-Niña- llamo el señor Anderson. Tenia sus manos puestas en el horno, recién ahora analizando la falta de combustible para este.- ¿Podrías ir a buscar leña?
Gravity lo miro con curiosidad. Seguía sin realmente entender muchos de los conceptos y términos básicos. Dejo su cuaderno en el piso, parándose.
-¿Que era eso?- pregunto inocentemente. El adulto suspiro.
-Los palos marrones que uso para el fuego.
-¡Bueno!- acepto con alegría. Amaba ir afuera. Para ella, era una exploración.
-¡No te lastimes!- exclamo el, para notar que, sin escucharlo, ella ya se había ido.
La niña sonrió al sentir la fría brisa de otoño en su rostro. Jugueteo un poco con las hojas caídas, la arrugada textura de estas contra sus suaves dedos. Camino a través del denso bosque. Los arboles se encontraban con abrigos naranjas, tiñendo la luz solar que se colaba por alguno que otro claro en un des prolijo de tonos cálidos. La peliblanca agarro una libélula en su mano, inspeccionándola cuidadosamente y con una risa. Esta parecía acurrucarse, extrañamente, en la mano de la niña. Interrumpiendo su exploración, logro percibir un sonido. Sollozos. Sus ojos rosas se abrieron de par en par. Perdiendo la concentración en el insecto, dejándolo volar a su rumbo, busco el origen del sonido. Parecía venir de un claro. Lenta y cuidadosamente, intentando memorizar el camino, avanzo, esquivando los arboles y hongos. Habia una persona... No, un niño.
-¿Hola?- fueron las palabras que suavemente salieron de su boca. No lo quería asustar. Lo examino por un rato, viendo una expresión completamente nueva para ella. El no parecía tener esperanza alguna. Parecía casi sin vida.
-¿Q...Quien eres?- pregunto temblorosa mente. Su voz sonaba completamente asustada.
-Eeeeh...- Gravity dudo por un segundo; el señor Anderson le había dicho que no le diga su nombre o ninguna información a desconocidos. De cualquier manera, se acerco con cautela al chico.- ¿Estas bien..?
El simplemente la miro. Sus ojos parecían tener miedo. Ella no entendía. Realmente, para esta los sentimientos humanos eran desconocidos. La piel del niño era extrañamente grisácea, casi inhumana... Pero ella tampoco lucia como una, digo, ¿Que niña de diez años tiene pelo blanco, ojeras hasta las mejillas y ojos ligeramente rosas? No muchas que yo sepa.
-No... No te lastimare- murmuro Gravity, en un intento de calmarlo.
Ambos se quedaron así por unos segundos. Ella lo observo, notando que tenia consigo una cuerda. Trago saliva y decidió hablar de nuevo.
-¿Quieres... Saltar..?- ella pregunto. Noto como el de gorro con orejas de gato y cabellera negra dudo por un rato, pero luego asintió.
...
-¡Amenay! ¡Me tenias preocupado! ¡Te mande hace una hora! ¿Paso algo?- pregunto con algo de preocupación el señor Anderson al verla entrar con algo de leña en sus brazos.
-Es que había un niño llorando- explico- pare para ver si estaba bien y jugamos un rato.
-¿A si? ¿Como se llamaba? ¿Y sus padres?
-Eeeh... Era un nombre raro. Stap, creo. Pero de sus padres ni idea.
-Tu no puedes hablar de nombres raros, Grav. Mejor agradece que te simplifique el nombre, "unidad G-R4-VT-1"- se burlo un poco el adulto. Por supuesto que en el segundo que ella le dijo ese nombre, el supuso que la niña tenia algo... ¿Como se conocieron? Historia corta. Ella estaba siendo atacada por un grupo de niños y el lo vio, decidiéndose por ayudarla. Luego de eso, simplemente la adopto como su estudiante, así sin mas.
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El templo de Fatum
FantastikHace muchos años, una diosa se fue de la tierra, dejando atrás a su artefacto mágico mas poderoso: Fatum, una pluma con la cual su portador podía alterar el destino a su deseo. Siglos después, el futuro de unos jóvenes se ve entrelazado en su búsqu...