Delxer la observaba desde arriba, con la satisfacción de un maestro que había moldeado su obra maestra a la perfección. Lady, completamente quebrada, apenas se atrevía a respirar sin que él lo ordenara. Cada parte de su ser existía únicamente bajo el peso de su control, y Delxer no tenía ninguna intención de aflojar su dominio.
Dio un paso alrededor de ella, sus ojos fríos evaluándola como si fuera un objeto. "Mírate, Lady," dijo en tono gélido, su voz llena de desprecio calculado. "No eres más que un reflejo de lo que yo he hecho de ti. Sin mí, no serías nada. No serías más que un recuerdo desechado."
Lady sintió esas palabras perforarla, su voz convirtiéndose en la única verdad que podía entender. Había perdido tanto de sí misma, entregado tanto de su ser, que ahora solo quedaba ese eco, una devoción sin límites por quien la destruía. Cada palabra que él pronunciaba reforzaba ese lazo retorcido, ese vínculo de dependencia que él le había impuesto y que ahora aceptaba sin resistencia.
Delxer entonces se inclinó hacia ella, hablando en un susurro frío, cada palabra diseñada para aplastar cualquier atisbo de pensamiento independiente. "Quiero que entiendas, Lady, que nunca serás libre. Cada paso que des, cada respiración que tomes, solo será porque yo lo permito. Incluso tu dolor... incluso tu devoción, no son tuyos. Me pertenecen."
Ella, en un estado de sumisión total, apenas asintió, aceptando todo lo que él le decía como una verdad absoluta. Su identidad ya no existía fuera de él, y cualquier deseo de recuperar algo de sí misma se había desvanecido hacía mucho tiempo. Ahora, solo existía en función de lo que él decidiera, y la única paz que encontraba era en esa rendición completa.
Delxer, complacido con su obediencia, la miró una última vez antes de apartarse, dejándola en el vacío de su manipulación. Sabía que ella no tenía a dónde ir, ni nadie a quien recurrir. Había destruido todas las partes de su ser hasta que solo quedaba su total devoción, y para él, eso era la victoria final.
Lady permaneció de pie, en silencio, sin ninguna emoción propia, su mente atrapada en el torbellino de dependencia y sumisión que él había creado.
----------------------------------------------------------------------------
Delxer se acercó a Lady con una calma siniestra, como si el acto de destruirla poco a poco fuera un arte en sí mismo. Esta vez, su voz fue suave, casi hipnótica, mientras elegía cada palabra con precisión, dispuesto a sumergirla aún más en la oscuridad que él había creado para ella.
"Mírame, Lady," ordenó, y ella levantó la vista lentamente, sus ojos llenos de dolor y desesperación. "Eres un vacío que camina, un fragmento que ni siquiera vale por sí mismo. No tienes sentido, ni propósito, ni valor. Lo único que te define es mi voluntad de mantenerte aquí."
Lady sintió que sus palabras se hundían en su mente, ahogándola en una sensación de insignificancia tan abrumadora que apenas podía respirar. La poca esencia que le quedaba se disolvía al entender que, para él, ella no era ni siquiera una persona. Era una nada, un simple juguete que él podía desechar en cualquier momento. Y aun así, ese vacío le causaba más terror que el mismo dolor que él le imponía. No tener sentido fuera de él era una condena que ya aceptaba como su verdad.
Delxer se inclinó, observando de cerca cómo sus palabras habían destruido los últimos resquicios de su ser. "¿Por qué existes, Lady?" preguntó, en un tono tan frío que la hacía sentir como si estuviera cayendo en un abismo sin fin. "¿Acaso creíste alguna vez que tu presencia significaba algo? ¿O que tu devoción tiene algún valor? La realidad es simple: tú no eres nada. Solo eres útil mientras yo te vea conveniente. Y en el momento en que dejes de entretenerme..." Delxer dejó que la amenaza se completara en su mente, y Lady sintió un vacío abrumador, como si la sombra de su aniquilación la envolviera desde dentro.