19 | . Hospital

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11/03/2030


Joao🐢

08:32 hs

Las últimas horas han sido una pesadilla interminable. Cada segundo que ha pasado desde que la ambulancia se llevó a Julieta parece prolongarse en una eternidad, como si el tiempo mismo se hubiera vuelto en mi contra. Anoche, todos fuimos al hospital para saber en qué condiciones estaba, pero los doctores apenas pudieron darnos respuestas. Un golpe fuerte en la cabeza, dijeron, pero aún no podían confirmar qué tan grave podía ser el daño interno. Ella sigue dormida, y nosotros estamos atrapados en esta espera sin fin, en esta desesperación que no encuentra salida.

Isa se quedó anoche con Paula y con los demás, sus tíos, mientras yo regresaba a casa, buscando un poco de silencio, de soledad. Pero el silencio no trajo paz. Lo único que logré fue perderme en un sinfín de pensamientos, repasando una y otra vez el desastre que había sido este día, deseando poder volver el tiempo atrás.

Esta mañana tenía entrenamiento, y aunque la idea de ir se sentía absurda con todo lo que estaba pasando, decidí que debía seguir adelante. Algo dentro de mí me decía que necesitaba mantenerme ocupado. Me serví una taza de café negro, sin siquiera pensar en el sabor, solo necesitaba el golpe de energía, aunque sabía que el insomnio y la preocupación habían hecho un trabajo que ninguna cafeína podría arreglar.

Mientras tomaba mi primer sorbo, miré alrededor de la cocina. El lugar estaba hecho un desastre. Los restos de las cámaras de seguridad destrozadas seguían esparcidos por el suelo, recordatorios de la rabia ciega que había sentido anoche. ¿Qué demonios me había pasado? Sabía que Gavi lo notaría en cuanto llegara; seguramente me preguntaría, y tendría que inventar alguna explicación coherente.

Suspiré y me recargué en la isla, dejando el café a un lado mientras deslizaba el dedo por la pantalla del móvil, tratando de distraerme con cualquier cosa. Pero como si el universo se empeñara en torturarme aún más, lo primero que apareció fue una noticia sobre lo que ocurrió anoche. Fotos, comentarios, chismes. ¿Cómo diablos consiguieron esas fotos? Era como si la privacidad fuera un lujo del que jamás podría disfrutar. El enojo creció en mi pecho, pero no quise darle más vueltas. Dejé el móvil a un lado y me concentré en el café. Lo único que podía hacer era esperar a que Gavi llegara.

Unos minutos después, el timbre sonó. Me levanté de inmediato, y al abrir la puerta, ahí estaba él, con una expresión sombría. No había ni rastro de su típica sonrisa.

—¿Cómo estás, chaval? —le pregunté, chocando nuestras manos de manera automática, como si eso pudiera hacer desaparecer la tensión que ambos sentíamos.

—Algo mejor. ¿Y tú? —me respondió, mirándome con una mezcla de preocupación y cansancio en los ojos.

—Igual... en la misma, supongo —dije, haciéndome a un lado para que pasara.

Gavi entró, y casi de inmediato su mirada recorrió el caos de la cocina. Su expresión se endureció y luego arqueó una ceja, claramente sorprendido.

—¿Qué pasó aquí? —preguntó.

Lo sabía, tarde o temprano iba a tener que explicarle. Pero no quería meterme en eso todavía. No ahora.

—Luego te cuento —le respondí, esquivando su mirada. Señalé la cocina—. ¿Quieres algo de tomar? Aún tenemos unos veinte minutos antes del entrenamiento.

—Agua está bien —dijo, asintiendo.

Le serví un vaso de agua y volví a mi sitio, apoyándome en la isla. Gavi tomó un sorbo, y hubo un breve silencio incómodo entre nosotros. Sabía que, tarde o temprano, la conversación tocaría el tema que ambos estábamos evitando, así que decidí adelantarme.

Yo x Ti . Tu x Mi 2 - Joāo FélixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora