II

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Lando no tenía opción alguna, partiría al nuevo continente esa noche y había preparado sus maletas sin chistar.

Sus padres lo llevaban al aeropuerto, el clima londinense lluvioso y pasar por las calles de su día a día no ayudaban en nada a evitar sentir la melancolía que atacaba su corazón.

Finalmente llegó la hora de despedirse, su padre lo abrazó con fuerza:

—Lando, sólo quiero que sepas que te amo, hago esto por tu bien.

—Lo sé papá, siento ser una decepción para ustedes te prometo que el año que viene lograré ingresar a la universidad de ingeniería.

—Lando, tú jamás serías una decepción para mí ni para tu madre, te amamos, y estamos seguros disfrutarás ayudando a tu tío y a tu primo Oscar en su trabajo.

Ambos se despidieron dándose un abrazo, Lando recibió de su madre una pequeña caja: —Son scones de moras con limón para tu tío, sus favoritos, puedes tomar uno si quieres pero asegúrate de que llegue el resto— le dijo su madre con una sonrisa y lágrimas amenazando con salir de sus ojos.

Camino al avión Lando pensaba que no podría disfrutar un solo segundo en ese polvoriento lugar. Tenía años sin ver a su primo Oscar, lo recordaba como un niño unos 2 años más joven que el que q veces resultaba aún poco molesto, solo esperaba que el tiempo pasara rápido para volver de vuelta a Londres.

***

Después de múltiples horas de vuelo, una escala que pareció eterna en Atlanta, por fin estaba aterrizando en el aeropuerto de Arkansas y solo pensaba en huir de ahí.

Sentía que en cualquier momento volvería a llorar, pero no podía permitírselo, no frente al tío Mark o frente a su molesto primo Oscar.

Llevaba su maleta y su permanente expresión de resignación cuando a lo lejos pudo distinguir a su tío Mark, acompañado de un hombre un poco más joven, alto un poco corpulento y de expresión seria, además de un tercer hombre cercano a la edad del tío Mark pero de menor estatura, con expresión atrevida y rasgos latinos. Ambos usaban la tradicional indumentaria de cowboys, jeans, botas, sombreros y camisa a cuadros con chamarra de cuero.

Lando no pudo evitar sentirse francamente intimidado y caminó un poco cohibido hacia ellos.

—¡Landito! Pero como haz crecido, ¡bienvenido a casa hijo! — dijo el tío Mark mientras le daba un fuerte abrazo, el otro hombre sonreía mientras que el joven miraba hacia el infinito inexpresivo.

—¡Vamos Oscar, que manera es esa de recibir a tu primo Lando, salúdalo!— lo obligó Mark.

—Ey Lando— dijo Oscar apenas haciendo contacto visual con Lando, no parecía muy feliz de tenerlo en casa.

Oscar no se parecía nada al pequeño molesto que Lando recordaba, se veía más fornido, con una expresión ligeramente más dura, un poco intimidante y ahora era más alto que él, poco había quedado del pequeño regordete que lo seguía a todos lados y con su torpeza logró arruinarle algunos de sus carritos favoritos.

—No sé si recuerdas a Fernando, mi esposo— dijo Mark al momento que posaba sus manos sobre los hombros del tercer hombre que sonreía de oreja a oreja mientras ofrecía su mano para saludar al recién llegado.

—¡Un gusto Lando! Nuestra casa es tu casa— dijo emocionado Fernando. Lando no pudo evitar notar un acento un poco distinto, parecía un hombre agradable, el tío Mark también lo era, siempre había tenido un corazón bonachón pero no podía evitar sentirse nostálgico.

—Mark, mi madre te envía esto— dijo Lando entregándole la caja de scones.

—¡Oh al fin! Un buen bocadillo para nuestra cena, vamos a casa familia que está anocheciendo.

Se dirigieron a la salida del aeropuerto hacia una Silverado de doble cabina, Lando contestaba con monosílabos, no quería ser grosero, pero aún estaba reciente y a flor de piel la tristeza.

—Déjame te ayudo con eso Lando— dijo Oscar al ver los patéticos intentos del primero de subir su maleta en la caja de la camioneta.

—No, no hace falta— respondió Lando para quien despegar la maleta del suelo había constituido una labor  titánica pero no se dejaría humillar así.

Oscar se desesperó y alzó la maleta como si estuviera vacía, colocándola en la caja de la camioneta y subiendo a la cabina, dejando a Lando sinceramente anonadado.

Mark en un intento por romper la tensión preguntó —Y bien Lando, cuéntanos ¿qué te trae por aquí?

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Les amo
Elin 🏎️

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