Delxer se quedó inmóvil por un momento, mirando a Lady con una intensidad que parecía destilar una mezcla de frustración y algo más oscuro. Había disfrutado ver cómo la obediencia se apoderaba de ella, cómo cualquier rastro de voluntad parecía haberse desvanecido con el tiempo, hasta que se convirtió en este reflejo sin alma de lo que él quería que fuera. Pero ahora, en esa calma impenetrable que Lady ofrecía, algo en su interior comenzó a removerse. Como si algo estuviera fuera de lugar.
La examinó con detenimiento, sus ojos recorriendo cada parte de su ser. Los rastros de dolor aún visibles, las pequeñas señales de una reciente herida sanada en su rostro. Ella seguía ahí, obediente, dócil, mirando a Delxer como siempre: sin resistencia, sin emoción, solo una aceptación que bordeaba en lo mecánico. Pero, por alguna razón, esa misma quietud que había sido tan satisfactoria ahora le parecía... insuficiente.
Delxer frunció el ceño y, lentamente, cruzó los brazos. "¿Eso es todo lo que eres, Lady?" preguntó en voz baja, como si la pregunta fuera dirigida tanto a sí mismo como a ella. "No hay ni una chispa de resistencia, ni un reflejo de vida en ti. ¿O acaso soy yo el que ha fallado en crearte algo digno de mi interés?"
Lady no reaccionó, pero en su silencio, en esa falta absoluta de respuesta, el descontento de Delxer comenzó a crecer. Se acercó a ella, dando un paso adelante, mientras sus ojos se oscurecían. Extendió una mano, esta vez no para herirla, sino para apoyarla en su rostro, como si estuviera buscando algo. Acarició suavemente la línea de la cicatriz en su rostro, la piel aún sensible al tacto, pero ella no dio ningún signo de incomodidad. Solo permaneció allí, su rostro tan impasible como siempre.
Delxer cerró su mano alrededor de su mentón, sujetándola firmemente para obligarla a mirarlo. Sus dedos presionaron con un leve aumento de fuerza, una advertencia silenciosa de lo que podría hacer si así lo quisiera. "¿Es que no entiendes, Lady?" susurró, su tono cada vez más frío. "¿No hay nada en ti que quiera responder? ¿Nada que desee cuestionar siquiera un poco lo que soy para ti?"
Lady parpadeó, y en ese breve movimiento, Delxer captó una minúscula señal de algo que quizás podría ser reacción. Sin embargo, cuando sus ojos volvieron a enfocar su mirada en él, la neutralidad que tanto caracterizaba su expresión regresó, implacable. No había ni un ápice de desafío, ni una pizca de duda.
Delxer dejó escapar un suspiro lento, su ira mezclándose con una inquietud que no podía identificar del todo. Se apartó ligeramente, retirando su mano de su rostro con un movimiento brusco. Pero, antes de retirarse por completo, dejó que sus dedos rozaran la herida en su costado, como si esa conexión física pudiera transmitir la frustración que crecía en su interior.
"Eres una sombra," murmuró, con una dureza casi desapasionada. "Eso es todo lo que eres. Una figura obediente sin voluntad ni alma. ¿Para qué necesito algo así, Lady? ¿Cómo podría encontrar interés en algo que no reacciona, que no siente ni piensa? Solo existes porque yo te lo permito... y aún así, pareces incapaz de ser algo más."
Lady mantuvo la mirada baja, pero un pequeño temblor recorrió sus manos. Era un gesto apenas perceptible, pero Delxer lo notó. Por un instante, sintió una especie de triunfo retorcido al ver esa mínima señal de emoción. Pero en lugar de alivio, su descontento solo aumentó. Era como si el vacío de Lady lo arrastrara a una espiral sin salida, como si su completa sumisión le recordara algo que él mismo no quería enfrentar.
Sin decir nada más, dio un paso hacia atrás, observándola en silencio, su frustración creciendo lentamente, sin un verdadero objetivo.