Como cada mañana, su amorosa y responsable hermana mayor iba a despertarla para ir a la escuela. Sus padres ya se habían ido al trabajo, el desayuno estaba listo y esperaba por ambas en la cocina.
Sin embargo ese día ella se sentía perezosa y más cansada que de costumbre, no tenía ganas de salir de la cama ni de cumplir con sus obligaciones de estudiante, solo quería seguir durmiendo.
"Despierta cariño. Ya es hora de que te levantes".
Su hermana jaló la sábana para dejarla a un lado y le hizo caricias en el cabello, de paso disfrutó de la hermosa vista de ese cuerpo cubierto solo por un pequeño y ligero camisón.
Ella abrió los ojos y sonrió un poco, sus mejillas se sonrojaron bastante al recordar lo que pasó esa madrugada, como ya era una costumbre desde hacía varios meses. Pero lo de la noche pasada fue un tanto más extremo que las últimas veces.
"¿Qué pasa amor? ¿Por qué no quieres salir hoy de la cama?".
La pregunta de su hermana se respondía por sí sola, pero ambas habían quedado en ser siempre muy honestas una con la otra por el bien de su relación. Porque sí, ellas mantenían una relación secreta y poco convencional que sobrepasaba los límites familiares, sociales y morales.
Ante todo el mundo, unas ejemplares hermanas que se llevaban muy bien. Puertas adentro, un par de jovencitas enamoradas y apasionadas que se denominaban a sí mismas novias y amantes.
"Anoche me dejaste muy cansada, nunca lo habíamos hecho así".
Ella se sentó en la cama y miró a su hermana, quien se colocó en frente para darle un cálido abrazo y dejarle un besito en el cuello.
"Lo sé. No pude contenerme y me pasé un poquito pero tú también lo disfrutaste mucho, ¿verdad?".
"Sí, me gustó y no lo niego. Pero me la dejaste toda hinchadita y enrojecida".
Sonrojada hasta las orejas, ella se animó a confesar acerca de las molestias que le quedaron en su intimidad y no era para menos, su hermana la folló sin delicadeza usando un strap-on con un dildo bastante grande.
"Ya veo, ¿te dolió mucho bebé?".
"Al principio sí, luego me fue pasando. Aunque ahora siento que todavía me palpita un poco".
Su hermana sonrió de nuevo y le dio una caricia en la mejilla. Ambas hicieron contacto visual y recordaron la apasionada noche que tuvieron, la fogosa experiencia con sabor a prohibido y los múltiples orgasmos que se dieron.
"¿Quieres que masajee tu coñito para aliviar esas molestias que sientes?".
"¿Un masaje con tu boca?".
"¿Lo quieres así mi amor?".
Asintiendo con la cabeza y mostrándose algo tímida, ella reconoció su libidinoso antojo matutino. Un beso apasionado inició entre las dos, el contacto estuvo acompañado de algunas caricias y suspiros cargados de deseos.
Ella ayudó a su hermana mayor en el proceso de desnudarse, le dio un lugar en su cama para que pudiera acomodarse boca arriba y una vez que estuvo lista, se le sentó en la cara para darle todo su coño humedecido y aun con vestigios de haber sido usado la noche anterior.
Los suspiros y jadeos empezaron ni bien la lengua de su hermana entró en directo contacto con su hinchada vulva. Ella se sostuvo con fuerza apretando el cabecero de la cama, controlando así los impulsos de sus movimientos.
Luego de unos minutos, su hermana tomó el control y desde su lugar usó ambas manos para abrir esos carnosos labios verticales y lamer todo lo que encontró a su paso.
Sus gemidos y lloriqueos de placer iban subiendo de intensidad. Cada vez que la lengua de su hermana masajeaba su clítoris con cuidado, ella expresaba en palabras cuánto le encantaba la sensación.
"Mmmm sí así, qué rico se siente...".
Su hermana estaba haciendo un gran trabajo y a la vez un tremendo esfuerzo para no ir de una forma más enérgica como acostumbraba cada vez que le mamaba el coño. En esa ocasión serían solo lamidas suaves y cuidadosas; aunque en el fondo ella sabía lo mucho que su mayor ansiaba chuparle y morderle el clítoris, sobreestimularla hasta hacerla suplicar que parase y dejarle la vagina bien abierta y chorreando una gran cantidad de fluidos.
"Sigue mi amor, méteme tu lengüita".
El pedido fue atendido de inmediato, la vigorosa lengua de su hermana se introdujo en el necesitado y mojado agujero, moviéndose una y otra vez sin parar hasta llevarla al clímax más anhelado e intenso.
Su hermana solo se detuvo cuando logró tenerla lo suficientemente satisfecha y aliviada. Entonces ambas se recostaron una junto a la otra para darse dulces y tiernos besitos en los labios.
"¿Te sientes mejor ahora bebé?".
"Sí. Ya no siento molestias gracias a ti".
"Te amo tanto mi princesa".
"Y yo a ti mi amor".
La mayor sonrió contenta al tener la certeza de que se lució dando placer a la deliciosa y adictiva conchita de su hermana. Se abrazaron con cariño y como ya se les hizo tarde para la escuela, decidieron quedarse en la cama y darse mimitos lo que restaba del día.
Ya en la noche las cosas se pondrían muchísimo más ardientes.
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Relatos eroticos lesbicos
Proză scurtăLas historias no son originalmente mías. Son originarias de lezz69 https://archiveofourown.org/users/Lezz69/pseuds/Lezz69