Nunca pasó por mi mente enredarme con alguna mujer de mi familia hasta el día que fui a visitar a mis tíos y luego de varios años me rencontré con Anita, mi prima. La última vez que la vi, ella era apenas una niña pero caí en la cuenta de que pasó más de una década de eso.
Se había convertido en una preciosa mujercita con un cuerpo nada despreciable. Era una linda morena de ojos color avellana, alta, muy delgada, tenía poco busto pero buenísimas caderas y un culito firme y levantado. No podía creer que se hubiera puesto tan buena, en serio me dejó sorprendida.
De repente, empecé a inquietarme mucho porque tenía pensamientos indebidos con Anita. Me preguntaba si era virgen, si era hetero o tal vez bisexual, si le gustaría probar con una mujer, y también imaginaba otras cosas más subidas de tono que quería hacer con ella, como comerle el coñito y averiguar a qué le sabía.
Al parecer ella me recordaba de buena manera y le agradaba como en el pasado, cuando era una niñita yo siempre la defendía cuando sus hermanos mayores la molestaban. Creo que se quedó con esa buena impresión, como la prima con la que podía contar.
Y como quien no quiere la cosa, la suerte estuvo de mi lado porque Anita me ofreció a quedarme con ella en su habitación a pesar de que su madre me asignó otro dormitorio. Igual nadie cuestionó nada, no había nada de malo que las primas compartieran una recámara, había mucho de que hablar. Claro que yo no iba a dejar pasar una chance así.
En horas de la noche, cuando ya todos habían ido a dormir, mi primita hermosa y yo seguíamos platicando de todo un poco hasta que me atreví a sacar disimuladamente esos temas que me interesaban.
"¿Tienes novio?".
Mi pregunta fue directa, su respuesta también.
"No. Hay un chico en mi escuela que me gusta pero no me hace caso. Creo que no le gusto ni un poco".
"Pues si no le gustas, él es un idiota. Eres demasiado hermosa, Anita".
La noté sonrojarse un poco ante mis elogios.
"¿No me crees acaso? Te lo decía desde antes cuando les visitaba en vacaciones de la escuela. Eres muy linda. ¿Recuerdas eso?"
"Sí"
"Ven aquí". Le dije y le extendí la mano, ella me hizo caso y tomó mi mano. "Recuerdas lo que hacíamos antes en la piscina? Te sentabas en mi regazo y me "bailabas"".
"A ti te gustaba que lo hiciera".
"Sí. Quieres repetirlo ahora aquí?".
"Claro. Será divertido".
Anita tuvo iniciativa y al parecer recordaba bien lo que le mencioné. Ella tenía un minishort de jeans y una camiseta ajustada. Todos sus bonitos atributos estaban expuestos frente a mí. Se acercó con actitud segura y seductora y se sentó en mis muslos apoyando sus nalgas. Comenzó a moverse frotando su trasero contra mi pelvis y ocasionalmente lo apoyaba contra mi sexo. Solo con eso ya me mojé y me dispuse a alentarla a que siguiera, era como si estuviera haciendo el famoso twerking sentada en mi regazo y me ponía demasiado caliente.
No pude contenerme y llevé mis manos a acariciar sus muslos, ella no protestó y siguió con lo suyo. Entonces la tomé de la cintura y la presioné contra mi cuerpo, es decir, abrí las piernas y su trasero quedó pegado a mi sexo, claro que estábamos vestidas aún pero igual era placentero. Me estaba moviendo y masturbando contra ella que tampoco dejaba de moverse para provocarme.
Llevé entonces mi mano hasta la bragueta de su shortcito y la moví enérgicamente. Estaba estimulando a mi prima, masturbándola sobre la ropa hasta que entendí que le gustaba lo que le hacía y gimió bajito.
"¿Te gusta, hermosa? ¿Quieres que siga?". Le pregunté.
"Sí".
Me atreví entonces a desprenderle el short y a meter mi mano en él para tocar su intimidad a mi entero antojo. Descubrí que estaba mojadísima y eso solo me puso peor. Con mis dedos acaricié su vulva, recorriendo hasta abajo y volviendo hacia arriba, esparciendo sus fluidos, pasándolos fugazmente por su clítoris y deslizándolos hasta la entrada de su vagina, fingiendo que se los metería.
Ella estaba por perder el control de tan excitada que se sentía y yo más al ponerla así de cachonda. Me dijo que estaba por venirse y entonces paré, retiré mi mano de su short y le pedí que se levante. Ella obedeció y también me puse de pie, la tomé por la cintura, presionándola contra mi humanidad y le planté un beso en la boca. Ella se sorprendió pero terminó por corresponderme.
Tras unos instantes de besos húmedos y apasionados, le saqué la camiseta, no traía sostén y sus pechos quedaron a mi vista. Luego le bajé el short y la hice sentar en la cama con las piernas abiertas, volví a besar sus labios y luego fui a su cuello mientras mis manos acariciaban sus senos. No podía creer que estuviera tocando así a mi prima, me sentía tan pervertida y a la vez tan decidida.
"¿Quieres que chupe tu coñito, amor?. Le susurré al oído y se le erizó la piel. Anita solo asintió.
Bajé a succionar un momento sus ricos y erectos pezones que se tornaban oscuritos cuando los estiraba y llenaba de saliva. En tanto, mis dedos volvieron a su chorreante conchita que pedía ser saboreada por mi boca.
Besé su abdomen y seguí bajando. Quedé arrodillada en el piso con mi cabeza entre sus piernas y comencé a besar su sexo virgen, prometiéndome que le daría un oral inolvidable. Saqué mi lengua y la endurecí, comencé a pasar lentamente sobre su raja desde la vagina subiendo hasta su clítoris. Repetí eso unas cuantas veces y noté que ella ya se movía en respuesta a mis estímulos en su sexo.
Mis labios se ciñeron a su clítoris para chuparlo sabrosamente. Anita gimió más alto y yo empecé a tocarme con una de mis manos dentro de mi ropa interior también. Estaba tan caliente que lo necesitaba hasta que dejé de succionarla un rato para desnudarme también. Tomé una almohada y la puse entre mis piernas, pegando mi coño a ella antes de volver a comer la deliciosa concha a mi hermosa baby que ahora se trataba de mi prima.
Me estaba masturbando con la almohada, fregando mi sexo y moviéndome rápido. A la par, mi lengua entraba y salía al mismo ritmo de la vagina de Anita, follándola gustosa y haciéndola jadear de placer. La hice correrse enseguida y botar muchísimo de ese jugo agridulce y tibio de su agujerito palpitante, el cuál me puse a degustar como si fuera un manjar exquisito y así también, yo me vine dejando mojada la almohada que tenía entre mis piernas.
Luego nos acomodamos en la cama, enredando nuestras piernas y pegando nuestros coños mojados que parecían besarse. Empezamos a tijerear y gemir, moviéndonos cada vez más rápido. Nuestras vaginas hacían un sonido acuoso y nuestros clítoris se rozaban generando una sensación placentera por demás.
Esa noche me la pasé comiendo y chupando el coño de Anita en distintas posiciones. Respeté el hecho de que fuera virgen y no le metí los dedos en ningún momento. Pero no pensaba volver a mi casa sin al menos desvirgarle el culo con un bonito dildo de cristal que traje para entretenerme, creo que se vería hermoso enterrado en ella, dilatando su ano mientras vuelvo a comerle su rica y jugosa conchita. Nunca podré tener suficiente de ella.
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Relatos eroticos lesbicos
Short StoryLas historias no son originalmente mías. Son originarias de lezz69 https://archiveofourown.org/users/Lezz69/pseuds/Lezz69