Capítulo 21: Es solo una tormenta, pero... (2 de 2)

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Narra Jasper

La mañana después de la tormenta amaneció tranquila, como si el cielo hubiera olvidado la furia de la noche anterior. El aire se sentía limpio, fresco, y una luz suave entraba por la ventana del dormitorio. Dominick seguía dormido a mi lado, su respiración profunda y regular, y su cuerpo, que la noche anterior había estado tenso y agitado, ahora descansaba en paz. Siempre me impresionaba cómo podía cambiar tanto entre el caos de la tormenta y la calma de la mañana.

Lo observé por unos minutos, sintiendo el calor de su cuerpo contra el mío. Había algo casi frágil en la forma en que dormía después de una tormenta, como si toda la fortaleza que proyectaba durante el día se desmoronara en esos momentos de vulnerabilidad. No me gustaba verlo así, pero sabía que había cosas en su pasado que lo seguían atormentando, aunque nunca hablara de ellas.

Cuando comenzó a moverse ligeramente, despertándose, me acerqué más, dejando que mis dedos acariciaran suavemente su cabello. Su rostro se relajó aún más al sentir mi toque, y lentamente abrió los ojos, dándome una leve sonrisa, aún adormilado.

—Buenos días —murmuró con su voz ronca por el sueño.

—Buenos días, amor —le respondí, devolviéndole la sonrisa antes de besar su frente—. ¿Cómo dormiste?

Dominick suspiró, cerrando los ojos de nuevo por un momento.

—Mejor de lo que pensé, considerando la tormenta de anoche.

Asentí, recordando cómo su cuerpo se había tensado con cada trueno. Había pasado buena parte de la noche manteniéndolo cerca, susurrándole palabras tranquilizadoras hasta que, finalmente, había logrado conciliar el sueño. Sabía que no era solo la tormenta lo que lo inquietaba. Había algo más, algo que siempre estaba en la sombra de su miedo, y aunque nunca lo hablábamos abiertamente, yo podía sentirlo.

Después de unos segundos, Dominick rompió el silencio.

—Siempre he odiado las tormentas, desde que era niño —dijo en voz baja, como si estuviera pensando en voz alta, sin mirarme—. Mi padre solía dejarme afuera, en el jardín... cuando se enojaba conmigo.

Me quedé en silencio, permitiendo que continuara. Era raro que hablara de su padre, y más raro aún que compartiera algo de esa época con tanto detalle.

—Si había una tormenta, era peor —prosiguió, con una sonrisa amarga—. Me dejaba allí, bajo la lluvia, hasta que... bueno, hasta que él decidía que era suficiente.

Mis manos se detuvieron un segundo en su cabello antes de volver a moverse suavemente. Sentí un nudo formarse en mi pecho al imaginarlo, un niño pequeño y vulnerable, enfrentándose solo al rugido del cielo y al frío de la tormenta.

—Eso no debería haber pasado nunca —dije en voz baja, acercándome más a él—. Lo siento, Dominick.

—No tienes que sentirlo —respondió, su voz un poco más firme ahora—. Solo... hay cosas que uno nunca supera del todo, ¿sabes?

Asentí, aunque él no me miraba. No necesitaba hacerlo para saber que entendía. A veces, los miedos de la infancia se quedan con nosotros, escondidos en las sombras, esperando el momento para reaparecer. Pero también sabía que ahora no estaba solo, que yo estaría a su lado cada vez que una tormenta intentara derrumbar su mundo.

—Lo sé —le respondí suavemente—. Pero no estás solo en esto.

Él giró la cabeza hacia mí, sus ojos reflejando una mezcla de agradecimiento y alivio, y esbozó una pequeña sonrisa.

—No, no lo estoy.

Y en ese momento, mientras la luz de la mañana llenaba la habitación, supe que, aunque el pasado lo perseguía, también sabía que había encontrado un lugar seguro. Un refugio en el que siempre podría estar a salvo, sin importar cuán fuerte rugiera la tormenta afuera.

One-Shots: "Nuestra Primera"  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora