Celos

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Después de un par de semanas, finalmente estábamos en New Orleans. Este lugar, con sus misteriosas calles y su aire cargado de historia, se había convertido en mi hogar. Todo lo que había dejado atrás parecía tan lejano, y aunque extrañaba a mi hermana y a Caroline, en el fondo también sabía que encontraría formas de llevarlas conmigo. Damon, por extraño que fuera, también me dejaba un vacío. Había formado una amistad genuina con él, algo que nunca imaginé.

Al llegar a la casa, vi a Finn, la emoción me recorrió por todo el cuerpo, lo extrañaba mucho.

—¡Finn! —exclamé al verlo, mis pasos apresurados hacia él fueron casi automáticos. No pude evitar correr y lanzarme a abrazarlo, deseando que todo el estrés del embarazo y la tensión del nuevo lugar desaparecieran por un momento. Sin embargo, al escuchar un carraspeo, me separé rápidamente, mi rostro ruborizado.

—No está en su cuerpo original, así que te estaría tocando otro hombre, algo que no me gusta —la voz de Kol resonó con una mezcla de irritación y diversión. Klaus, siempre tan cínico, soltó una risa baja.

—Lástima, mi corazón —le respondí con tono ligero—. A mí me encantan los cuatro, en cuerpo original o no. Aunque, en este momento, me va a encantar más la comida que me espera en otro lado.

Rodé los ojos lanzando un beso rápido a todos antes de caminar hacia la cocina. Supongo que mi yo del pasado no se imaginaría esto. Necesitaba un respiro de la tensión palpable entre los hermanos. Mientras me deslizaba por la casa, me sentía como si nunca pudiera escapar de la energía que ellos traían consigo. Aún así, era mi familia ahora, y tenía que aprender a vivir con ello.

En la cocina, me quité los zapatos con un suspiro de alivio, caminando descalza por los pisos fríos. Rebusqué en los cajones, esperando encontrar algo que me atrajera, pero la comida que había no me hacía querer comerla.

—¿Quieres que mande a que alguien traiga más mercado? —la voz de Freya me hizo saltar del susto. Estaba tan centrada en mi búsqueda que no me había dado cuenta de que alguien estaba cerca.

No la había visto desde el día en que me salvó. Después de que llegamos a la casa de Klaus, ella simplemente desapareció, y aunque sentía que algo en ella no era completamente sincero, no podía evitar preguntarme por qué se mantenía tan distante. Tal vez yo estaba siendo un poquito arisca pero mucho cambio esos meses que no estuve y no me agradaba.

—Oh, Freya, no te había visto —respondí, intentando sonar despreocupada, aunque mis ojos no pudieron ocultar mi desconfianza—. No te preocupes, hay comida, solo que no hay nada que me llame la atención como para comerlo.

Freya se acercó lentamente, observando las estanterías con una mirada pensativa, como si estuviera buscando algo que no podía encontrar.

—Entiendo —dijo con una leve sonrisa, pero no me convenció.

De repente, un fuerte ruido nos interrumpió, y los gritos de Klaus y Kol llegaron hasta la cocina. Me giré, y Freya, al igual que yo, se tensó. Parecía que la pelea había estallado en el salón.

Corrí hacia el salón, seguida por Freya. Cuando llegamos, pude ver a Klaus, con los puños apretados, mirando a Kol con furia contenida, mientras Kol lo miraba desafiante, sin ceder ni un paso atrás.

—¡No lo entiendes, Kol! —gritó Klaus, su voz tensa y cargada de ira.

—claro Klaus, para ti yo nunca lo entiendo pero en esto yo estoy en lo correcto, ella no es un objeto es nuestra alma gemela así que para de actuar como si fuera solo la tuya—Kol replicó, una risa amarga saliendo de sus labios.

Finn estaba parado detrás de ellos, intentando intervenir, pero sabía que nada detendría esa tormenta de emociones. En su cuerpo de brujo no se quería arriesgar.

Pero fue entonces cuando Elijah apareció, con un gesto serio pero calculado se mira muy bien. En lugar de unirse al caos, su mirada se dirigió hacia mí, como si me estuviera observando con una nueva perspectiva. Se acercó lentamente, su paso firme y seguro, y cuando llegó a mi lado, me susurró —No te preocupes. Ellos solo necesitan desahogarse. Lo que realmente importa es lo que estamos construyendo aquí.

Me miró fijamente, y por un momento, sentí que el mundo se detenía. Algo en su presencia me calmaba, y al mismo tiempo, me confundía. No entendía cómo podía ser tan cercano, tan protector, pero aún así, su cercanía me hacía sentir una chispa que no podía ignorar. Amo a este hombre.

Pero la pelea de los hermanos no había terminado, y el caos seguía a su alrededor. Aunque algo en mí quería quedar con Elijah, los problemas con Klaus y Kol no podían ignorarse, hasta los vecinos probablemente los escuchaban.

Justo cuando me di cuenta de lo que había sucedido, me giré hacia Freya, que nos observaba en silencio. Esto si es incómodo.

—Todo estará bien —me dijo Freya, como si leyera mis pensamientos, eso me hace sentir aún peor por desconfiar de ella, no puedo solo fingir ser su amiga y luego decirle a sus hermanos que no confío en ella, sería como apuñalarla ¿quien hace eso?

Prefería esperar un poco así agarraría más confianza y seguramente la mala sensación se iría.

Antes de que pudiera responderle a la rubia, Rebekah apareció en la entrada, luciendo más feliz y menos sombría que de costumbre. Las cosas si han cambiado y tal vez no es malo.

—oh Jenn, estoy tan feliz de verte, estaba muy preocupada —dijo abrazándome con entusiasmo.

-Estás hermosa Rebekah, por ahí me contaron que te comprometiste, es una lástima que no pude estar ahí.

-pues ahora estás aquí- agarró mi mano y también jaló a Freya. -ambas están aquí.

-se que esto tal vez es muy pronto pero quiero empezar todo lo de la boda, usualmente en esta familia hay cosas malas pero quiero celebrar lo bueno así que; Jennifer, Freya ¿les gustaría ser mis damas de honor?

Sin perder ni un minuto más ambas aceptamos uniéndonos en un abrazo, Freya se mira muy feliz como si esto fuera todo lo que deseara, le daré mi amistad, me abriré ante ella por que creo que tal vez merece que alguien esté de su lado y espero no equivocarme.

Mikaelson's soulmateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora