Stefan

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La noche había caído sobre Nueva Orleans, y la atmósfera en la casa era densa, llena de un dolor palpable que nos rodeaba. Todos estábamos en silencio, cada uno perdido en sus propios pensamientos, tratando de asimilar la tragedia que se había desatado sobre nosotros. Elijah, poseído por el Vacío, había marcado un antes y un después en nuestra lucha. Pero no era solo eso lo que me hacía sentir que el aire se volvía cada vez más pesado. Algo más se cernía sobre nosotros, algo mucho más personal.

Me encontraba sentada en el salón, mirando la nada, mi mente dando vueltas mientras los recuerdos de todo lo que había sucedido me aplastaban. La conversación con Freya aún resonaba en mi cabeza: "No puedo salvarlo... El Vacío lo ha tomado." La impotencia era una daga afilada, clavándose en cada rincón de mi ser. Era Elijah. Mi alma gemela.

Fue entonces cuando mi teléfono vibró sobre la mesa, rompiendo el silencio. Al ver el nombre en la pantalla, el corazón me dio un vuelco. Elena. Su nombre, por lo general, traía consigo alguna noticia, alguna palabra reconfortante. Pero esa vez, algo en mi interior me decía que no era algo bueno. Contesté rápidamente, casi sin aliento.

—Hola, Elena. —Intenté sonar tranquila, pero mi voz traicionó la ansiedad que sentía.

Al otro lado de la línea, la voz de Elena estaba rota, rota de dolor y de angustia. No pude evitar que mi corazón se hundiera al escucharla.

—Se murió. —La voz de Elena temblaba, y pude escuchar cómo las lágrimas caían, como si el sonido de su llanto llegara a través del teléfono.

Stefan. El nombre golpeó con fuerza, dejando un vacío aún mayor en el pecho. Sabía lo que él había hecho por ella, por todos. Mi hermana estaba destrozada, y yo, a pesar de todo lo que ocurría en mi propio mundo, no podía más que querer estar ahí para ella.

—Elena... lo siento tanto —dije con suavidad, tratando de transmitirle algo de consuelo, aunque sabía que esas palabras no serían suficientes.

—No sé cómo... no sé cómo seguir. Estábamos luchando, Katherine llegó y Stefan se distrajo —su voz se quebró, y sentí su dolor como si fuera propio. Había algo desgarrador en la forma en que hablaba de Stefan, como si las palabras pudieran nunca reflejar completamente la profundidad de su pérdida.

Un dolor sordo me llenó, y de alguna manera, aunque la situación no era la misma, entendí lo que sentía. La pérdida de alguien cercano, alguien que había sido una pieza fundamental en tu vida, era como un agujero que nunca cerraría. ¿Cómo enfrentar el futuro cuando una parte tan importante de ti se va?

—Elena, yo... —mi voz se entrecortó por un instante. Sabía lo que debía decirle. Sabía que no podía arreglar lo que había pasado, pero lo que sí podía hacer era estar allí, aunque fuera a la distancia. —No tienes que estar sola en esto. Siempre estaré aquí para ti, por todo lo que necesites.

Hubo una larga pausa en la que solo escuché su respiración, entrecortada por el llanto. Finalmente, respondió, pero esta vez su tono era más tranquilo, como si al menos un poco de consuelo hubiera llegado a ella.

—Gracias... por estar ahí, necesito encontrar a Damon, no se donde esta.

—Eres más fuerte de lo que piensas, Elena. Y aunque el dolor ahora parece infinito, con el tiempo aprenderás a cargarlo. No será fácil, pero eso ya lo sabes.

Pude escuchar un pequeño suspiro al otro lado de la línea. No era una respuesta inmediata, pero su respiración se suavizó, al igual que el peso en mi pecho. Sabía que la herida de la pérdida de Stefan sería grande, que nunca podría llenarse por completo, pero al menos no tenía que caminar sola en ese proceso.

Después de un rato, Hope entró corriendo a la sala. Su pequeña cara se iluminó cuando me vio, y aunque la conversación con Elena me había sumido en un estado de melancolía, mi hija siempre tenía ese poder de hacer que el mundo se sintiera un poco más soportable.

—Mamá, ¿puedo hablar con mi tía Elena? —preguntó, su voz llena de inocencia.

Elena nunca había tenido una hija, pero siempre había tenido una conexión especial con Hope, como si ambas compartieran un vínculo que iba más allá de la sangre. Miré a Hope, viéndola tan madura para su edad, tan llena de luz, y me sentí abrumada por el amor que sentía por ella.

—Claro, cariño —respondí, con una sonrisa débil—. Ten mucho cuidado, ¿sí?

Hope asintió con entusiasmo, tomando el teléfono con una sonrisa tranquila, como si supiera que en esos momentos de tristeza, las palabras de ella podrían hacer una pequeña diferencia.

Lo que ocurrió después me sorprendió. En lugar de ir directamente al grano o preguntar sobre lo que había pasado, Hope comenzó a contarle a Elena una historia que había vivido con Stefan cuando era más pequeña. En esos diez años que añoraba tanto ahora. Recordó cómo Stefan había estado con ella un día que la había asustado una tormenta, cómo había estado allí para consolarla, como si, a pesar de las circunstancias, él siempre hubiera tenido ese lado protector, esa forma especial de hacer que todo pareciera menos aterrador.

Elena escuchó en silencio, las palabras de Hope parecían envolverla en una capa de cariño y consuelo, un pequeño bálsamo para el dolor. Mientras las escuchaba, sentí cómo un dolor suave se instalaba en el fondo de mi ser. No era solo por la pérdida de Stefan o la amenaza del Vacío. Era la sensación de que todo lo que amaba, todo lo que me había dado fuerza hasta ahora, estaba tambaleando. ¿Alguna vez dejaría de sentirme así?

Después de un rato, corté la llamada. Deje que Hope se quedara con Davina y Jeremy, después de que me lo rogara casi toda la tarde. Ellos siempre habían sido una extensión de la familia, cuidándola como si fuera suya.

Marcel me encontró poco después, junto con Finn. Sabían que tenía que ser yo quien tomara la decisión. No estaba lista, pero las circunstancias me obligaban a actuar. La situación de Elijah nos había golpeado a todos, pero no podía dejar que él fuera la excepción. Tenía que haber una manera de traerlo de vuelta, de salvarlo.

—¿Qué vamos a hacer? —preguntó Finn, con su mirada calculadora. No había miedo en su voz, solo determinación. Como siempre.

—Lo que sea necesario. —Mi respuesta fue firme, aunque una sombra de duda rondaba en mi mente. Sabía que no había soluciones fáciles.

Marcel se acercó, colocando su mano sobre mi hombro. Sentí la presión de su toque, una pequeña conexión que transmitía más consuelo de lo que las palabras podían ofrecer.

—El vacío te cambia —dijo Marcel, con voz grave—. A veces, la forma en que te encuentras es la misma manera en la que te pierde.

Miré a ambos, a Finn y a Marcel. Sabía que estaba en lo cierto. Pero había algo dentro de mí, algo profundo, que me decía que el camino que teníamos por delante no sería fácil. No solo porque el Vacío nos estaba acechando. No solo porque Elijah estaba fuera de nuestro alcance. Sino porque al enfrentarnos a la oscuridad, descubrimos que la respuesta no está fuera de nosotros, sino en la lucha constante por no perdernos, no podíamos dejar que el vacío nos controlara.

Mikaelson's soulmateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora