El sonido de la lluvia golpeando el cristal de la ventana era constante, una melodía monótona que solo servía para intensificar el ambiente sombrío de los últimos días. El cielo gris y nublado había invadido Nueva Orleans durante semanas, creando una atmósfera inquietante en la ciudad. La gente caminaba por las calles con miradas apáticas, como si el clima reflejara el estado de ánimo colectivo. Todos sabían que algo se avecinaba, un presagio oscuro que se cernía sobre nosotros, pero nadie sabía exactamente qué.
Me encontraba sentada en la mesa del comedor, observando la comida que tenía frente a mí sin realmente verla. La cuchara descansaba entre mis dedos, pero no tenía ganas de comer. Mi mente divagaba, perdida en pensamientos que me atormentaban en silencio. Frente a mí, Hope jugaba tranquilamente con su comida, su risa y su alegría la única distracción en un mundo que parecía oscurecerse con cada día que pasaba.
A pesar de la tranquilidad de la escena, no pude evitar que mi mente se desviara hacia algo mucho más profundo y personal. Las imágenes de mi vida pasaron rápidamente ante mis ojos, como una película que no quería recordar, pero que se proyectaba en mi mente de manera inevitable. Pensé en aquel día, en el día en que casi muero, en el día en que estuve a punto de perderlo todo, igual que mis padres. El mismo puente en el que ellos habían muerto... Un puente que había sido testigo de mi dolor, de mi tragedia, pero también de mi milagro.
Era tan joven, solo una niña, cuando sucedió. No entendía lo que estaba pasando, no entendía cómo podía estar tan cerca de la muerte. Todo había sido tan rápido, tan inesperado. El accidente que me llevó al borde de la muerte fue uno que jamás olvidaría, no solo por lo que sucedió, sino por el inexplicable hecho de que alguien me salvó. No sabía quién, ni cómo, pero sentí esa presencia, ese cambio repentino en el aire, ese empuje que me sacó de la carretera justo antes de que el destino me alcanzara. Algo o alguien había intervenido, había cambiado mi destino, y no podía dejar de pensar en ello. ¿Quién fue? ¿Y por qué me salvaron a mí, cuando tantas otras vidas habían sido truncadas de la manera más cruel?
El sonido de una voz suave me sacó de mis pensamientos, rompiendo la neblina melancólica en la que me encontraba atrapada.
—Mamá, ¿me ayudas con esto? —La voz de Hope era pura y llena de inocencia, pero en ese momento me pareció un refugio, una forma de anclarme a la realidad.
Miré hacia ella y, por un momento, me olvidé de mis preocupaciones. Mi hija, con su risa contagiosa y su mirada curiosa, me recordó que a pesar de todo lo malo que había sucedido, había algo que valía la pena proteger: ella.
—Claro, cariño —respondí, dejando la cuchara de lado y acercándome a ella.
Mientras ayudaba a Hope con su comida, no pude evitar que mi mente volviera a mi hermana, Elena. La historia de nuestros destinos, siempre entrelazados por tragedias, siempre marcados por momentos que nos acercaron a la muerte. Pensé en el puente de nuevo, en cómo ese lugar parecía ser un crisol de destinos rotos y salvaciones inesperadas. Elena también había estado cerca de la muerte en ese mismo lugar, ese mismo puente, y una vez más, era Stefan quien había sido su salvación. ¿Era posible que estuviéramos destinadas a morir en ese puente? Tal vez la vida siempre nos estaba empujando hacia ese punto, donde la muerte parecía ser el único final. Tal vez todo lo malo que nos pasaba no era una casualidad, sino el cumplimiento de un destino que ya estaba escrito.
Pero entonces, justo cuando pensaba que estaba atrapada en esa red de fatalidad, escuché la voz de Freya llamando desde la otra habitación.
—¡Tienes que escuchar esto! —Su voz era urgente, pero también llena de preocupación.
Me levanté rápidamente de la mesa, mi corazón latiendo con fuerza. Algo en la voz de Freya me decía que estaba a punto de escuchar algo importante, algo que podría cambiarlo todo.
