La soledad de la habitación se hizo palpable, y Lady aprovechó el silencio para concentrarse en idear un plan. La estancia no era particularmente grande ni tenía muebles que pudieran ofrecer algún recurso útil, pero su mirada cayó en una pequeña ventana en la pared opuesta, ubicada demasiado alta para alcanzarla fácilmente. Aunque las rejas de hierro la bloqueaban, era un primer objetivo; al menos, si lograba acercarse, podría ver el exterior y entender mejor su situación.
Lady se acercó a la pared y, tras inspeccionar el marco de la ventana, notó que las rejas tenían ligeros signos de corrosión. Al examinarlas, una chispa de esperanza se encendió en ella: si lograba encontrar algo para forzar o desgastar el hierro, tal vez tendría una oportunidad de aflojarlo con el tiempo.
Cada tanto, escuchaba pasos fuera de la puerta, probablemente de Delxer o de alguien vigilándola. Fingió una actitud de calma y sumisión en caso de que él decidiera entrar en cualquier momento. Sin embargo, su mente no dejaba de trabajar en una estrategia.
Cuando los pasos finalmente se detuvieron y el silencio regresó, Lady comenzó a buscar en el suelo y las paredes, tanteando cada rincón en busca de algo que pudiera usar. Eventualmente, encontró un pequeño fragmento de metal incrustado en una de las grietas del piso, probablemente un trozo desgastado de alguna cadena o accesorio antiguo.
Con el pedazo de metal en mano, Lady comenzó a trabajar en la base de las rejas, raspando suavemente para no hacer ruido, mientras sus pensamientos estaban en Delxer. Aunque sabía que él la observaba como una simple pieza en su juego, estaba decidida a demostrarle que no sería una prisionera fácil.
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Lady continuó con su plan, raspando las rejas de la ventana con el pequeño trozo de metal, sus movimientos lentos y silenciosos para evitar ser detectada. Después de un tiempo, logró aflojar una de las barras, sintiendo una oleada de esperanza al pensar que pronto tendría una vía de escape. Pero justo en el momento en que hizo fuerza para liberar el hierro corroído, un leve crujido resonó en la habitación.
El sonido fue suficiente para alertar a quien estuviera de guardia, y unos pasos rápidos se acercaron. Lady se apresuró a ocultar el fragmento de metal detrás de su espalda, tratando de mantener una expresión inocente cuando la puerta se abrió bruscamente, revelando a Delxer en el umbral.
Con una expresión fría y calculadora, Delxer se acercó, sus ojos oscuros recorriendo la habitación hasta detenerse en la ventana alterada. No necesitó ninguna explicación para comprender lo que había intentado hacer. Se acercó a ella sin decir una palabra, su rostro imperturbable, pero la intensidad en sus ojos dejaba en claro que estaba lejos de estar complacido.
—¿Así es como agradeces mi "hospitalidad"? —preguntó, su tono bajo y controlado, pero impregnado de una amenaza evidente.
Lady intentó mantener su compostura, devolviéndole la mirada con la misma determinación desafiante. Pero antes de que pudiera responder, Delxer tomó su muñeca en un agarre firme, inmovilizándola mientras le quitaba el fragmento de metal de la mano. Su fuerza era implacable, y ella sintió cómo el dolor comenzaba a intensificarse en su brazo.
—¿Realmente pensaste que te sería tan fácil escapar? —continuó él, mientras la obligaba a dar un paso hacia atrás, acorralándola contra la pared. La expresión de Delxer no mostraba ira explosiva, sino una frialdad calculadora, como si estuviera disfrutando del control que ejercía sobre ella.
Lady intentó liberarse, pero su resistencia solo pareció irritarlo más. Sin previo aviso, la soltó de la muñeca solo para sujetarla por ambos hombros, apretándola contra la pared. El golpe la hizo estremecerse, y aunque el dolor era real, lo que más la afectaba era la manera en que él la miraba, como si quisiera demostrarle que no había lugar para la desobediencia en sus dominios.