La vida a veces puede ser muy injusta, pero todos sabemos que innegablemente es parte de su esencia. Si me preguntaran de que me arrepentiría antes de morir, muy posiblemente sea el hecho que nunca me esforcé en nada.
Y fue así como ese pensamiento...
Entre una de las tantas habitaciones que había por el gran castillo, la habitación de audiencias de la actual reina de Corot'h y el actual joven rey de Agrya, Astar Gonehart.
Ambos estaban charlando sobre lo ocurrido hace tres noches.
- Déjeme agradecerle una vez más por su apoyo, Rey Astar. Sin usted posiblemente no habría sido capaz de resolver todo este asunto. - Expreso Dellandora con gratitud.
La apariencia de la reina era de una mujer adulta de veintiocho años, con una belleza indiscutible. Su rostro de rasgos finos la hacían ver deslumbrante a la vista de cualquiera, siendo la envidia de mujeres y la codicia de muchos hombres.
Posee un físico que deja mucho a la imaginación del género masculino, de un largo cabello anaranjado lacio y unos deslumbrantes ojos dorados que transmitían un aire de misterio, eran un plus extra acompañado de sus grandes proporciones equilibradas, que solo hacían enaltecer su belleza natural sin igual.
Con un vestido de cuerpo completo blanco como la nieve, con detalles dorados, solo provocaban los impulsos lascivos incontrolables, pero que al ser una reina no cualquiera podía acercársele.
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Ambos estaban sentados en sofás uno frente al otro, con una pequeña mesa de cristal en la que yacían dos tazas de té y algunos papeles importantes.
- No tiene que agradecer, su majestad. Al fin y al cabo, somos reinos vecinos, lo normal es ayudarnos mutuamente. - Dijo Astar tomando un sorbo a su taza tranquilamente.
- Tiene razón, pero es obvio que su ayuda me ha sido de mucha utilidad para sacar a todas esas pestes de mi reino. -
Ante sus palabras, Astar no pudo evitar extrañarse un poco. El tono de voz que uso en "utilidad" y "pestes" fue recalcado.
- Así no es como debería de hablar una reina. Podrían estar escuchando nuestra conversación y supongo sabe cómo son los rumores. - Comento Astar con tranquilidad.
La reina simplemente soltó una pequeña risa, sabía de antemano lo curiosos que pueden ser los sirvientes de un castillo.
- No se preocupe joven rey, aquí solo estamos usted y yo. Obvio hay guardias por su parte resguardando la entrada a mi sala de audiencias, y además mi caballería los acompaña. - Respondió Dellandora con tranquilidad.
Por fuera de la habitación, había un grupo de hombres a unos metros de la puerta y otros más alejados del primer grupo.
Todo esto era como precaución para evitar desagradables oyentes que pudieran filtrar información sensible.
- Siendo sincero, me sorprende la cantidad de integrantes de la Orden Infamia que logramos capturar, no creí que su influencia fuera tal. - Comento Astar tomando los papeles en los cuales redactaban la información y perfiles obtenidos por los caballeros de la reina con ayuda de sus soldados.
