La noche pasó lenta y tensa, y el silencio de la habitación solo era interrumpido ocasionalmente por el sonido distante de tuberías y los crujidos de la estructura vieja que la rodeaba. Lady, agotada pero con la mente aún alerta, apenas logró conciliar el sueño; cada sombra parecía una amenaza, y el eco de las palabras de Delxer resonaba en su cabeza.
Finalmente, un tenue rayo de luz se coló a través de la pequeña ventana en la parte alta de la pared, iluminando el cuarto con un resplandor grisáceo y frío. Era la mañana, aunque el ambiente dentro de la habitación no parecía reflejar ningún tipo de alivio. Lady parpadeó, sus ojos adaptándose a la nueva claridad, y de inmediato intentó mover las manos, buscando alguna señal de que las ataduras se hubieran aflojado durante la noche, pero aún estaban firmemente sujetas.
En ese momento, escuchó un sonido detrás de la puerta, y su cuerpo se tensó de inmediato. La puerta se abrió lentamente, y en el umbral apareció Delxer, con la misma expresión indescifrable de la noche anterior. La luz de la mañana iluminaba su figura de una manera extraña, resaltando sus rasgos y dándole una presencia casi más inquietante que la de la oscuridad.
—Buenos días —dijo, con un tono que sonaba casi amable, pero con un toque irónico. Se acercó despacio, observándola detenidamente, evaluando cada una de sus reacciones.
Lady lo miró con una mezcla de desafío y cautela, sin responder a su saludo. Sabía que cualquier palabra o movimiento en falso podría empeorar su situación, y el silencio que se formó entre ambos hizo que la tensión en el aire se volviera casi palpable.
—¿Lista para tu lección de hoy? —preguntó Delxer, sin apartar la mirada, como si cada gesto suyo estuviera calculado para mantener el control.
Lady no respondió, pero en su mente empezaba a armar un plan.
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Delxer la miró por un momento, evaluando su silencio. Parecía saber que la incertidumbre y la tensión eran casi tan efectivas como cualquier amenaza abierta, y mantuvo aquella sonrisa enigmática mientras se movía por la habitación. Con un movimiento deliberado, tomó una silla que estaba en una esquina y la colocó frente a Lady, sentándose con calma, como si estuvieran por tener una conversación casual.
—Veo que aún no te has rendido —dijo, cruzando las piernas y observándola con intensidad—. Eso es bueno. La resistencia es admirable... aunque a veces inútil.
Lady sintió cómo sus palabras la punzaban, pero mantuvo la mirada firme. Delxer la estudiaba, como si quisiera descifrar lo que pensaba, y ese escrutinio le hizo sentir una mezcla de incomodidad y desafío. Decidida a no mostrar debilidad, le devolvió la mirada, esperando que la dejaran hablar o al menos preguntar algo.
—¿Qué quieres de mí? —preguntó finalmente, rompiendo el silencio.
Delxer soltó una pequeña risa, como si hubiera estado esperando esa pregunta.
—Digamos que eres una pieza interesante en un juego mucho más grande, Lady. —Su tono era tranquilo, casi indiferente, pero sus ojos delataban un interés oscuro—. Tienes algo que necesito, aunque aún no te das cuenta de qué es.
Lady frunció el ceño, cada palabra de él sembrando más preguntas en su mente. ¿Por qué la consideraba tan importante? ¿Y qué significaba ese "juego" al que hacía referencia?
—Lo sabrás a su debido tiempo —añadió, como si hubiera leído sus pensamientos—. Pero primero, necesito verte comprender algo: aquí, el control lo tengo yo.