«UN REFLEJO, MIL DEMONIOS»

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-No debes temerle a los espejos. Ellos no dan miedo. Lo que deberías temer en realidad son a los demonios que pueden reflejarse en ellos -luego mi madre prosiguió a tapar con una sábana blanca, el último espejo que quedaba en casa.

Era muy chico para hacer preguntas. Con el tiempo pasó a ser una costumbre. Nunca indagué ni pensé el porqué de lo que para mí era una simple manía que luego yo mismo adquirí sin sentido. Pero el atroz momento de mi niñez que había olvidado en mi memoria, se repite ahora ya siendo un joven de 20 años y tras la muerte anticipada de mi madre.

«Las sombras amorfas a mi alrededor. Los susurros. El roce frío en mi espalda. Los lamentos, las risas, el llanto y las respiraciones agitadas palpitan en mis oídos haciéndome estremecer».

Ahora son cientos los demonios que me acorralan para torturarme. Tenía que haber recordado su advertencia antes de entrar al laberintos de espejos.

 Tenía que haber recordado su advertencia antes de entrar al laberintos de espejos

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