"despertar *"

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La luz del amanecer se filtraba suavemente a través de las cortinas de la habitación, creando un ambiente cálido y acogedor. Draco  despertó lentamente, sintiendo el calor del cuerpo de su Leona abrazado a él. Ambos estaban desnudos bajo las sábanas, sus pieles aún cálidas del contacto de la noche anterior. El suave aroma de su cabello, mezclado con el frescor del aire matutino, llenaba la habitación y lo envolvía en un sentido de paz momentánea. Su rostro, iluminado por los primeros rayos del sol, mostraba una expresión serena y despreocupada. sonrió al verla así, tan vulnerable y tranquila, y por un instante, el peso del mundo exterior se desvaneció.

Sin embargo, mientras Hermione seguía en un profundo sueño, los pensamientos de Draco empezaron a vagar hacia la creciente angustia que lo atormentaba. Habían pasado ya dos meses desde que su madre había comenzado los trámites de divorcio con Lucius, y la distancia emocional entre padre e hijo se hacía más palpable con cada día que pasaba. Lucius, en lugar de preocuparse por el bienestar de su familia, parecía estar completamente absorto en su nueva vida con Sombra Rosier, disfrutando de la anticipación del nacimiento de su primer hijo con ella. La idea de que su padre se interesara más por la felicidad de otra mujer y su futuro hermano que por su primogenito era un golpe al orgullo de Draco y un recordatorio constante de su soledad en un hogar que se desmoronaba.

La presión de la deuda de sangre que pesaba sobre su familia era un yugo insoportable, una carga que lo seguía a cada paso. Su mente se afanaba en buscar una solución. Había escuchado que Blaise había hablado con su madre la noche anterior, buscando respuestas y alternativas para romper la maldición que los mantenía atados a un destino sombrío. Además, Nott y Luna Lovegood pasaban horas en la biblioteca, buscando antiguos textos y explorando posibles reparaciones en las páginas polvorientas de libros olvidados. Era un esfuerzo colectivo, pero la presión de la inminente desesperación se sentía cada vez más abrumadora, como una sombra oscura que se cernía sobre ellos.

A pesar de todo, había alguien que lo apoyaba incondicionalmente: Pansy. Aunque ella también lidiaba con sus propios problemas familiares por haber abandonado a Hermione, su lealtad hacia su hermana era inquebrantable. Hermione era la otra mitad  que  para ella le faltaba, y perderla no era una opción. Esa conexión, esa cariño, significaba mucho más que cualquier rencor o enfado; era un lazo que los unía en medio del caos.

Justo cuando esos pensamientos comenzaban a desvanecerse, cuando la castaña comenzó a despertar, y Draco sonrió al verla abrir lentamente los ojos. Sin embargo, en un instante, su expresión cambió drásticamente. Justo cuando iba a pronunciar una palabra, sintió una repentina oleada de náuseas que la tomó por sorpresa. Su rostro palideció, y, sin poder contenerse, se levantó de un salto de la cama y salió corriendo al baño.

Draco se quedó en la cama, sintiendo cómo la preocupación se apoderaba de él. Se cubrió con las sábanas mientras escuchaba el sonido del agua corriendo en el baño, preguntándose qué le había pasado. Sin pensarlo, se levantó y la siguió, decidido a ayudarla.

Al llegar al baño, la encontró de rodillas frente al inodoro, luchando contra las arcadas. Su cabello caía desordenado sobre su rostro, y la fragilidad de su situación le partió el corazón. Sin dudarlo, se arrodilló a su lado, colocando una mano en su espalda para ofrecerle apoyo.

—leona estoy aquí —dijo, su voz suave y reconfortante, como un susurro en medio del caos.

Ella lo miró, sus ojos llenos de gratitud y vulnerabilidad. Draco sintió que su corazón se apretaba al ver la lucha en su rostro, la incomodidad y el malestar que se reflejaban en su expresión. Con cada ola de malestar que la golpeaba, él estaba allí, su presencia un ancla en medio de la tormenta.

—No te preocupes por nada… solo respira. Pansy, Blaise y Nott están trabajando en soluciones. No estás sola en esto —le aseguró, intentando infundirle algo de calma.

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