La mamá de Vania (Lésbica)

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Con los nervios a flor de piel pero muy decidida me presenté puntal a la cita con Vania. Me aseguré de ir vestida de forma provocativa con la única intención de encender a mi linda amiga ni bien me viera en su puerta.

Elegí una faldita muy corta para enseñarle mis piernas, un croptop ajustado para que pudiera apreciar mucha piel y mis pezones duritos marcándose en la tela y también unos tenis para mi mayor comodidad.

Cuando llegué a la dirección en cuestión me encontré con una casa amplia y bonita, lo que me hizo suponer Vania era de familia adinerada. Pero no reparé demasiado en todos esos detalles, yo solo podía pensar que en algunos minutos más estaría en la habitación de mi bella amiga y la tendría a mi entera disposición.

Una vez que toqué el timbre sentí cierta humedad entre mis piernas, toda la situación me empezó a poner muy cachonda. Aguardé impaciente hasta que escuché unos pasos hacia la puerta y la vi abrirse.

"Hola, linda. Tú debes ser Ximena, ¿cierto?"

En lo primero que mis ojos insolentes e indiscretos se fijaron fue en los enormes pechos de la mujer que pronunció mi nombre y me recibió con una amable sonrisa. El pronunciado escote de su blusa atrapó mi mirada y no pude disimular.

Tenía frente a mí a una mujer madura, era alta con unos kilos de más pero aún así muy refinada y elegante, de unos 50 años, cabello corto teñido en rubio platino, labios carnosos, buenas caderas y una clara actitud dominante. Me dio la impresión de que estaba frente a una dominatrix.

"Sí, buenas tardes. Vengo a visitar a Vania."

"Lo sé, te estaba esperando. Pasa, por favor..."

Asentí con una sonrisa e ingresé a la casa. La mujer cerró la puerta y me condujo hasta la sala donde se presentó como Valeria, la mamá de Vania.

Mi amiga era guapa pero su sexy señora madre me pareció mucho más hermosa e interesante. Mis ojos se posaban cada tanto en su boca, en sus pechos y en su trasero de manera casi inconsciente. Era demasiado evidente que ella lo notaba y eso le parecía divertido.

La atractiva mujer me invitó a sentame y me ofreció algo de beber, pero preferí esperar a Vania para eso. De repente, ella comentó algo que no me esperé.

"¿No tendrás inconveniente en aguardar a Vania por una hora? O tal vez dos o tres... Es que a la muy distraída se le olvidó que hoy tiene clases de ballet y aún así te citó a esta hora. Pero me pidió que te atendiera en lo que ella regresa a casa."

A decir verdad quedé descolocada al escuchar aquello, sobre todo porque Vania me confirmó muchas veces el día y la hora de nuestra cita, asegurándome que estaría en su casa y completamente a solas.

Ahora los planes cambiaron de forma abrupta y sin previo aviso, aunque al revisar mi celular me encontré con un mensaje de ella.

"Linda, estaré en mi casa en un par de horas a más tardar. Perdóname, se me pasó por completo mi clase de ballet y ya no puedo faltar, te quedas un rato con mi mamá. Espérame, por favor."

Un tanto molesta respondí con un simple "Ok" y un emoji de cara sonriente. Vania me dejó prácticamente plantada aún sabiendo que yo hice un viaje largo para ir a verla.

Suspiré fastidiada y dejé el teléfono a un lado. En ese instante me di cuenta de que Valeria me estaba mirando de una manera que me inquietó un poco, así que solo le hice una pregunta.

"¿Está bien si espero a Vania aquí?"

Mi pregunta fue más bien con intenciones de entablar conversación con esa mujer; el silencio me resultaba algo incómodo y ella me parecía demasiado atractiva, tanto que me costaba disimular mis nervios.

"Claro que sí, cariño. Lamento la desconsideración de mi hija, ¿habrá alguna manera de compensarte este mal rato?"

"No se preocupe, señora. No hay problema, ya estoy aquí así que esperaré a Vania."

"De acuerdo. Pero no me llames 'señora' ni me hables tan formal, de ahora en más solo llámame por mi nombre háblame de 'tú', ¿está bien?"

"Está bien, Valeria."

A partir de ahí, la plática se mantuvo más fluida y constante. Valeria y yo conversamos de todo un poco por más de una hora, hasta que de nuevo me quedé sin saber qué decir.

La verdad era que Valeria me ponía demasiado inquieta, me atraía tanto que mi mente ya estaba imaginando las más indecentes situaciones sexuales con ella. ¿Pero cómo? Si se trataba de la madre de la chica que yo quería conquistar.