Al entrar en el rincón donde Freya había estado trabajando en sus investigaciones, noté que su rostro estaba más serio de lo habitual, pero también había algo más en sus ojos: una chispa de esperanza, hope se quedó jugando justo afuera en el pasillo.
—¿Qué pasa? —pregunté, mi tono reflejando una mezcla de ansiedad y expectativa.
Freya se giró hacia mí, y por un momento, sus ojos se encontraron con los míos, como si estuviera evaluando mis reacciones. Luego, con voz firme y decidida, dijo:
—He encontrado una manera de derrotar al Vacío. Creo que sé cómo podemos sacarlo de Elijah.
Al principio, la noticia me dejó en shock. Por fin, después de tanto tiempo, teníamos una respuesta, una forma de liberar a Elijah de la posesión que lo había transformado en algo que no era él. Pero cuando Freya siguió hablando, la incertidumbre creció en mi pecho.
—El problema es que... —Freya titubeó un momento, como si no estuviera completamente lista para decir las palabras que estaban por salir de su boca—. El precio para hacerlo es alto. Requiere un sacrificio. Y ese sacrificio eres tú.
Mi corazón se detuvo. El aire pareció volverse más denso, y un frío recorrió mi espina dorsal. El sacrificio... yo. No podía creer lo que estaba escuchando. ¿Sacrificio? ¿Por qué tenía que ser yo? De todas las personas en este mundo, ¿por qué tendría que ser mi vida la que se ofreciera en el altar de esta lucha?
Miré a Freya, esperando que las palabras que acababa de oír fueran un error, pero su rostro seguía grave, serio, y sabía que no había vuelta atrás.
—¿Cómo? ¿Por qué yo? —mi voz salió casi en un susurro, pero Freya no apartó la mirada. Sabía que ella tampoco quería decir lo que tenía que decir, pero las circunstancias eran claras.
—Es la única manera de asegurarnos de que el Vacío salga de Elijah. El sacrificio debe ser completo. Tú... tú eres la clave, el punto de conexión entre lo que está atrapado dentro de él y lo que podemos liberar. Es un sacrificio de la vida, pero también un sacrificio de poder, de magia. Es algo que nunca hemos hecho antes, y si no lo hacemos... Elijah nunca volverá a ser él mismo. Y el Vacío no se detendrá hasta que destruya todo lo que conocemos, incluyendo a Hope.
El dolor comenzó a recorrer mi cuerpo, pero lo que más me dolió fue la sensación de impotencia. No había otra opción, no había otro camino. Mis pensamientos se mezclaban con recuerdos, con imágenes de lo que había sido mi vida, de todo lo que había perdido y todo lo que todavía tenía que ganar. Hope. Mis almas gemelas. Mi familia. Pero, ¿acaso había algo más importante que salvar a Elijah? Si esta era la única manera, entonces no tenía elección.
El pensamiento de perder a Elijah, de perderlo para siempre, me rompía el corazón. Pero si mi sacrificio podía devolverle la vida, si podía salvarlo, entonces lo haría.
Freya se acercó a mí, poniendo su mano en mi hombro, como si estuviera intentando darme consuelo, aunque sabía que no había palabras que pudieran hacer que esto fuera más fácil.
—Lo siento, de verdad. No quería que fuera así. Pero sé que si alguien puede hacer esto, eres tú, tu conexión con Elijah por medio de la marca puede hacer que matemos al vacío, salvando a el resto de niños y a Hope.
Sabía que Freya me quería pero haría todo por sus hermanos, aunque eso significará ponerme en un altar. Con una resolución firme, miré a Freya y le dije:
—Hazlo. Vamos a salvarlos.
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Mikaelson's soulmate
VampireLa hermana mayor de Elena y Jeremy Gilbert, Jenn Gilbert. Jennifer tiene un encuentro de una noche con un chico británico sin saber que estuvo con un despiadado asesino y una de sus almas gemelas, un día mientras trabajaba en Chicago lo vuelve a ver...