Capítulo 5

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Capítulo 5: El Pasado que Persiste

Mía llevaba poco tiempo en la ciudad, pero cada día se sentía un poco más en casa. A veces, no podía creer lo mucho que su vida había cambiado en tan poco tiempo: un nuevo país, nuevas amistades y, sobre todo, el lazo especial que había formado con Iván. Sin embargo, aunque Iván y ella pasaban cada vez más tiempo juntos, la sensación de que él escondía algo no desaparecía. Aquella mujer misteriosa que apareció en el estudio seguía rondando en sus pensamientos.

Un viernes por la noche, Julián decidió organizar una pequeña reunión en el departamento. Había invitado a algunos amigos de la universidad y colegas del trabajo, por lo que la casa pronto se llenó de conversaciones, música y risas. Mía se dejó llevar por el ambiente, charlando con varios de los invitados y riendo con las ocurrencias de Mateo. Aunque estaba disfrutando de la fiesta, cada tanto lanzaba una mirada hacia la puerta del balcón, donde había visto desaparecer a Iván hacía unos minutos.

Finalmente, no pudo resistir más la curiosidad y decidió salir en su búsqueda. Al abrir la puerta del balcón, la brisa fresca de la noche la recibió, y allí, a unos metros, estaba Iván, mirando las luces de la ciudad. Tenía una expresión tan seria que Mía dudó en acercarse, pero, finalmente, dio un paso adelante y se colocó a su lado.

—¿Todo bien? —preguntó en voz baja, con una mezcla de preocupación y ternura.

Iván la miró y, tras un breve silencio, sonrió, aunque sin la chispa habitual en sus ojos.

—Sí, solo necesitaba un respiro —respondió, desviando la mirada hacia la ciudad nuevamente—. A veces, cuando hay mucha gente, siento que me ahogo un poco.

Mía lo observó en silencio, dándose cuenta de que, detrás de esa sonrisa y sus palabras casuales, había algo más profundo. Ese mismo instinto que la había llevado a preocuparse por él la impulsó a hacer una pregunta que había estado rondando su mente desde el día en que la mujer apareció en el estudio.

—Iván... —comenzó, eligiendo cuidadosamente sus palabras—, ¿tiene algo que ver con esa chica que fue a verte al estudio? Parecías afectado ese día.

La sonrisa de Iván se desvaneció por completo, y durante un segundo, Mía pensó que él se enfadaría. Sin embargo, él simplemente suspiró y asintió, como si la pregunta hubiera sido inevitable.

—Supongo que no soy muy bueno escondiendo mis emociones, ¿verdad? —dijo con un intento de sonrisa, aunque sus ojos seguían serios.

Mía negó con la cabeza, sonriendo suavemente.

—No es eso... solo que a veces puedo leer a las personas —respondió—. Pero si no quieres hablar de ello, lo entiendo.

Él la miró por un instante, como evaluando si debía compartir más de su historia. Al final, pareció decidir que podía confiar en ella.

—Esa chica... —comenzó, bajando la voz—. Fue alguien muy importante para mí hace un par de años. Nos conocimos cuando llegué aquí, en una época en la que no tenía nada claro y estaba buscando algo que me diera un propósito. Ella fue una especie de... refugio, una persona que parecía entenderme mejor que nadie. Pero... las cosas no terminaron bien.

Mía sintió una punzada en el pecho, pero trató de ocultarlo para no incomodarlo.

—Lo siento, no quería traer recuerdos dolorosos —dijo con suavidad—. Solo me preocupaba por ti. Parecías... diferente desde que ella apareció.

Iván la miró con una expresión de gratitud y aprecio, como si sus palabras le dieran consuelo.

—Gracias, Mía. En serio. A veces siento que todo eso quedó en el pasado, pero hay cosas que no se van tan fácilmente. Y ver a alguien que significó tanto... es difícil de ignorar.

Mía asintió, entendiendo perfectamente. Ella misma había pasado por situaciones en las que el pasado parecía perseguirla, incluso cuando intentaba dejarlo atrás. Sin embargo, también se sentía aliviada de que Iván confiara en ella lo suficiente para abrirse, aunque fuera solo un poco.

Se quedaron en silencio por un momento, observando las luces parpadear en la distancia, cada uno inmerso en sus propios pensamientos. Finalmente, Iván rompió el silencio, cambiando el tono de la conversación.

—¿Te has acostumbrado a la ciudad? —preguntó, mirándola con una sonrisa más ligera—. Sé que no ha sido fácil mudarte aquí.

Mía se encogió de hombros, agradecida por el cambio de tema.

—No ha sido fácil, pero creo que sí. Cada día me siento más cómoda, sobre todo por las personas que tengo cerca. Julián, Mateo... y tú —dijo, con una sonrisa que no pudo ocultar.

Iván la miró con una expresión que parecía revelar un sentimiento recíproco, pero no dijo nada. En cambio, extendió su mano hacia la de ella, entrelazando sus dedos suavemente.

—Gracias, Mía. No sé cómo explicar lo que siento, pero tu presencia aquí... me ha hecho ver las cosas de otra forma —confesó en voz baja.

Mía sintió un escalofrío recorrer su espalda. Las palabras de Iván eran sinceras y llenas de significado, pero también transmitían una vulnerabilidad que él no solía mostrar.

Antes de que pudiera decir algo más, la puerta del balcón se abrió de golpe y Julián asomó la cabeza.

—¡Ah! Perdón, perdón... —dijo, al ver la cercanía entre ambos—. Pero Mateo está preguntando por ustedes. Se han perdido la mitad de la fiesta.

Mía e Iván se soltaron de inmediato, ambos sonriendo con cierta incomodidad. Julián, notando el ambiente, les lanzó una mirada de disculpa antes de cerrar la puerta. Después de unos segundos, Iván soltó una carcajada.

—Creo que es nuestra señal para volver a la fiesta —dijo, dándole un apretón suave a la mano de Mía antes de soltarla.

Ambos regresaron al interior del departamento, aunque la conversación que habían tenido seguía resonando en Mía. A partir de esa noche, Iván comenzó a mostrar un lado diferente: menos reservado, más dispuesto a compartir pequeños fragmentos de su vida pasada. Ella sabía que aún quedaban muchas cosas que él no estaba listo para contarle, pero aquella noche, mientras él le sonreía desde el otro lado de la sala, Mía sintió que estaban empezando a recorrer un camino especial.

Esa noche terminó con más risas, juegos de cartas y conversaciones triviales. Sin embargo, para Mía, lo realmente importante había sido el momento en el balcón, la revelación de Iván, y el sentimiento que crecía en su interior, aquel que se hacía más fuerte cada día. Sabía que su camino con Iván estaría lleno de altibajos, pero estaba decidida a intentarlo, a estar a su lado mientras él enfrentaba su pasado y encontraba su propio camino.

Y así, en medio del ruido de la fiesta y las luces de la ciudad, Mía sintió que había dado un paso más hacia algo que apenas comenzaba a descubrir.

Viviendo con mi hermanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora