Nosotros; parte I.

423 14 0
                                    

Era un miércoles de octubre.

Aquella gran pelea con mis padres me había dejado con el ánimo por los suelos (quizá aún más abajo) y éste chico que insistía en hablar conmigo, no dejaba de mandarme mensajes.
Él muy: "deja de ignorarme"
Y yo muy: "que mi mejor amiga te soporte no quiere decir que yo también lo haré."

Después de tanto "terminamos y volvemos" que tuvo mi (ex) mejor amiga con aquél novio, llegué a una simple conclusión: No tenía caso odiar al tipo. Ella insistía tanto en que fuésemos amigos y ¿qué más da? No podría joderme más la vida el aceptar al idiota éste que ella tenía por novio.
Pero fue ese miércoles el día que ya no pude fingir simpatía.

No tenía el ánimo para hablarle bien pero tampoco quería ser grosera así que solo fui sincera y en directo le dije que me sentía mal.

---
Habíamos hablado por llamada solo aquella vez (varios días atrás) los tres por skype, y creo que ni se podría decir que "hablamos" ya que él muy apenas saludó y después fuimos ella y yo las que no paraban de hablar así que realmente, fue aquél miércoles cuando escuché su voz por primera vez.

Aún no sé por qué (quizá estaba demasiado sola y no tenía opción) pero me desahogué con él, por completo. Ni si quiera lo conocía y básicamente así como si nada, le abrí mi alma como jamás lo hice antes.

No me es difícil confiar en los demás; tan cerrada no soy. Pero tampoco es que a cualquiera le vaya a contar mi vida entera y lo curioso aquí fue, que con él lo hice. Para mí su persona no significaba absolutamente nada, era solo "el tipo que hacía llorar a mi amiga" así que no tenía nada de confianza en él o al menos motivo (coherente) alguno por el cuál yo simplemente decidiese abrirme así de fácil y confiar sin duda alguna. Así que se podría decir que sí, esa noche tan sola y destrozada estaba, que confié en cualquiera. Voy a admitir, que ésto para nada lo considero un error; al contrario, fue lo mejor que pude haber hecho.

Le conté todo con lujo de detalles. Lo que pasaba, sentía, pensaba, quería y odiaba. Simplemente le abrí mi alma. No me equivoqué; no fue un error. Él no sólo me escuchó paciente y respetuoso (cabe aclarar que yo lloraba a moco suelto) sino que después de haberle contado todo mi lío, aún con lo complicada que era la situación, él intetó ayudarme. No sólo me dijo "ya, ya, no llores, todo va a estar bien" sino que me dio los mejores consejos que pude haber recibido. Me tranquilizó, me aconsejó... él básicamente me ayudó de verdad, como nadie nunca lo había hecho.

Obvio, a partir de ese momento nos volvimos... inseparables.

Diario de una relación a distanciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora