Despertó, era sábado y en teoría su día de descanso. ¿Cómo pudo pasar tan lenta la semana? Los días eran desgarradores y desesperantes; no veía la hora de salir de ese maldito hospital y pasar tiempo con sus hermosos cachorros. No había pasado un mes desde que los adoptó, pero eran toda su vida. Tres adorables perritos que un buen amigo le había regalado; los amaba con todo su corazón.
Mientras tenía a uno de ellos en sus brazos, llenándolo de besos y escuchando sus pequeños quejidos al no dejarlo irse, se preguntó qué estaría pasando por su diminuta cabeza. ¿Pensaría que era molesto y le gustaría morderlo para que lo dejara libre? Una risa escapó de él inconscientemente. Le dio un último beso en la oreja y lo soltó. Sentía algo raro en el pecho desde que despertó. ¿Estaría enfermo?, pensó Frank.
Frank, alfa y jefe del área de psiquiatría en el hospital de Nueva Jersey, uno de los más grandes de la zona, solía dar terapias solo para casos muy especiales y alguna que otra fuera del hospital. Llevaba ya algunos años trabajando en aquel hospital, 10 para ser más específicos, haber entrado en ese lugar a la corta edad de 24 años y sin tener idea de a lo que se iba a enfrentar fue difícil, pero nada como aquel día en el que conoció a cierto paciente de apellido Way.
Gerard Way, trabajaba en una repostería junto con su mejor amigo Ray, a quien conoció en la universidad, se habían vuelto inseparables durante los siguientes 5 años. Era un chico amable, demasiado tímido y sobre todo temeroso, odiaba salir a la calle, no le gustaba interactuar con la gente, odiaba todo lo que tuviera que ver con salir de su casa y sobre todo de su zona de confort, había sufrido acoso desde que estuvo en la secundaria por ser omega, siempre se justificó con que no fue su culpa haber nacido así, que él no lo escogió pero lo peor de todo es que eso solo intensificaba el acoso. ¿Por qué?, se preguntaba todos los días, sintiéndose miserable y sin darse cuenta cayendo en depresión por algo que jamás iba a poder cambiar.
Por muchos años tuvo miedo de las personas, de lo que eran capaces de hacerle o de lo que dirían de él, se aisló incontables veces al igual que intentó terminar con su vida, ninguna de esas cosas logró un cambio positivo en su vida pero tenía la esperanza de que algún día todo eso cambiaría, ¿lo haría después de conocer a cierto psiquiatra?
13 de enero
El día simplemente no podía ser peor para Gerard, pues al no tener el dinero suficiente para poder independizarse aún se veía obligado a vivir con su madre, aunque los anteriores psicólogos a los que llegó a asistir siempre recomendaron no dejarlo solo, ser una persona con tendencias suicidas no era fácil pero de verdad que hacía un esfuerzo por mantener una vida tranquila. Mientras su madre gritoneaba en la sala de estar, escuchó sus pasos acercarse, ¿Qué le diría ahora? Muchas veces era capaz de ignorarla pero también había excepciones, y le daba miedo lo que estaba a punto de escuchar.
Suspiró ante el sonido de la puerta abriéndose.
—Gerard, ¿qué hiciste en todo el día? Mira todo esto, eres un maldito irresponsable, ¿Cuándo va a ser el día en que me dejes en paz? Ya no quiero que vivas conmigo, solo estorbas. —¿Por qué era tan cruel? No entendía a qué venían todas esas palabras, él creía haber estado haciendo bien las cosas, limpiado como se le pidió, ¿había hecho algo malo?
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FRERARDTOBER 2024
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