Luego de analizar mejor la situación, decidí que irme de esa casa sería lo mejor antes de seguir en esa incómoda situación y dejar en evidencia mi estado de excitación.

Antes de levantarme y mostrar una actitud descortés, preferí informarle a ella sobre mi decisión.

"Disculpa Valeria, pero creo que vendré otro día. Si no me voy ya, se me va a hacer tarde para volver a mi casa".

Creo que a ella no le gustó mucho lo que dije, lo noté por su expresión seria y algo tensa.

"¿Entonces no vas a esperar a Vania? A ella le hacía mucha ilusión verte hoy. Si ya te vas y no te encuentra a su regreso se va a poner triste".

"Lo lamento, ¿puedes decirle que la llamaré luego?"

Valeria se puso de pie y me sonrió, casi entré en pánico cuando la vi encaminándose hacia mí para luego sentarse a mi lado.

"¿Te sientes decepcionada, linda?"

Su pregunta me dejó confundida, no supe bien a qué se estaba refiriendo. Su mirada intensa sobre mí me hacía sentir extraña, su rico perfume embriagaba mis sentidos, sus labios carnosos se veían apetecibles.

Esta sexy señora me ponía muy mal con su cercanía tan invasiva, la tenía a pocos centímetros de mí y solo con hablarme ya había conseguido que mi tanga se humedeciera, yo solo quería salir corriendo con dirección al baño para tocarme íntimamente.

"¿Decepcionada? ¿De qué?".

La miré tratando actuar con normalidad aunque mis nervios eran muy evidentes.

"Sé muy bien que viniste aquí por algo y te irás sin haberlo conseguido".

Valeria empezó a jugar con algunos mechones sueltos de mi cabello y a acercarse más a mi rostro. Finalmente ella se me impuso por completo y dejó un beso en mi mejilla derecha.

"Eres tan hermosa Ximena. Las niñas como tú son mi debilidad".

Yo volví a sonreír, el suave contacto de sus labios me emocionó muchísimo y sentí mucha más humedad en mi entrepierna.

"Gracias Valeria, también eres muy guapa".

"¿Te gustaría que tú y yo hagamos lo que planeabas hacer con Vania?".

De ninguna manera pensé que ella pudiera estar hablando en serio pero la idea me pareció demasiado excitante. Como no dije nada en respuesta, Valeria insistió.

"¿Qué dices amor? Soy una mujer con mucha experiencia y puedo satisfacerte mejor que mi hija".

Una de las manos de Valeria fue hasta mi muslo izquierdo para acariciarlo, yo de manera instintiva separé las piernas. Jadeé por lo bajo al sentir sus caricias en la parte interna de mi muslo y las puntas sus dedos rozando la tela de mi ropa interior.

"Mmmm... me encanta, estás muy mojadita aquí. Te entiendo, yo también lo estoy".

El hecho de saberme deseada por esa mujer me puso todavía más cachonda. Yo quería follar con mi amiga Vania y ahora su mamá quería follar conmigo.

Miré a Valeria y sin mediar palabras me fui acercando cada vez más. Ella me tomó del rostro y nos fundimos en un apasionado y deseado beso.

¡Vaya que besaba bien! Sentí la lengua de Valeria dominando la mía y recorriendo mi boca. La sensación era tan excitante y húmeda, nunca una mujer me había besado así.

Cada vez que Valeria succionaba mi lengua y mis labios, sentía que algo recorría todo mi cuerpo y llegaba a mi clítoris, que para ese entonces estaba empapado y ansioso.

Cuando dejamos de besarnos, Valeria no perdió el tiempo y se puso de rodillas en la alfombra para acomodarse entre mis piernas, levantó mi faldita y me bajó la tanga. Al separar mis piernas quedó embesalada viendo mi coñito ansioso y expuesto solo para ella.

"¡Ufff bebé! Qué rica conchita gordita y babosita me voy a comer".

"Sí mami. Come mi coñito, por favor"

A ella le gustó mucho que la llamara así, me miró con sorpresa y una sonrisa antes de hundir su cara entre mis piernas e iniciar su lascivo trabajo.

Mi cuerpo tembló cuando sentí la primera lamida de Valeria sobre mi húmedo sexo. La punta de su lengua encontró mi clítoris y lo estimuló directo con muchas ganas de despertarlo más.

"Haaaa así mami, chupa justo ahí".

Ella decidió complacerme y yo solo pude gemir al sentir sus labios succionando mi clítoris. Una sensación de éxtasis me invadió y mis caderas empezaron a moverse en respuesta a sus deliciosos estímulos.

Valeria sabía que me encantaba todo lo que me hacía. Esto estaba lejos de terminar.

Continuará...


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