Tres días y aprendí a amarte.

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Fueron suficientes un lunes un martes y un miércoles para que nos diésemos cuenta de lo que sentíamos.

Para el día jueves, yo ya sonreía inmesamente con cada mensaje suyo. Recuerdo perfectamente que ese día por la mañana; yo estaba en la preparatoria y él en la universidad. Nos mandábamos mensajes y de repente uno que otro audio. Yo sólo me había atrevido a contarle lo sucedido a un sólo amigo, quien a cada rato se burlaba de la estúpida sonrisa que había en mí todo el tiempo.
No importaba sino me escribía; el tan solo pensar en él me colocaba la gran sonrisa, así estuviese en plena clase de matemáticas, el recordar su voz diciéndome no solo aquellas palabras que me provocaban la gloriosa excitación, sino que ya se había atrevido a decir aquellas palabras cursis que me hacían revolotear mariposas por todo mi cuerpo. Era todo tan perfecto... casi, tan perfecto.

Él seguía con su novia; ella y yo dimos por terminada nuestra amistad (y si antes no había sentido remordimiento alguno, ya terminada la amistad menos). Dolía. Realmente dolía escucharle decirme palabras tan hermosas y luego verlo con ella. Pero yo tenía un punto (quizá no solo uno, pero ésto lo quiero destacar) a mi favor: después de habernos hecho tan amigos, él comenzó a confiarme sus asuntos (en especial aquellos que tenían que ver con ella). Mientras ella me contaba su versión de lo que ocurría, él me pasaba las conversaciones y lo único (no, realmente no es lo único) que voy a decir al respecto, es que yo me equivoqué al detestarle tanto. Es cierto que es un completo idiota, pero por otra parte, ella no era... no sé con qué palabra describirle, pero sé desde entonces que ella no era del todo la víctima como había creído (pues claro, era mi bebé y jamás le ví mala intención pero... Bueno).
Éste era mi punto a favor: mientras ella día con día lo hartaba más, yo por el contrario, me lo ganaba aún con toda mi histeria.

Un día (después de un mes y quizá un poco más, engañándola conmigo todos los días sin falta) la dejó. Comenzamos (casi) formalmente algo y luego ella no sé cómo, lo recuperó. Pero si serás idiota Alonso (oh si, me había omitido su nombre pero ya que estaré refiriéndome a él en... TODAS las páginas de éste diario, supongo que es mejor llamarlo por su nombre que simplemente como "él").

Obvio, con toda la dignidad que pude mostrar, me alejé de él. Le dije que no quería volver a saber de él; lo eliminé de todas partes y TAN DESCARADO fue, que le pidió mi número celular a su novia. Me mandó montones de mensajes, diciéndome cosas como "la voy a dejar, y serás la única. No me dejes, te amo." Pero yo me mantenía firme. Claro, terminé accediendo, a la espera de ese momento en el que la dejara al fin... ella se enteró de lo nuestro. Me ofreció avanzar ambas sin él, y la rechacé. Lo elegí a él y no me arrepiento para nada. Mi relación con ella ya estaba jodida de todas formas y no era en absoluto culpa de él.

Por si se lo preguntan: antes de que pasara mucho tiempo, yo le conté a mi novia que Alonso empezaba a gustarme. La herí, claro. Me odió (quizá aún lo haga) por supuesto. Pero yo no iba a mentirle porque se perfectamente que no merecía eso; yo no la merecí a ella.
Terminamos, así de simple y espero de todo corazón, que ella esté siendo muy feliz, y que no dude que lamento mucho haberla lastimado tanto.

En fin. Ambos estuvimos libres; y debo admitir que sin remordimiento alguno dimos rienda suelta a nuestro amor. Han pasado nueve meses desde entonces. Meses de tenerlo todo; el amor, el placer, la diversión, el drama, las peleas, los malentendidos, mentiras y confesiones... disculpas dadas y recibidas. Todo. Día con día es una constante pelea contra todo; pero como dije al inicio, hoy día después de tanto, casi nos creo invencibles.

Ésto es sólo el inicio de lo que será una vida a tu lado bichito; porque, así como decimos después de cada pelea, de cada buen momento y lo que sea:

¿siempre qué mi amor?
Siempre juntos.

Diario de una relación a distanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora