La tensión en la habitación continuaba envolviendo a Lady, quien aún sentía el impacto de la aparición y repentina partida de aquel hombre. Mientras intentaba analizar sus opciones, sus ojos se posaron en el suelo, donde notó algo que antes no estaba allí: un trozo de papel, viejo y arrugado, que parecía haber sido dejado deliberadamente a sus pies.
Con dificultad, estiró una pierna para acercarlo lo suficiente y leer las letras que, en tinta oscura y con una caligrafía irregular, formaban una sola palabra: "Delxer."
El nombre le provocó un escalofrío inmediato, como si al leerlo hubiera invocado una presencia más siniestra que la que acababa de abandonar la sala. Era un nombre extraño, cargado de una fuerza oscura y desconocida. Su mente buscó en vano alguna referencia, algún recuerdo que le ayudara a identificarlo, pero solo le llegó un vago malestar, una sensación de peligro tangible que se aferraba a sus pensamientos. Era como si el propio nombre estuviera impregnado de una presencia fría y amenazante.
A su alrededor, las sombras parecían hacerse más densas, como si el nombre Delxer tuviera el poder de deformar la realidad, profundizando la oscuridad en la que estaba atrapada.
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La tensión y el agotamiento finalmente hicieron mella en Lady. Su cuerpo, exhausto después de los eventos recientes y la lucha por liberarse, cedió poco a poco al sueño. Las sombras de la habitación parecían balancearse y susurrar en los rincones mientras sus párpados se volvían pesados, hasta que, sin poder evitarlo, se dejó caer en la oscuridad del sueño.
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Cuando Lady abrió los ojos, la luz en la habitación era un poco más cálida, aunque seguía tenue, como si el tiempo hubiera pasado lentamente mientras ella dormía. Al levantar la vista, vio a Delxer frente a ella, sosteniendo una bandeja con un plato de comida que olía sorprendentemente bien, considerando el lúgubre entorno.
Sobre la bandeja había una porción de pasta humeante bañada en una rica salsa de tomate, espolvoreada con queso derretido y un toque de hierbas frescas. A un lado, un trozo de pan ligeramente tostado y dorado le daba un toque casero y acogedor. Aunque la situación era de todo menos hospitalaria, el aroma cálido y reconfortante de la comida la sorprendió.
Delxer extendió la bandeja hacia ella, sus ojos oscuros observándola con una intensidad que no dejaba lugar a preguntas.
—Come —ordenó en un tono suave pero firme, que dejó claro que no estaba haciendo una simple sugerencia.
Lady, aún desconcertada, sintió su estómago revolverse de hambre, y a pesar de su cautela, el aroma de la comida la atrajo más de lo que le gustaría admitir.
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Lady, aún con la mirada fija en Delxer, se rindió ante la comida. Con movimientos limitados debido a las cuerdas que la sujetaban, comenzó a comer con cuidado. A medida que el sabor de la pasta llenaba su boca, por un breve instante, olvidó la extraña y desconcertante situación en la que se encontraba. La comida era sorprendentemente buena, algo que no esperaba recibir de alguien como Delxer. El silencio de la habitación, interrumpido solo por el leve sonido de sus bocados, le dio una sensación momentánea de tranquilidad.
Una vez terminó, levantó la vista. Delxer seguía ahí, observándola con esa misma mirada insondable y fría, como si estuviera evaluando cada movimiento suyo. Luego, sin decir una palabra, tomó la bandeja vacía y dio un paso atrás, su figura retrocediendo hacia las sombras. Lady intentó encontrar alguna señal en su rostro, alguna pista de lo que pretendía, pero él permanecía impenetrable.