Cariñitos de la abuela (Lésbico)

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El beso se hizo más intenso cuando sus lenguas se involucraron en el acto. Tatiana ya no era esa inexperta y asustadiza niña que se veía sobrepasada por el ímpetu de su fogosa abuela, ahora ella era capaz de llevar las riendas del asunto pero prefirió dejarse en manos de Sandra.

Toques y besos atrevidos entre nieta y abuela aumentaron a los pocos minutos. Tatiana sonreía al recordar esos años en los que Sandra la manoseaba con descaro mientras ella se lo permitía y disfrutaba a pleno.

Esos lascivos recuerdo dejaban a la jovencita con ganas de repetirlo todo; la forma en la que su abuela la hacía sentar sobre ella con las piernas abiertas, como metía las manos en sus braguitas y la empezaba a estimular con los dedos pero sin llegar a penetrarla. Así empezó todo como un juego, de ese modo fueron los primeros orgasmos que Tatiana experimentó en su vida.

Al caer en la cuenta de lo que estaba sucediendo, la chica volvió a sonreír, le dieron ganas de sentirse de nuevo como en aquellos memorables tiempos.

Ahora por fin estaba de nuevo con su abuela como quería, esta la tenía apoyada en el sofá, le había levantado el vestido para darle caricias íntimas, de momento lo hacía por encima de su tanga. Sandra la tocaba muy lenta y tortuosamente, la sentía humedecerse y excitarse cada vez más.

La mujer apretaba los pechos de su preciosa nieta, se estaba asegurando de ponerla bien cachonda. Ansiosa y emocionada Sandra comprobaba cuan sensible y receptivo se había vuelto el cuerpo de Tatiana.

"¿Te sientes bien con esto mi amor? ¿Quieres que continúe?".

"Sí Abu Sandy, es lo que más quiero en este momento".

"Entonces vamos a mi habitación para estar más cómodas".

Poco después, las dos ya retozaban desnudas en la cama de Sandra, en esa misma habitación que una década antes fue único testigo de los más pecaminosos y emocionantes encuentros íntimos.

La abuela se tomó su tiempo para observar y acariciar con detenimiento el esbelto cuerpo de Tatiana, también para disfrutar de la suavidad de esa piel juvenil, apreciar sus cada una de sus curvas y elevaciones.

La vista de la madura mujer se posó entre ese par de piernas y se relamió los labios al visualizar un coñito totalmente depilado ya humedecido, tan tentador y dispuesto solo para ella.

Tatiana se sonrojó un poco antes de revelar algo más a su abuela sin ningún pudor.

"¿Te sigue gustando Abu? Me lo rasuré porque pensé que quizás te encantaba así. Ya sabes, como lo tenía antes... tierno, sin pelitos y muy listo para tu lengüita".

Las palabras de Tatiana encendieron todavía más a Sandra, de forma audaz se colocó sobre el cuerpo de su nieta y empezó a repartir besos por todas partes, empezando por el cuello y bajando poco a poco.

La mujer hizo una pausa en los pechos de la sexy chica, se entretuvo un rato chupándole y mordisqueándole los pezones hasta dejarlos muy duritos y llenos de su saliva.

"Qué sabrosas tetas tienes ahora bebé, te las voy comer con ganas todas las noches".

Tatiana parecía feliz con la idea, su amplia sonrisa la delataba y ahora disfrutaba ver a su abuela descendiendo más por su cuerpo, pasando por su vientre y su pelvis hasta finalmente alcanzar su sexo.

En ese punto, Sandra se sentía dichosa y ya no pensaba esperar más. Acercando su boca al coño de su nieta empezó a repartir besos en toda el área externa, luego de un rato incorporó su lengua para besar con más ganas y profundidad.

Las caderas de Tatiana se movían en consecuencia y sus gemidos salían imparables. La lengua de su abuela se abría paso en su vulva, exploraba sus pliegues y lamía su clítoris de tanto en tanto antes de deslizarse hasta su mojada vagina, provocándole sucesivos orgasmos.

Sandra no paraba, había extrañado tanto comer el coñito de su princesa, y aunque ahora tenía el sabor y el aroma de una mujer ya completamente desarrollada, le seguía encantando.

"Ufff... qué rico Abu Sandy!!!! Sigue por favor, me gusta mucho como lo haces".

"Claro que sí princesa, voy a mamar y usar esa rica conchita hasta que grites y no puedas más".

Los lengua de Sandra volvió al clítoris de su nieta, dio unas lamidas antes de chuparlo, al mismo tiempo se puso a estimular la abertura de esa jugosa vagina que parecía suplicar por sus dedos.

La gran experiencia de Sandra en ese asunto garantizaba el deleite absoluto de Tatiana, que solo podía gemir y disfrutar de las exquisitas atenciones de su pervertida y apasionada abuela.

Después de una adecuada preparación, Sandra introdujo uno por uno sus largos dedos en el palpitante coño de su nieta, lo iba abriendo de a poco cada vez más profundo, quería escucharla gemir y pedir por más.

En el pico máximo de excitación, Tatiana fue capaz de resistir hasta cuatro dedos totalmente ensartados dentro de su estrecha y caliente vagina, la cual ahora estaba siendo duramente follada por la madura mujer.

"Suficiente por ahora para ti princesa, la próxima vez te meteré una mano completa pero no te preocupes que voy a entrenar muy bien ese coñito sabroso".

Sandra hablaba muy serio, quería experimentar las cosas más rudas y extremas con su nieta. Pero ahora sus planes con se enfocaban en otra parte de su interés; la abuela la hizo voltear y le levantó las caderas para comerle el culo más cómodamente, penetró ese apretado agujero usando su lengua y sus dedos.

La dama quería comprobar qué tan resistentes y flexibles podían ser esos orificios de Tatiana para los próximos días empezar a usar su colección de dildos con ella, nada le daría más placer que profanarla hasta dejarla rendida.

"Oh sí mi amor, te encantará que te coja usando dos o tres enormes dildos al mismo tiempo, quedarás muy caliente y abiertita por ambos lados, y te gustará tanto hasta pedirme más y más como toda una putita necesitada".

A Tatiana le excitaba la idea de convertirse en una puta a la entera disposición de su abuela, le estaba encantando someterse y dejarse usar por ella, la experiencia le resultaba fantástica.

"Todo lo que tú quieras Abu Sandy. Tómame y cógeme como quieras que tu putita insaciable está de regreso en tus brazos".

"Eso es justo lo que me gusta escuchar".

Rato después volvieron a besarse con pasión por un largo tiempo, Tatiana recordó algo más.

"Oye Abu... ¿Qué tal si nos dábamos otra clase de besitos como antes? Eso me gustaba mucho".

"Claro que sí, todo lo que mi putita consentida quiera".

Ambas se acomodaron sentadas en la cama, una frente a la otra con las piernas entrecruzadas hasta dejar sus coños bien unidos. Poco a poco comenzaron a moverse frotándose una contra la otra, así generando una deliciosa fricción y sonidos húmedos complementados perfectamente con sus gemidos de placer.

El libidinoso reencuentro entre abuela y nieta se vio coronado por una gran sucesión de orgasmos, quedaron rendidas pero así también con ganas de mucho más a cada instante.

Tatiana no podía sentirse más feliz de volver a recibir los cariñitos de su abuela Sandra que tanto había extrañado, de ahora en más los disfrutaría todos los días y nadie la separaría otra vez de la mujer que más amaba.

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