Capítulo 4: "Te he visto aquí algunas veces... Siempre leyendo"

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El cuarto viernes, Jasper finalmente reunió todo el valor que había estado acumulando durante semanas. Caminó hacia el parque con el corazón latiendo con fuerza y una determinación renovada. Ese día no se contentaría con observar desde lejos. Estaba decidido a acercarse al joven que, sin saberlo, había capturado su atención cada vez que lo veía en la misma banca.

Al llegar, lo vio de nuevo: sentado con la misma elegancia tranquila que lo caracterizaba. Dominick tenía un libro en las manos, absorto en la lectura como siempre. Esta vez llevaba una camisa clara, combinada con un suéter marrón drapeado sobre los hombros. Sus pantalones de lino de corte impecable y mocasines de cuero completaban su atuendo, proyectando un estilo sobrio pero perfectamente cuidado. Mientras leía, comía un sándwich con calma, completamente ajeno al mundo a su alrededor.

Jasper se detuvo a unos metros de distancia, tomando una respiración profunda para calmar los nervios que lo invadían. “Es ahora o nunca”, pensó. Reuniendo el poco valor que le quedaba, avanzó hacia la banca hasta detenerse justo frente a él.

—Hola —dijo, con una sonrisa nerviosa pero genuina.

Dominick levantó la vista de su libro con una calma elegante y lo miró con curiosidad. Sus labios se curvaron en una ligera sonrisa, que suavizó sus rasgos y llenó el aire de una amabilidad inesperada.

—Hola —respondió, dejando el libro a un lado y enderezándose en la banca con un movimiento fluido, como si todo en él estuviera perfectamente coreografiado.

Jasper sintió su corazón acelerarse aún más al estar tan cerca. Notó detalles que antes se le habían escapado: la piel de Dominick era de un tono marfil, casi translúcida bajo la luz del sol, y parecía tener una textura tan suave que resultaba irreal. Sus facciones, finas y simétricas, le daban un aire etéreo, casi fuera de este mundo. Pero fue su mirada la que más impactó a Jasper. Sus ojos, de un azul profundo y sereno, reflejaban una mezcla de curiosidad y amabilidad que lo envolvieron en una extraña paz.

—Te he visto aquí algunas veces... siempre leyendo —continuó Jasper, rascándose la nuca en un intento de ocultar su nerviosismo—. Me llamo Jasper. Suelo venir a correr por aquí y... pensé que sería buena idea presentarme.

La sonrisa de Dominick se amplió, iluminando su rostro con una calidez que hizo que Jasper se sintiera menos tenso.

—Dominick —respondió con una voz suave pero firme, extendiendo una mano en señal de saludo—. Es un placer conocerte, Jasper.

Al estrechar su mano, Jasper sintió una corriente eléctrica recorrerle el cuerpo. La mano de Dominick era cálida, su apretón firme pero delicado. En ese simple gesto, toda la ansiedad de Jasper pareció desvanecerse.

—¿Qué estás leyendo? —preguntó, señalando el libro que Dominick había dejado a un lado, buscando desesperadamente prolongar la conversación.

—Hoy estoy con El principito —respondió Dominick, su mirada iluminándose con un destello de entusiasmo—. Es un libro que parece simple, pero aborda temas muy profundos sobre la vida, el amor y la amistad. ¿Lo conoces?

Jasper negó con la cabeza, pero su sonrisa se amplió.

—Lo he oído mencionar, pero nunca lo he leído. Parece que siempre tienes algo interesante entre manos.

Dominick soltó una risa suave, sincera, que pareció desvanecer cualquier barrera entre ambos.

—Me encanta la buena literatura. Leer es una forma de escapar de la realidad, de explorar otros mundos y perspectivas —dijo, sus ojos brillando con una pasión que resultaba contagiosa—. Cada personaje que el principito encuentra en su viaje representa una lección sobre la naturaleza humana.

Jasper lo escuchó con atención, fascinado no solo por las palabras de Dominick, sino también por la manera en que las decía, con esa voz tranquila y profunda que parecía resonar en su interior.

—Suena fascinante —admitió Jasper, sin poder apartar la vista de él—. Me gusta cómo lo describes. Es como si encontraras belleza en cada cosa que haces.

Dominick inclinó la cabeza ligeramente, como si considerara sus palabras. Luego, sonrió de nuevo, pero esta vez su sonrisa fue más íntima, como si se hubiera creado una conexión especial entre ambos.

—La belleza está en los ojos de quien sabe mirar, Jasper —respondió, su voz apenas un susurro—. Y creo que tú también sabes encontrarla.

La intensidad de sus palabras dejó a Jasper sin aliento. Sintió que el mundo se detenía por un instante, que el bullicio del parque, las voces lejanas y el canto de los pájaros se desvanecían, dejando solo a ambos en ese pequeño rincón del mundo.

Y así, lo que había comenzado como una presentación tímida, se transformó en una conversación fluida y natural. Hablaron de libros, de música, de sus aficiones y de sus sueños. Cada palabra que compartían era un paso más en un camino que, sin darse cuenta, habían comenzado a recorrer juntos.

El tiempo pasó sin que lo notaran, y cuando el sol comenzó a descender, tiñendo el cielo de tonos naranjas y dorados, Jasper se dio cuenta de que había encontrado algo más que un simple interés pasajero. Había encontrado a alguien que parecía entenderlo de una manera que nadie más lo había hecho.

Cuando finalmente se despidieron, Jasper sintió una mezcla de alegría y anticipación. Sabía que ese encuentro había sido solo el comienzo, que aún había mucho por descubrir en aquel enigmático joven que, con su voz suave y su mirada profunda, había comenzado a transformar sus días.

Mientras se alejaba, no pudo evitar sonreír, recordando las palabras de Dominick: “La belleza está en los ojos de quien sabe mirar”. Y, por primera vez en mucho tiempo, Jasper sintió que había encontrado algo verdaderamente hermoso.

One-Shots: "Nuestra Primera"  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora