Cápitulo 89: LA BABY!

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El vuelo a Los Ángeles había sido una verdadera prueba de paciencia para Eloise. Aunque viajaba en primera clase, los inconvenientes parecían seguirla. Apenas se sentó, la persona frente a ella, reconocida por las azafatas como un fanático entusiasta, comenzó a hacerle preguntas una tras otra, como si ella fuera una celebridad a la que había estado esperando conocer toda su vida. Eloise, agotada y nerviosa por lo que le esperaba en Los Ángeles, intentó mantener la calma y ser amable. Sin embargo, después de varias preguntas personales, las azafatas intervinieron con una llamada de atención que parecía haber funcionado... al menos por unos minutos.

Para cuando aterrizaron, Eloise agradeció al cielo que la situación no hubiera empeorado. Se preparó para salir cuando el caos habitual de los pasajeros comenzaba: gente de pie antes de tiempo, murmullos y el bullicio de maletas en los compartimentos superiores. Aunque estaba acostumbrada a los aeropuertos, después de la tensión de los últimos días, deseaba una salida tranquila y discreta.

Afortunadamente, Rob había arreglado para que Indio, su hijo, la recogiera. Eloise recordaba que Robert le había enseñado el truco de usar una de las puertas VIP y dirigirse a un estacionamiento privado. Esta vez, seguiría ese camino, evitando la avalancha de curiosos que la podría estar esperando fuera. Siguiendo las indicaciones de las azafatas, llegó hasta la puerta reservada y, al salir, vio a Indio esperándola en el estacionamiento privado.

—¡Elo! —saludó Indio con una sonrisa amable, abriéndole la puerta del auto—. Qué bueno verte de nuevo. ¿Todo bien?

—¡Indio! Gracias por venir —respondió Eloise, soltando un suspiro de alivio mientras se acomodaba en el asiento—. Ha sido un vuelo largo y algo caótico, pero estoy mejor ahora. Gracias por esto.

—No te preocupes. Mi papá me dijo que te trajera directo a la casa, y que no te preocupes por nada , además no es nada que no haría por mi hermana—dijo Indio mientras conducía, mirándola con una sonrisa tranquilizadora.

El trayecto hasta la casa de los Downey fue breve, y al llegar, Robert y Susan la recibieron con abrazos cálidos y palabras de apoyo. Eloise se instaló en la habitación que le habían preparado y, después de descansar un poco, se unió a la familia para comer. La calidez del ambiente, las bromas de Robert y la amabilidad de Susan la hicieron sentirse más en paz de lo que había estado en días.

Pero no podía ignorar la razón por la cual había llegado a Los Ángeles un día antes de la fiesta. La tensión con Chris seguía presente, y Eloise sabía que debía enfrentarlo antes de la celebración. No podía soportar la idea de asistir a la fiesta sin aclarar las cosas con él. Así que, después de la comida, se armó de valor y decidió enviarle un mensaje.

"Estoy en Los Ángeles. ¿Será que podemos vernos antes de la fiesta? Necesito hablar contigo."

Esperó, mirando el teléfono con la esperanza de que su mensaje obtuviera una respuesta rápida. Los minutos pasaban lentamente, cada segundo haciéndose eterno. Finalmente, el teléfono vibró, y Eloise sintió un vuelco en el estómago al ver el nombre de Chris en la pantalla.

"Estoy ocupado."

Solo esas dos palabras. Nada más. Ninguna explicación, ningún intento de suavizar la frialdad. Eloise sintió cómo la esperanza que había guardado se desvanecía. Había venido hasta Los Ángeles, había cruzado medio país para intentar hablar con él y resolver el malentendido... y él le respondía de la manera más distante y cortante posible.

Se quedó mirando la pantalla, con una mezcla de tristeza y frustración. Quería responderle, insistir, pedirle que le dedicara al menos unos minutos. Pero se contuvo, temiendo que cada mensaje suyo solo lo alejara más. Sabía que Chris estaba herido, pero su rechazo le dolía profundamente. Había hecho todo lo posible por aclarar la situación, y el hecho de que él la tratara con ese desdén la hacía cuestionarse si alguna vez había comprendido realmente lo que significaba su relación para él.

Susan, que había notado la expresión tensa de Eloise, se acercó a ella y le puso una mano en el hombro.

—¿Va todo bien, Elo? —preguntó con una suavidad que solo una madre puede tener.

Eloise forzó una sonrisa, pero sus ojos la traicionaron.

—Intenté hablar con Chris, pero... él simplemente no quiere. Dice que está ocupado. —Las palabras salieron con dificultad, y su voz se quebró al final.

Susan la miró con comprensión y la llevó a sentarse en el sofá.

—Escucha, a veces, cuando las personas se sienten heridas o confundidas, se retraen en lugar de enfrentar lo que les duele. No estoy justificando su actitud, pero tal vez Chris necesita tiempo para procesar todo esto. —Susan le dio una sonrisa reconfortante—. Has hecho todo lo posible, Eloise. Quizás lo mejor es que te tomes esta noche para ti, para estar en paz, y ver qué ocurre en la fiesta. Las cosas siempre parecen más claras cara a cara.

Eloise asintió, respirando hondo. Susan tenía razón; no podía hacer mucho más. Había dado todo de su parte para arreglar las cosas, y ahora, todo dependía de Chris.

—Gracias, Susan. —le dijo con un tono suave y agradecido—. No sé qué haría sin ustedes.

Susan le sonrió, dándole un último apretón en el hombro antes de irse a atender unos asuntos. Eloise se quedó en el sofá, dejando que las palabras de Susan le dieran un poco de calma. Sabía que la espera hasta la fiesta sería difícil, pero al menos estaba rodeada de personas que creían en ella.

Con el teléfono aún en la mano, revisó la pantalla una vez más, esperando una notificación, algo que le indicara que Chris había cambiado de parecer. Pero no había nada. Solo silencio.

La Influencer que conquistó MarvelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora