De vuelta a casa

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Scaramouche había dejado la casa de Aether con una expresión despreocupada, pero en realidad se dirigía a un almacén oculto donde su grupo guardaba mercancías listas para traficar. Entre cajas y estantes desordenados, recogió una de las unidades, revisando el contenido con la precisión acostumbrada: armas, sustancias... todo parte del cargamento que debían entregar esa noche.

Sus compañeros comenzaron a cargar las cajas en la furgoneta, cada uno tomando una con rapidez. Scaramouche mantuvo una mirada vigilante mientras ayudaba con las últimas, asegurándose de que todo estuviera en orden. Sabía bien que este tipo de intercambios nunca eran del todo seguros, pero confiaba en que la entrega fuera rápida y sin complicaciones. Con todo listo, el grupo se subió a la furgoneta y partió rumbo al muelle.

El muelle estaba envuelto en una neblina densa, un escenario que añadía un toque de tensión al momento. Los hombres del otro lado los esperaban ya, y Scaramouche no perdió tiempo. Junto con sus compañeros, comenzaron a descargar las cajas y a colocarlas frente a los compradores.

—Todo aquí, como acordamos, —dijo Scaramouche, observando a uno de los hombres que parecía dirigir el grupo opuesto.

Los compradores intercambiaron miradas, y por un segundo, Scaramouche tuvo un mal presentimiento. Sin embargo, el tiempo para reaccionar fue escaso: el sonido seco de un disparo resonó en el muelle, y Scaramouche sintió un dolor ardiente en el pecho. La bala lo impactó con tal fuerza que lo hizo tambalearse hacia atrás, llevándose una mano al pecho mientras la sangre comenzaba a manchar su ropa.

Los otros integrantes de su grupo intentaron reaccionar, pero la situación se descontroló rápidamente. Ante la agresividad de los compradores, muchos de ellos optaron por huir, dejando a Scaramouche solo. Los disparos se hicieron más intensos, y el muelle se llenó de caos mientras algunos intentaban defenderse sin éxito.

Antes de que pudiera procesar la gravedad de la herida, Scaramouche fue atrapado por dos de los hombres. La herida en su pecho le impedía pelear con la fuerza acostumbrada, y, debilitado, apenas logró resistirse mientras lo arrastraban hacia uno de sus vehículos. Sin importar su intento de liberarse, aquellos hombres lo inmovilizaron y lo metieron al coche sin dudar.

La furgoneta se alejó del muelle, desapareciendo en la oscuridad de la noche.

Scaramouche sentía la realidad difuminarse, la herida en su pecho pulsando de dolor mientras la furgoneta avanzaba. Su visión era borrosa, y todo a su alrededor le llegaba en fragmentos; voces distantes, el sonido del motor, y las luces intermitentes que se colaban por las ventanas.

Uno de los hombres, sentado frente a él, lo miraba con una expresión fría, casi como si estuviera evaluando cada segundo de su resistencia.

—Desde ahora formas parte de nuestro grupo, de nuevo, —dijo el hombre sin emoción, dejando clara la falta de opción en el asunto.

Scaramouche intentó resistirse, con el dolor en el pecho creciendo y su cabeza dándole vueltas. Sentía una presión en la herida, manos firmes trabajando para sacar la bala que lo había alcanzado minutos antes. Su boca apenas pudo formar una pregunta.

—¿Era... necesario dispararme...? —logró murmurar, su voz cargada de ironía, aunque el dolor la hacía quebrarse.

—Para recordarte quién está al mando, —respondió otro de los hombres con una sonrisa. —Ahora no te puedes dar el lujo de escapar.

Scaramouche intentaba mantenerse consciente, pero cada segundo era más difícil. Sabía que lo llevaban de regreso a Japón, a las calles y callejones que había jurado dejar atrás. La idea de estar obligado a volver a ese mundo de violencia lo golpeaba con tanta fuerza como la bala que había recibido. Sus pensamientos lo traían de vuelta a Aether, y el nudo en su pecho se hizo aún más insoportable. Dejarlo atrás, desaparecer de su vida, era algo que no quería considerar.

Antes de que pudiera procesar algo más, sintió un pinchazo en el brazo. Un hombre le inyectaba algo, probablemente un anestésico, y mientras la oscuridad comenzaba a envolverlo, escuchó las palabras de otro de ellos.

—Cuando despiertes, estarás en Japón, en casa.

Scaramouche intentó luchar contra el efecto de la anestesia, pero la somnolencia fue tomando el control, y su cuerpo se fue relajando hasta que todo se volvió negro.

Uno de los hombres que estaba revisando a Scaramouche encontró su teléfono, frunciendo el ceño al examinarlo. Otro integrante se acercó, sonriendo con sorna al ver el nombre de Aether en las notificaciones recientes, se dio cuenta que era su novio porque lo tenía con un emoji de corazón...

—Así que tiene novio en Reino Unido, —murmuró, recordando vagamente el nombre de Aether—. Un niño de 14 años, ¿verdad?

Con un gesto rápido, sostuvieron el teléfono frente al rostro de Scaramouche, aprovechando su estado inconsciente para desbloquearlo. Al ver que el acceso se completaba, uno de los hombres esbozó una sonrisa de satisfacción mientras abría el chat de Aether y comenzaba a escribir.

—Escribe algo convincente, algo que termine con eso rápido, —dijo uno de los hombres al que estaba tecleando—. Así no tendremos que preocuparnos de esa carga extra.

El hombre en el teléfono tecleó un mensaje frío y distante, imitando el tono brusco que creía que Scaramouche usaría. Redactó un mensaje que terminaba la relación sin dar mayores explicaciones, suficiente para romper cualquier vínculo que Scaramouche pudiera tener en Reino Unido. Luego, dejó el teléfono a un lado, satisfecho.

A su alrededor, algunos de los otros integrantes soltaron comentarios entre risas.

—¿En serio, con uno de 14? —bromeó uno, negando con la cabeza—. ¿Qué, las de su edad lo ignoran? Tiene que andar metiéndose con críos.

Las carcajadas llenaron la furgoneta, los hombres entretenidos con la situación, riéndose a costa de Scaramouche, sin la menor consideración.
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Disculpen si no actualizo, estoy enferma🥲 (cap corto)

Golden Hour[Scaraether][Xiaoaether]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora