero sin las respectivas luces.

—¿Por qué me ignoras? —Mi voz salió en un tono apresurado y demandante. Cabe aclarar que no era mi intención preguntárselo de esa manera, pero algo en mi interior no se arrepentía.

La promesa de Mr. Wyltz Donde viven las historias. Descúbrelo ahora