Agustina era la típica chica de vida acomodada, de esas que lo tienen todo servido desde que nacen y se creen más que las otras personas solo por los privilegios materiales a su entera disposición. A decir verdad, me pareció antipática e insoportable cuando la conocí y no quise tener trato con ella.
Me dedico a dar clases de equitación y Agustina tomaba clases con mi colega, quien por cierto, ya no la toleraba más. Era una chiquilla insolente y sabía hacerse odiar por los demás, era algo así como una yegua difícil de domar aunque debía reconocer que era preciosa.
Mi pobre colega vino desesperado a plantearme un intercambio de alumnos porque él ya no podía con Agustina. Me dio lástima su situación pero también me causó curiosidad, quería saber si yo podía ser capaz de apaciguarla, acabé entonces aceptando el trato.
Mis primeras clases con ella fueron estresantes, hacía lo que le venía en gana y ponía nervioso al caballo que le asignaron. Tuve ganas de propinarle unas cachetadas cuando me respondía de mala manera.
Pero las cosas tomaban otro rumbo cuando luego de finalizar una práctica, me encontré con ella a solas en los cambiadores. La vi por accidente en ropa interior y eso me inquietó bastante aunque a ella no pareció importarle mucho.
No dije nada, solo miré hacia otro lado y comencé a cambiarme también. El silencio era incómodo, solo quería largarme de allí pero a la par, quería verla de nuevo, me había gustado su cuerpo delgado, su piel trigueña y su lindo y respingado trasero.
La observé de reojo y ella lo notó porque me estaba prestando atención, así que finalmente habló sin la más mínima pizca de vergüenza.
"Ya sé que eres lesbiana, profe"
Solo reí intentando ignorarla, temí que fuera una trampa que su mañosa mente estuviera maquinando para perjudicarme.
"Me gustan tus pechos tan grandes. ¿Me dejarías chupártelos un poco?"
¡Mierda! Sus palabras tan inesperadas me empezaban a excitar rápidamente, pensé que ella bromeaba y que luego podría ir a decir que la he acosado o algo pero luego vi que no era nada de eso.
"Sé que no te caigo en gracia porque me porté mal con tu amigo pero fue a propósito para que se hartara de mí y me enviara a tomar clases contigo".
Mientras decía eso, se me acercaba más y más, dejandome descolocada.
"Me gustas, profe. Tengo sueños húmedos por tu culpa". Confesó e intentó besarme la boca aunque me esquivé. Era la primera vez que una alumna me ponía en una situación tan jodida.
"Ya tengo experiencia en esto. Le suelo chupar el coño a la zorra de mi prima y dice que lo hago bien. ¿Quieres comprobarlo o prefieres comerme primero?".
De un momento a otro terminó quedando desnuda. No podía creer que una chiquilla caprichosa fuera la que intentara ser mi dominante. Soy versátil pero esta situación era extraña aunque no por eso dejaba de parecerme excitante.
Sus manos bajaron mi brassier y masajearon mis pechos por un rato hasta que logró complacer sus deseos de chupármelos. Sus labios succionaban mis pezones uno por uno como si quisiera sacar leche de ellos mientras yo acariciaba su vulva humedecida con mis dedos.
"Mami, dame lechita". Dijo poniendo una falsa voz melosa pasando la punta de su lengua por uno de mis pezones endurecidos y pellizcando el otro.
Decidí seguirle el juego entonces, me calentaba demasiado la muy puta hablándome así y haciéndome todo eso. Ella no tenía nada de inocente y ya no me quise contener.
"No hay leche aquí, bebé. Pero a lo mejor la encuentras entre mis piernas. ¿Por qué no te fijas si hay?".
La idea le agradó. Me hizo sentar en un banco alargado de madera ahí dispuesto y separó mis piernas para luego arrodillarse y quedar viendo fijamente mi coño rasurado.
"Esto no es leche, mami. Es miel pero también me encanta y la quiero ya".
No pude contestar porque sus labios comenzaron a besar los labios de mi coño para luego incorporar su excitante lengua. En otras palabras, me estaba dando un beso francés en el coño y yo solo podía estremecerme tomando sus cabellos castaños y gimiendo.
"¡Qué bien lo haces, princesa! Sigue así, dame más de tu lengüita". Pedí mientras meneaba mis caderas en lo que su lengua penetraba mi ansiosa vagina que parecía estaba llorando de placer de tan húmeda que la tenía.
Yo misma me dispuse a dejar expuesto mi clítoris para que ella lo chupara y no tardó en hacerlo. Agus lo dejó cubierto con su saliva y mis fluidos, lo lamió y lo chupó hasta me corrí en su boquita. Ella se alegró de recibirme así, era una apasionada y experta chupadora de vaginas. Cada orgasmo fue intenso y exquisito.
Quise que metiera sus dedos en mí pero no nos quedó más tiempo ya que tuvimos que parar y vestirnos cuando escuchamos que otras alumnas venían para ingresar a los vestuarios.
Pero valió la pena porque desde esa ocasión, Agustina dejó de ser una alumna insoportable y caprichosa para convertirse en mi favorita, nadie sabía que con ella me fugaba al menos 15 minutos antes de que finalicen las prácticas para darnos placer en los vestuarios, cosa que me generaba muchísimo morbo.
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Relatos eroticos lesbicos
KurzgeschichtenLas historias no son originalmente mías. Son originarias de lezz69 https://archiveofourown.org/users/Lezz69/pseuds/Lezz69