Un amor en juego

14 12 3
                                    

Aether estaba en la sala de su casa, sentado junto a su tutor, Dainleif, que lo escuchaba con paciencia mientras él hablaba de su relación con Scaramouche. Desde que Dainleif había asumido el rol de tutor y psicólogo, se había vuelto alguien en quien Aether confiaba de verdad. La conversación fluía fácilmente, y Aether se sentía en paz, hablando sobre sus sentimientos y cómo Scaramouche parecía entenderlo como nadie.

De pronto, el teléfono de Aether vibró. Miró la pantalla, viendo un mensaje de Scaramouche que le hacía detenerse. Al abrirlo, su expresión cambió; el mensaje decía:

"Lo nuestro no tiene sentido. No quiero seguir perdiendo el tiempo. Es mejor que terminemos aquí. No busques explicaciones, Aether. Todo está dicho."

Aether parpadeó, leyendo y releyendo las palabras, convencido de que debía haber algún error. Intentó responder, pero al apretar el contacto, vio que el número estaba bloqueado. Un nudo de angustia le llenó el pecho, y por un instante, todo a su alrededor se quedó en silencio.

—¿Aether? —preguntó Dainleif, notando la expresión en el rostro de su alumno—. ¿Qué pasó?

Aether no pudo responder de inmediato; la confusión y la incredulidad lo habían dejado en shock. Pero cuando alzó la mirada, sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas, y el nudo en su garganta se volvió insoportable. Sin poder contenerse, rompió en llanto.

Dainleif, viendo la reacción de Aether, se acercó, colocando una mano en su hombro, esperando pacientemente a que pudiera explicarse.

Aether, entre sollozos, intentó explicarle a Dainleif lo que acababa de suceder. La idea de que Scaramouche hubiera terminado con él así, de repente y sin explicación, parecía algo surreal. Apenas unos minutos antes, estaba hablando de él con tanta ilusión, y ahora... todo se sentía como un golpe brutal.

—No entiendo... —murmuró Aether entre lágrimas, apretando el teléfono en sus manos—. Hace un rato estaba pensando en él, y ahora... me llega esto. ¿Por qué?

Dainleif escuchaba en silencio, dándole tiempo a procesar. Sabía que el golpe era profundo. —Aether, —dijo suavemente—, a veces las personas actúan de forma que no podemos comprender del todo. No puedes culparte.

Aether solo negó con la cabeza, incapaz de asimilar lo que Dainleif decía. La frustración y el dolor se mezclaban, y cada palabra le parecía un recordatorio de lo mucho que confiaba en Scaramouche, de lo mucho que había entregado. Con cada segundo que pasaba, sentía una mezcla de tristeza y traición que le parecía casi irreal.

Dainleif lo acompañó hasta que Aether se calmó un poco, tratando de darle consuelo, aunque las palabras parecían ser insuficientes. Cuando Aether finalmente se retiró a su habitación, se dejó caer en la cama, mirando al techo en silencio. Los recuerdos de la noche anterior inundaban su mente: la intimidad, la confianza, todo lo que había compartido con Scaramouche creyendo que era especial. Y ahora... todo eso parecía haberse reducido a nada.

—Entonces, ¿solo me usó? —murmuró, sintiendo una oleada de amargura y tristeza. Se había entregado completamente, convencido de que su relación tenía un significado más profundo. Pero en cuestión de horas, su vida se había transformado por completo.

Aether cerró los ojos, dejando que el dolor lo invadiera. En ese momento, lo último que quería era volver a pensar en Scaramouche, ni siquiera quería recordar su rostro o sus palabras.
...
Tres días habían pasado desde aquel mensaje devastador que Scaramouche había enviado. Aether seguía sumido en su dolor, evitaba hablar del tema, y apenas comía o dormía. Pero esa tarde, un golpe en la puerta rompió su aislamiento. Al abrir, se encontró con los padres de Scaramouche, ambos con rostros de angustia.

—Aether, ¿Scaramouche ha estado aquí? —preguntó la madre de Scaramouche, y sus ojos traían una mezcla de esperanza y miedo que dejó a Aether desconcertado.

La sorpresa fue evidente en él. —¿Desde cuándo...? —preguntó, su voz un hilo tembloroso. Algo en su pecho se oprimía al ver a los padres de Scaramouche en tal estado.

—Hace tres días, Aether, —contestó el padre de Scaramouche, su expresión grave y sus manos apretadas en tensión—. Tres días sin saber nada de él.

Aether se quedó inmóvil, procesando cada palabra, recordando el mensaje en el que Scaramouche terminaba con él de la nada. Un frío se apoderó de su estómago: ¿y si en realidad le había pasado algo? El dolor que había sentido se mezcló con una nueva oleada de preocupación.

—¿Entonces... él desapareció? —preguntó Aether, apenas comprendiendo la idea.

La madre de Scaramouche, incapaz de contenerse, rompió en llanto, llevándose una mano al rostro. Todo el enojo y la confusión de Aether se desmoronaron al verla llorar. Si él no había estado en contacto con Scaramouche, ¿entonces dónde estaba?

Sin perder tiempo, los padres de Scaramouche dieron aviso a la policía, y en cuestión de horas la casa de Aether se convirtió en un punto de reunión para detectives y oficiales que empezaron a hacer preguntas y a coordinar la búsqueda.

Aether, sentado en la sala, observaba en silencio mientras los agentes organizaban la investigación, la mente en un torbellino de emociones.

Una vez los oficiales y agentes se fueron, dejaron claro que estaban considerando un posible secuestro, aunque la situación era complicada. Habían rastreado el teléfono de Scaramouche, y la ubicación que aparecía en el sistema los dejó atónitos.

—Japón, —dijo uno de los agentes mientras revisaba el informe en su tableta—. Su teléfono está en Japón.

La madre de Scaramouche se tensó de inmediato, bajando la mirada mientras sus manos temblaban. Ella sabía bien el tipo de problemas en los que su hijo se había involucrado en Japón, un pasado que había decidido ignorar para dejarle una nueva oportunidad en Reino Unido. Pero, ¿y si alguien de su antiguo mundo lo había reclamado de vuelta? El miedo a que los delitos de Scaramouche salieran a la luz la hizo mantenerse en silencio, sin mencionar sus sospechas a los agentes.

Aether, apoyado en el marco de la puerta, escuchaba cada palabra en silencio. Japón... entonces, ¿Scaramouche no había terminado con él realmente? Su mente retrocedió al mensaje frío y sin explicaciones que recibió días atrás. La rabia, la tristeza, todo lo que había sentido se transformó de golpe en una profunda preocupación. Alguien más había escrito ese mensaje, alguien que había usado el teléfono de Scaramouche.

Su corazón latía con fuerza, y el nudo en su pecho no lo dejaba respirar bien. Era como si de repente cada emoción encontrara un nuevo sentido; su amor por Scaramouche, que hasta hace unos minutos estaba en duelo, ahora lo envolvía en una urgencia desesperada. La idea de no saber dónde estaba, de no tener la certeza de si lo vería de nuevo, lo hizo sentir vacío.

Sin decir nada, volvió a su habitación, sus pensamientos girando en torno a una sola pregunta: ¿estaría bien Scaramouche?

Golden Hour[Scaraether][Xiaoaether]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora