parte 13

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Hanni




Estaba en mi habitación, recostada en la cama, con mi teléfono en la mano, pero sin realmente prestarle atención. Hyein se sentó en el borde de mi cama, observándome con una sonrisa cómplice. Sabía que había algo más en mi mente, algo que había estado tomando forma todo el día, algo que no podía dejar de pensar. Me lo había estado repitiendo a mí misma, pero aún no me lo creía.

"¿Te vas a quedar ahí todo el día?", me preguntó Hyein, su tono juguetón me sacó de mis pensamientos.

— ¡No puedo dejar de pensar en lo que pasó anoche! —respondí de inmediato, sin poder ocultar la emoción en mi voz. No podía esperar más para contarle todo.

Hyein se acercó, apoyándose en la cama y cruzando sus brazos, preparándose para escuchar.

— Cuéntame, ¿qué pasó? —dijo, ya sabiendo que algo importante había ocurrido.

Y, sin poder contenerme, comencé a hablar a toda prisa, casi como si no pudiera dejar de compartir mi felicidad.

— ¡Minji! —exclamé, casi con una sonrisa tonta en la cara—. ¡Minji fue increíble! Todo lo que hizo anoche… ¡fue tan... tan dulce! Primero, cuando llegamos al restaurante, ¡me abrió la puerta del auto! ¿Sabes qué tan tierno es eso? ¡Es como si me tratara como si fuera algo muy especial! ¡Y no me dejó pagar la cena! Ni siquiera me dio la oportunidad de sacar mi billetera. Todo el tiempo estuvo tan atenta, tan cariñosa… ¡se ocupaba de todo! Y cuando hablaba de mí, siempre me incluía en las conversaciones, como si quisiéramos ser parte del grupo, de su equipo… ¡como si fuera una de nosotras! ¡Lo hizo todo tan fácil!

Mi emoción se desbordaba y Hyein escuchaba atentamente, disfrutando de ver lo feliz que estaba. Pude ver en su rostro una expresión de alegría, algo entre una sonrisa y una mirada que decía: "Te lo dije".

— ¿Y qué más? —preguntó Hyein, curiosa, esperando más detalles.

— ¡Y después, en la cena! Estaba tan tranquila, tan relajada... cuando le hablaba, sentía como si el mundo desapareciera, y solo quedáramos nosotras dos. Ni siquiera me daba tiempo de preocuparme por nada. Todo lo que hacía me parecía perfecto, y cada vez que sonreía… ¡su sonrisa! ¡Dios, Hyein! ¡Es tan… tan sincera! Cuando me miraba y sonreía, sentía que me derretía por dentro. Como si todo a su alrededor brillara más cuando ella estaba cerca. Me sentí tan a gusto, como si me cuidara de una manera que nadie más lo había hecho nunca. Me hacía sentir importante, como si fuera la única persona que existiera en ese momento, como si todas las miradas estuvieran centradas en mí.

Pausé un momento, respirando profundamente, mientras recordaba los pequeños gestos de Minji: cómo sus ojos se iluminaban al reírse, cómo sus palabras me envolvían, haciéndome sentir especial. ¿Cómo podía todo eso hacerme sentir tan vulnerable y, al mismo tiempo, tan feliz?

Hyein me miró, sus ojos brillaban con complicidad y entendimiento.

— ¿Y ahora, ya te diste cuenta de que te gusta, verdad? —dijo, casi en un susurro, con una sonrisa en el rostro.

Me quedé en silencio, procesando sus palabras. ¿Minji me gustaba? Lo había estado pensando durante todo el día, pero no quería aceptarlo. Sentí un nudo en el estómago, como si algo dentro de mí quisiera explotar, pero a la vez me sentía en paz. Era cierto. Me gustaba, pero también había algo de desconfianza en mí. Algo que no podía quitarme de la cabeza.

— Sí… —dije en voz baja, casi sin darme cuenta—. No puedo creerlo, pero sí… Minji me gusta. Aún no entiendo cómo pasó, pero... sí, me gusta.

Mi mente estaba llena de preguntas, pero la verdad era clara: me gustaba. Y, por más que tratara de negar lo obvio, Minji había logrado algo que ni yo misma comprendía. Me hacía sentir cosas que nunca antes había experimentado.

Amor a Primera Discusión (Bbangzas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora